Blog | El Ojo Público

Chappie

EN SUS tres películas, Neill Blomkamp desplaza la acción y la atención a los barrios bajos de la gran urbe como auténtico campo de batalla donde se combate por todo lo que se decide arriba. El estercolero donde vivían los extraterrestres abandonados a su suerte en ‘Distrito 9’; las naves industriales por las que discurría el mercado negro de ‘Elysium’; y el páramo donde trapichean y viven las bandas en ‘Chappie’ son, en el fondo, todos Soweto: representación del lado salvaje de Johannesburgo. A ese universo posindustrial y chabolista deben ir los protagonistas de las películas de Blomkamp a vivir su transformación; unos porque ya es su entorno natural y otros porque sienten la llamada de la selva. Como si el extrarradio fuese la única posibilidad de contacto con Lo Real que se espera un ciudadano del presente.

‘Chappie’ apunta a muchas direcciones trascendentales. Desde el gran tema de si una máquina con inteligencia artificial podría tener conciencia, hasta los ya conocidos debates en torno al negocio de la seguridad urbana. A Blomkamp se le ve tan disperso que casi señala una idea por cada situación que plantea, y la mayoría las deja colgando.

El robot es un buen salvaje en el momento en el que se le instala un software más avanzado que el resto de su especie. Creado por un dios -que tiene todas las características de un Mad Doctor- y educado por unos padres delincuentes, Chappie se debate entre la certeza de la mortalidad de su batería o la trascendencia inmortal de su alma; entre la partitura ética que recibe de su creador y la realidad violenta de un entorno hostil.

Al final aprende que el alma -además de que cabe en un ‘pendrive’- es insustituible, mientras que el cuerpo es una mera carcasa de piezas intercambiables.

Esta es la idea de Blomkamp: trasladar todo esto a un blockbuster de acción. El problema es que el guion camina entre lo raro y lo ridículo.

Desde el momento en que una empresa dedicada a la alta tecnología militar tiene unos gravísimos problemas de seguridad interna, todo el resto de la estructura se tambalea.

‘Chappie’, además, sufre como pocas películas el martirio del doblaje. Rodada y pensada para subrayar los contrastes de clase que se deslizan a través del lenguaje -aquí el ‘slang’ bandarra de Johannesburgo-, los traductores optaron por el estándar de un macarra de los ochenta, y hacen que Chappie, más que un gangster, parezca la versión metalizada de Poochie el de ‘Los Simpson’.

Título: Chappie

Director: Neill Blomkamp.

Reparto: Sharlto Copley, Dev Patel, Hugh Jackman, Sigourney Weaver

Calificación: 2 / 4

Comentarios