Blog |

Pensar con la cabeza

EN ESTA VIDA menguante que me he dado, en la que ni siquiera experiencia de provecho acumulo, solo tres cosas me crecen de manera constante y sostenida: la pereza, las uñas y el pelo. De la pereza hace tiempo que dejé de ocuparme, por pura coherencia, pero con las uñas y el pelo me pasa como dicen en mi pueblo que les pasa a los cadáveres, que les siguen creciendo en la tumba. Ya sé que es falso, que es la piel la que se retrae a medida que se deshidrata y hace que parezcan más largas, pero a mí me gusta más lo que cuentan en mi pueblo.

El caso es que o me he muerto y nadie me ha avisado, o empiezo a tener un serio problema con el pelo. Las uñas las voy arreglando a mordiscos en tiempos muertos, pero el pelo está a unos milímetros de atravesar el punto de no retorno. O hago algo ahora, que todavía hay tiempo de arreglar cualquier estropicio antes de que nos dejen salir a la calle de nuevo, o puedo convertirme en José María Aznar en aquella etapa que entró en crisis después de dejar la Moncloa y le dio por dejarse melena, pasearse en bañador y hacer abdominales como si le estuviera poniendo los cuernos a Ana Botella con media Fundación Faes.

En el campamento las opiniones están divididas. Yo creo que puedo hacerme un apaño yo solo con la maquinilla y un espejo sin salir demasiado magullado, y que aún hay margen para que los días tapen los desperfectos. 

tijeras

Elías, sin embargo, opina que debe ser él el que empuñe la maquinilla, en justa compensación porque yo le rapé a él; creía que lo había olvidado, o al menos perdonado, pero en su manera de decir "de verdad, papá, confía en mí" aprecio que no, que busca venganza. Y esa mirada...

Irene también apuesta por el corte de pelo. Y por hacerlo ella, por supuesto, si bien le da lo mismo con maquinilla, con las tijeras de la cocina, con las de manualidades de clase o con un mechero. Incluso no le hace ascos a la idea de un simple lavado a conciencia con teñido posterior en colores variados y recogido en trenzas, coletas, moños, quiquis o cualquier otra variedad de tortura que haya practicado con sus muñecas.

María escucha y asegura que si es por ella, me lo dejo así, que mejor largo que no tan corto como siempre, aunque creo que es porque adivina la tragedia y quiere quitarme la idea de la cabeza. No sé, no descarto nada.

Comentarios