Opinión

Asamblea de majaras

Los líderes europeos se reúnen para afrontar la agenda social y deciden que mañana hará sol y buen tiempo

Majaras en Gotemburgo. DIEGO CRESPO (EFE) - Líderes de la UE, en Gotemburgo
photo_camera Majaras en Gotemburgo. DIEGO CRESPO (EFE)

HAY ASAMBLEA de majaras, como diría Kortatu, en Gotemburgo. La han llamado, por el qué dirán, cumbre social. La primera en veinte años en la que los líderes de la Unión Europea se han sentado a hablar de aquello que una vez se conoció como economía social de mercado, que formaba parte del gran sueño de la construcción europea que a tantos nos enganchó, lo que demuestra el compromiso de nuestros majaras con el Estado de Bienestar.

Ya de primeras hay que aclarar que se trata de una cumbre "informal". Que han ido por ir, vamos, por verse y hacer que hacen. Eso sí, solemnes como son ellos, para que parezca que no han ido para nada han proclamado el Pilar Europeo de Derechos Sociales, un catálogo de medidas sobre trabajo, educación y otros aspectos que incluye frases tan adorables como "todo el mundo tiene derecho a una educación de calidad" y habla de "la igualdad de oportunidades", "la inclusión social" o "un salario justo que permita condiciones de vida decentes".

Que no cunda el pánico: son medidas no vinculantes para los países miembros, en su mayor parte son competencias nacionales en las que UE no puede hacer sino recomendaciones y no hay ni un solo euro presupuestado para su impulso ni plazos de puesta en marcha; los más osados hablan de objetivos a veinte años vista. Nuestros líderes son majaras, pero no tontos.

Los tontos, de hecho, somos los de siempre. Este brindis al sol es lo que nos quieren colar como la gran apuesta europea para aliviar los graves problemas de miseria, paro, inestabilidad social y desigualdad provocados por sus terroristas políticas económicas durante la crisis. No pido ya un artículo 135 de la Constitución modificado en una noche por el procedimiento del butrón, pero tampoco esto.

Y lo peor es que ni siquiera lo han hecho porque les importe un pimiento el futuro de la construcción europea o el presente de sus ciudadanos. Es, según han confesado, su reacción ante el ascenso de los populismos en la UE. Es decir, un patético intento de poner a salvo sus propios culos, ante el miedo de que partidos que se sitúan fuera de su sistema puedan arrebatarles el poder en sus parlamentos y cambiar las reglas de un juego en el que hasta el momento solo han ganado ellos. Entre otras cosas porque cada vez que han visto en riesgo su victoria, han cambiado las reglas.
 

No pido ya un artículo 135 de la Constitución modificado una noche por el procedimiento del butrón

Esto, una declaración de intenciones sin contenido, es lo que tienen que ofrecer ante unos datos que indican que el 25 por ciento que la población de la Comunidad Europea está en riesgo de pobreza. Una Unión Europea que nació bajo la utopía del Estado de Bienestar y que cada día tiene que acuñar nuevos términos para definir la frustración, la desesperanza y la miseria.

El último de ellos es sinkies. Cáritas Europa los presentó en sociedad un día antes de la cumbre informal de Gotemburgo. El termino es un acrónimo de "single income, no kids" (ingresos únicos y sin hijos), un nuevo fenómeno de pobreza juvenil con el que las instituciones y organizaciones de ayuda social se están encontrando cada vez más a menudo. Y es algo mucho más grave que jóvenes que no acceden al mercado de trabajo o que bordean la exclusión: define, según explicó Cáritas Europa, a las parejas jóvenes sin hijos que trabajan pero que, cuando se combinan sus salarios, apenas ganan el equivalente a un ingreso único decente.

En este nuevo mapa de la pobreza, los sinkies vienen a sustituir a los dinkies de las décadas de los años 80 y 90, que eran parejas en las que ambos trabajaban, tenían buenos ingresos pero aún así elegían no tener hijos. Ahora tener o no tener hijos ya no es una elección, buena parte de nuestras parejas ni siquiera se lo pueden plantear porque sus trabajos apenas les dan para mantenerse a sí mismas sin recurrir la beneficencia.

Jorge Nuño, el presidente de Cáritas Europa, presentó este informe acompañado por Allan Larsson, el asesor especial sobre el Pilar de los Derechos Sociales de la Comisión Europea. No son dos radicales populistas que quieren dinamitar la UE, pero fueron extremadamente claros en el mensaje que querían lanzar a nuestros majaras ante esa cumbre social tan chula que se habían montado: "La aparición de sinkies es una señal extremadamente grave que los responsables políticos deben tomar muy en serio. Esta será la primera generación en décadas que corre el riesgo de estar en peores condiciones que sus padres, lo que traerá profundas consecuencias para la cohesión social, los modelos sociales y los sistemas de protección social. Corremos el riesgo de una sociedad que se hunde si no se toman medidas ahora".

Tras la consiguiente revuelta en el frenopático europeo, la asamblea de majaras ha decidido: mañana sol y buen tiempo.

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