Blog | Zona Franca

La tercera gran crisis

Cuando tocaba olvidar dos años de pandemia estalla la guerra en Ucrania y lo cambia todo
Protesta en Ucrania contra la invasión rusa. EFE
photo_camera Protesta en Ucrania contra la invasión rusa. EFE

AHORA, en qué momento, cuando pillando el todo por la parte despertábamos de un pasajero sueño rural y los compradores de vivienda regresaban con alegría a la ciudad, siguiendo esa tendencia hacia la normalidad que dicta que, en estos momentos, el inversor prefiere propiedades inmobiliarias en capitales de provincia. Y es que tocaba pasar página. Precisamente ahora, cuando la pandemia cumple dos años entre nosotros. Y después de otros diez perdidos por una crisis financiera y dos recesiones que no solamente golpearon a bancos y empresas, sino que dispararon los índices de pobreza. La tercera gran crisis económica en lo que va de este breve siglo llama a la puerta de toda Europa. Y lo hace a golpe de misiles.

Hace dos años, en estas mismas páginas se abordaba otra guerra bien distinta, contra un enemigo invisible y en la que no valía el armisticio. El recurso a una situación bélica generada por la crisis del coronavirus era lugar común en cualquier análisis. Impensable llegar a esto en aquellos momentos, entre confinamientos y colapsos hospitalarios. Las circunstancias y el corto plazo han decretado la muerte de las previsiones económicas. Sucedió en la pandemia, todos en vilo por la vacunación, cuando se establecían horquillas para proyectar escenarios diferentes en función del avance de las olas, y ahora es una invasión la que dinamita todo escenario dibujado y por planificar.

Si la economía también es un estado de ánimo, como suele decir el catedrático Fernando González Laxe, esto no puede pintar peor. Hace un año, el aniversario del primer estado de alarma decretado en España vino a marcar la mitad de un trayecto, el de una crisis cuya salida se proyectaba de forma clara para la primavera de 2022 y solo la variante omicron podría alargar. Habrían sido, pues, algo más de dos años de crisis.

La guerra lo cambia todo. Porque también es una batalla contra la globalización, en este caso en el corazón de Europa, que solo se llegó a intuir al final de la pandemia, cuando los problemas de suministro y los colapsos logísticos, también impensables hasta entonces, invitaban a reformular las relaciones económicas por la vía de términos como la producción de proximidad o la soberanía alimentaria. Ahora, los fabricantes de piensos alertan de que Galicia solo tiene maíz para un mes y medio. Cierto es que poco importamos del granero de Europa, pero no lo es menos que concentrado sobre todo en oleaginosas: solo en 2021 Galicia importó aceite de girasol por valor de 92 millones de euros y maíz por 41 millones del país presidido por Volodímir Zelenski.

Pone en perspectiva esta realidad Marcelino Fernández Mallo. La proporción de superficie dedicada a cereales en grano en España multiplica por diez su equivalente en Galicia. “superficie dedicada a trigo, por exemplo, é dun 4% en España por un 0,5% en Galicia", explica el economista y escritor. Y es que mientras España dedica más de un 25% de su superficie a cultivos agrarios de consumo humano, Galicia reserva tan solo un 3,9%. ¿Es sostenible ahora?

Ese debate que comenzó con la falta de mascarillas y equipos de protección en los primeros meses de la pandemia, con subastas de lotes a pie de los aviones en los aeropuertos, salta ahora a la despensa y carga de argumentos a quienes defienden esa vuelta a los orígenes que propone la soberanía económica. El problema reside en un regreso a proteccionismos pretéritos y a las barreras arancelarias para defender esa producción de proximidad en condiciones de igualdad.

Es el viaje de vuelta de la globalización lo que nos propone esta guerra, que destroza un tablero geopolítico que había permitido una fuerte presencia de multinacionales europeas y americanas en suelo ruso. ¿Hasta qué punto la sanciones a Rusia representan un castigo a las empresas allí presentes, ahora azotadas por una caída del rublo sin precedentes? Y si deciden permanecer en suelo agresor, ¿llegarán pronto las listas negras de EE.UU. a aquellos que comercien con el país de Putin, al estilo del bloqueo que reforzó la Ley Helms-Burton en Cuba? Desde el comienzo de la crisis financiera de 2008, la economía gallega experimentó dos recesiones, saliendo de la última en la segunda mitad de 2013. Cuando a punto están de cumplirse, los dos años perdidos por la irrupción de la pandemia parecen ahora quedar muy lejos. Es lo que nos trae una guerra que lo cambiará casi todo.

Pablo Isla: recta final en Inditex y gran incendio en Rusia

COMPLICADA recta final para Pablo Isla en la presidencia de Inditex. Su último mes es lo más parecido a asomarse a un precipicio, el que ofrece la invasión rusa de Ucrania. Entre los tres países en conflicto (hay que incorporar a Bielorrusia a la ecuación), la multinacional fundada por Amancio Ortega emplea a 10.567 empleados a lo largo de 618 establecimientos. Cerradas desde el minuto uno todas las tiendas en Ucrania, queda ahora por saber qué pasará con el más de medio centener que tiene en Rusia, uno de los mercados más rentables de Inditex, que está en pleno repliegue en China. De momento, nada. Perder negocio o perder reputación corporativa. Ese es el dilema para Inditex. En unos días, la respuesta.

Nadia Calviño: la vicepresidenta y la gestión de lo imprevisible

CONSECUENCIA de la consecuencia de una guerra. Primero la vicepresidenta Calviño aseguró que España es el país "menos expuesto", se entiende que de los socios europeos, a las consecuencias de la invasión de Ucrania, "tanto en exposición comercial como en el mercado energético". Luego llegaron los matices, y sobre todo, el recelo a pisar charcos antes de tiempo: "Es pronto para estimar el impacto, hay que trabajar para minimizarlo y vamos a seguir amortiguándolo sobre las familias y las empresas. Hay cálculos pero son muy preliminares y dependen de muchos factores", insite la vicepresidenta. ¿Y por qué no reconoce abiertamente que esta crisis llama a gestionar lo imprevisible? Nada menos.

Comentarios