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Lugo, con gente

ME HE MIRADO al espejo y por un instante ha sido como si todo se hubiera tratado de un mal sueño, como si la pandemia, el coronavirus, el confinamiento y lo demás no hubieran existido nunca y simplemente estuviera a punto de salir a la calle como cualquier otro día de invierno. A eso me lleva el puñetero tiempo lucense: mientras al resto del país el anuncio del Gobierno parece haberlo puesto en fase acelerada, a mí me ha puesto en fase de regresión. 

La cosa es que no he aguantado más esperando una mejoría y le he pedido a Irene que me sacara a dar una vuelta a media tarde, pese al viento y la lluvia. Eso sí, cuando me he visto en el espejo iba vestido de invierno, como el día que me encerré en casa. Al principio, las botas me sentaban raras, como si no fueran mías.

Hasta paraguas llevaba. Al principio no lo hemos abierto, porque la sensación de la lluvia sobre el rostro era agradable y parecía que limpiaba y aliviaba. Pero claro, eso está bien para un rato, después la lluvia vuelve a ser jodida agua fría, así que menos mal que llevábamos paraguas.

Lugo sigue teniendo un casco viejo bien chulo. Me ha sorprendido que me gustase la sensación irreal de pasearlo así, casi abandonado. Aunque definitivamente me gusta más con gente. Me he dado cuenta cuando he visto que la puerta del estudio de Quique Bordell en Campo Castelo estaba cerrada. Tampoco estaban mis amigos en el Ho Gruf! ni en el Chuché.

lugo

El paseo sin rumbo nos ha llevado hasta San Marcos y al pasar delante del escaparate de La Sucursal me ha entrado antojo de todo. Cuando íbamos a entrar me he dado cuenta de que no llevaba  ni un céntimo encima ni tarjeta ni nada, pero según hemos cruzado la puerta Isabel me ha saludado por mi nombre. Total, que como dos chiquillos nos hemos llenado una bolsa con chocolates y pastas ricas y una botella de crema de orujo y nos hemos ido de cañón tan contentos, con nuestro paraguas sin abrir, bajo la lluvia.

De regreso a casa hemos pasado por delante de la peluquería de Vicky. Justo antes de que saliéramos había llamado a casa, para avisar de que el lunes entra en la fase esa de abrir con cita y la semana que viene ya tenemos vez en la peluquería para los cuatro. Sí, definitivamente Lugo me gusta más con gente, aunque sea yo.

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