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La hora de Marta Ortega

La gran ventaja de la llegada de la benjamina de Amancio Ortega a la presidencia de Inditex es que lo hace bajo la tutela de su padre
Marta Ortega. JOSÉ OLIVA
photo_camera Marta Ortega. JOSÉ OLIVA

DOS imágenes para ilustrar dos momentos en la vida de Inditex. La del padre, un perfecto desconocido en su primera imagen pública antes de la salida a Bolsa, en 1999, cuando peinaba 63 años. La de la hija, que pilla ahora al patriarca con 86 recién cumplidos, y estrena cargo en la presidencia del gigante textil con 38. A él se le ve incómodo, casi molesto por aquello de ponerse ante una cámara. Semblante muy serio. Ella, en cambio, acostumbrada como está a la fotos desde niña, aprovecha para marcar perfil propio, tranquila, con camisa blanca y blazer oscura sobre los hombros. Son Amancio y Marta Ortega, padre e hija, dos generaciones en la historia del gigante. Dos estilos que quizá no sean tan distintos como hasta ahora muchos se han empeñado en proyectar.

El relato oficial dice que Marta Ortega coge el timón de Inditex, y lo hace en plena tormenta. En parte, así es. A los dos años de pandemia se ha unido este arranque de 2022 con un vuelco en la situación de uno de los grandes mercados de la compañía, Rusia, ahora con más de 500 tiendas cerradas. Son más las amenazas para un modelo de éxito indudable, que ha sabido combinar la venta online.

con la tienda física, fórmula ganadora a la luz de los resultados de la compañía. Pero en el mapa de la geopolítica del grupo también hay otro mercado crítico, China, con nuevos competidores que han optado por hacer con Inditex lo que hizo grande en su día a la compañía de Ortega: le copian colecciones enteras, básicamente. A ello se suma el fenómeno ‘Guochao’, una ola de nacionalismo del consumidor chino apostando por marcas y productos patrios. El repliegue en China es una evidencia nada disimulada en Arteixo.

Lo tormenta también está en la Bolsa, con un retroceso del valor en lo que va de año superior al 30%, destronada Inditex de lo más alto del Ibex 35 por Iberdrola. Hasta aquí, la tempestad. Y también ese discurso oficial. Porque lo cierto es que Marta Ortega no cogerá del todo el timón de Inditex. El gobierno de la nave, con o sin borrascas, será casi colegiado en esta etapa, con un grupo de ejecutivos que llevan muchos años en Sabón e integran un comité de dirección creado para la nueva etapa. Algunos comenzaron en Confecciones Goa con el propio Ortega y su hermano Antonio, fallecido en 1987.

Singular es la presidencia no ejecutiva de Marta Ortega. Porque desde el anuncio del relevo, su rol ha transitado y se ha ampliado en estos meses, tocando áreas corporativas sobre las que ahora mandará: comunicación, auditoría interna y secretaría general y del consejo. Más allá de estas responsabilidades, Marta Ortega presidirá un consejo de administración en el que se sientan su padre y su madre. Difícil estar más y mejor arropada, tanto en el comité de dirección como en el consejo. 

En el fondo, la gran lección de un Amancio Ortega todavía en forma a sus años es articular la sucesión en vida, en plenitud de facultades y cuando retiene las riendas de todo. Y hacerlo sobre la benjamina, que a lo largo de los años también ha tenido tiempo para dar sobradas muestras de su escaso interés por la gestión, que no por la moda. Obligado es reconocerlo, como también lo es que en Arteixo sorprende ahora por su rápida capacidad de aprendizaje.

Apoyo imprescindible para Marta Ortega será el de Óscar García Maceiras, nuevo consejero delegado, abogado del Estado por oposición como Pablo Isla, pero con un perfil mucho más integrador. Sobre el nuevo escenario hay una sutil separación de poderes. García Maceiras, por resumirlo gráficamente, será el encargado de proteger la caja, de cuidar los márgenes y ejecutar los planes. Pero la fuerza del producto, las colecciones, volverá a tener el peso que algunos directores de cadena consideraron perdido en la última etapa de Isla, cuando en 2019 apostó por el nombramiento de un frío consejero delegado, Carlos Crespo, que desató las hostilidades.

Al fondo de este lienzo asoma discreto Amancio Ortega, que diseñó y ejecutó una transición algo precipitada. Él es ahora aliado, tutor y valedor para Marta Ortega. Mejor, imposible.

Francisco Conde: Ante la nueva Axenda Enerxética de Galicia 2030

EMPRESAS gallegas son líderes mundiales de la moda, se reparten el trono europeo de las conservas y detentan el liderazgo en la transformación forestal. Básicamente, porque hay recurso y capital. ¿Y por qué en energía no tenemos un campeón nacional como lo fue en su día Unión Fenosa? A esta pregunta debería responder la nueva Axenda Enerxética de Galicia 2030 que diseña el vicepresidente y conselleiro de Economía. Porque es clave que los recursos propios sean explotados por capital gallego. Por ejemplo, Endesa, Iberdrola y Acciona controlan la mitad de la eólica de Galicia. Es masa crítica lo que hace falta, volumen y apoyo para crear un gran grupo energético gallego. Y Francisco Conde lo sabe.

Cuando no bajar impuestos viene a ser lo razonable

LO ha dejado muy claro Núñez Feijóo en el congreso extraordinario de Sevilla. "Es posible bajar los impuestos si cuadran las cuentas". Por eso de cuadrar las cuentas se entiende un déficit público en parámetros occidentales y una deuda pública medianamente bien gestionada, no mastodóntica. Lo que nos deja la pandemia es un escenario fiscal muy complejo. Por eso en este país no se bajan impuestos. Y Feijóo lo sabe bien. Esa idea expuesta en Sevilla viene a apuntalar las palabras del gobernador del Banco de España cuando pide evitar un "impulso fiscal generalizado" para hacer frente a la crisis derivada de la guerra de Ucrania, y sí apostar por respuestas "granulares y focalizadas". Habrá que tomar nota

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