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Gallegos y gigantes

La antítesis a la crisis industrial está en una veintena de grandes grupos de capital autóctono

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Reyes Maroto, seria candidata a convertirse en persona 'non grata' en Cervo, considera prioritario que este país recupere lo que entiende por «soberanía industrial». Lo dice, claro, en Barcelona, en alusión a la crisis de los semiconductores, y no en A Mariña. Vaya. ¿Y qué entenderá la ministra del ramo por soberanía industrial? El mapa de la crisis en Galicia lo deja muy clarito: Alcoa tiene su cuartel general en Pensilvania, y no en San Cibrao; la sede de Vestas está en Dinamarca, no en Viveiro; el corazón de Siemens Gamesa se reparte entre Berlín y Múnich, lejos de As Somozas; la propiedad real de Alu Ibérica (las antiguas Alcoas de A Coruña y Avilés) se pierde entre paraísos fiscales; el poder de decisión de Endesa no está en As Pontes ni en Madrid, sino en Roma, sede de su propietaria, y los domicilios sociales de Naturgy y Ence no se encuentran en Cerceda o Pontevedra, sino en Madrid. Vaya, vaya. ¿Seguimos? Navantia tiene su base de operaciones en la capital de España, y de Barreras ya ni se sabe después de la espantada de los mexicanos de Pemex. Por uno u otro motivo, las fábricas y plantas de todas estas empresas están en crisis en Galicia, cerradas ya o abocadas a ello.

¿Soberanía? Son las decisiones que se toman a muchos kilómetros de aquí las que dibujan tan singular mapamundi. Recientemente, en un animado debate, dos titanes del mundo académico como son Xoán Carmona Badía y Jorge González Gurriarán, sabios cuando toca hablar del entorno empresarial, que es lo suyo, lanzaron el dardo: en Galicia hay empresas muy potentes que pueden comprar la planta de Alcoa en San Cibrao. Se referían a lo que denominan los integrantes del distrito del aluminio, que no está en el norte de Lugo, sino entre Padrón y Valga. Allí tienen sus bases tres empresas que son ya multinacionales: el Grupo Cortizo, Exlabesa y Extrugasa.

El mapa de la soberanía industrial en Galicia es el de los grandes grupos empresariales, una veintena, no más, que ingresan al año más de 300 millones de euros si se tienen en cuenta su negocio agregado, y representan el contrapunto a esa otra crisis que parece ya eterna. Un club integrado por algo más que Inditex, para entendernos.

El Consorcio de la Zona Franca de Vigo, que anualmente edita el informe Ardán, incorpora en su última edición la estructura de los grupos consolidados, lo que denomina agrupaciones empresariales; básicamente, una compañía dominante, con domicilio social en Galicia, y sus filiales. Toda una novedad. Ahí reside la verdadera soberanía empresarial. Es la foto fija del poder de las empresas gallegas, a grandes rasgos, aunque en el ranking de esa veintena de grupos se cuelan filiales con sede en Galicia de alguna multinacional, caso de los franceses de Lactalis, Votorantim (parte de la antigua Cimpor), Showa Denko Carbón (lo que un día fue Genosa y después SGL Carbón) o la proveedora del automóvil Dalphi Metal. Por eso, mejor centrarnos en los diez grupos líderes.

Con permiso de Inditex, en ese selecto ranking mandan la alimentación y la distribución. Por ejemplo, figuran tres grupos como Gadis, Vegalsa y Froiz; corporaciones como Jealsa o Nueva Pescanova, y cooperativas como Coren. El grupo liderado por Roberto Tojeiro se coloca solo por detrás de la matriz de Zara, con un volumen de negocio superior a los 1.400 millones. Porque el Grupo Gadisa no es solamente Gadis, la cadena de alimentación, sino Reganosa y la división maderera y química que encabeza Forestal del Atlántico.

De ese útil análisis realizado por la Zona Franca de Vigo también se extraen otras conclusiones, como que dos grupos (Jealsa y Finsa) tienen dimensiones para ser líderes en Europa.

Grupos constructores como San José, muy internacionalizado, o compañías que han resistido una crisis interna como pocas, caso de Nueva Pescanova, también se sitúan entre esa nómina de diez grandes consorcios empresariales gallegos. Sin ir más lejos, el contraste está en Pescanova, que sufrió lo indecible con un largo concurso de acreedores y un sinfín de tropelías de sus ejecutivos que acabaron en el juzgado. Pero resistió y ahí está. O Finsa, que durante la gran recesión sufrió como pocas y decidió amputar negocios ubicados en otras latitudes, cerrando filiales, pero mantuvo su «core» intacto en Galicia. Eso sí es lo que se entiende por «soberanía industrial».

Franciso Conde. La portuguesa Altri estrena los proyectos tractores

Entre tanto incendio, alguna alegría, como el anuncio, oficializado ante la autoridad bursátil portuguesa, del desembarco en Galicia de Altri, papelera lusa que tiene muy claro lo que va a levantar: una biorrefinería que producirá viscosa a partir del eucalipto con destino al sector textil. Francisco Conde, el vicepresidente, lleva tiempo apagando esos otros incendios, pero por lo que se ve también involucrado en esos proyectos tractores que se presentarán a la captación de fondos europeos, como esta iniciativa del grupo luso. Inditex, con la boca pequeña, está encantada con este plan, porque sus clientes cada vez piden más sostenibilidad. Sobre el papel la inversión supera los 800 millones. ¿La ubicación?

Ignacio Sánchez Galán. Un parón en Galicia que hasta puede venir bien

Iberdrola ha sido la primera en dar el paso. Su presidente, Ignacio Sánchez Galán, lo tiene claro. El salmantino ha denunciado la situación en el foro empresarial de A Toxa, y pide el amparo de Europa ante las medidas impulsadas por el Gobierno para reducir la factura eléctrica. Como respuesta a esta ofensiva de Teresa Ribera, Iberdrola se va a repensar sus inversiones en Galicia, que son bastantes. Entre ellas, los parques eólicos marinos que ya estaban en marcha en la costa norte lucense. La compañía no tiene nada claro esto de seguir adelante con las condiciones retributivas actuales, pero mucho menos lo tienen con sus parque eólicos cofradías como las de Cariño, que algo tendrán que decir en todo esto.