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Traiciones por debilidad

"MÁS TRAICIONES se cometen por debilidad que por un propósito firme de hacer traición", escribió François de La Rochefoucauld en sus ‘Máximas’. Jaime Castiñeira, jefe de la junta local del PP y portavoz municipal del partido, se siente traicionado. O eso parece cuando esta semana advirtió reiterada y severamente sobre el peligro de los "traidores". No le gusta que haya gente –directivos y miembros de la federación vecinal, para ser exactos– que por la mañana abrace al PP y por la tarde encabece una manifestación contra el partido. Lógico. Pero sucede que el ser humano es débil y, aunque a veces uno no quisiera traicionar, si la ocasión se presenta... Y se presentó, vaya si se presentó. En forma de convenios, presupuestos participativos y otras hierbas, porque aunque algunos llevaban años de ventaja en esas lides, aquí nadie es manco. 

Después abrió el Hula sin todos los servicios que habían sido prometidos y requeteprometidos, hasta con fecha, y entonces la federación vecinal, cuya función es la defensa de los intereses ciudadanos, no olvidemos, se puso al frente de una plataforma para reclamarlos. Y como está feo ser desagradecidos, dejó sitio en la pancarta –en una ocasión, cuatro días antes de las elecciones municipales– para los políticos que quisieron ayudar a portarla. Que no fueron los del PP, precisamente. Los populares compartían la demanda, cómo no, pero peleaban de otra manera, decían. Aunque parece que no todo el mundo compartía la estrategia, a la vista de lo que va sugiriendo ahora por ahí el portavoz municipal. 

Castiñeira ve traiciones por todos lados porque, si lo sucedido con la plataforma del Hula fuera poco, a Elena Candia no le importó buscar la complicidad de algunos de esos "traidores" del PP en la reñida disputa que mantuvo por la presidencia provincial con Raquel Arias. Esta era justamente la candidata de Castiñeira, no quedó muy claro si por convicción o por descarte. Cada voto sumaba y en la federación vecinal seguía habiendo militantes del PP, aunque algunos no lo parecieran. A lo mejor porque, como defiende su presidente, el colectivo es apolítico, en su seno hay personas de todas las ideologías –"de ser de Podemos de momento aínda non nos acusaron", ironiza Jesús Vázquez– y cuando algo le parece que está bien lo dice y cuando cree que está mal, también. "Unhas veces as nosas posturas son máis cercanas a unha opción política e outras veces, a outra", afirma. No miente, solo hay que añadir que las posturas casi siempre son cercanas a quien manda en Lugo. Aunque puede que solo sea coincidencia.

Castiñeira ve infieles en el Partido Popular y cree que lo leal es señalarlos publicamente

Castiñeira quiso matizar esta semana que, cuando habla de traidores, de gente "que non é de fiar", se refiere solo a esas personas que "pola mañá visten a camiseta do PP, pola tarde a do PSOE e pola noite se fai falta collen unha subvención do BNG", pero a nadie se le escapa que el resentimiento que últimamente desprenden sus palabras va mucho más allá de la aludida federación vecinal. La nueva presidenta provincial está empeñada en que los militantes hablen y digan -otra vez- si quieren a Castiñeira al frente del partido y él insiste en que, de la junta local le apearán, pero que el acta de concejal la tiene por cuatro años. La sola idea de que el concejal Enrique Rozas, con el que lleva casi cinco años peleado, pueda arrebatarle la dirección del partido le saca de quicio y quizás por eso ha emprendido una arriesgada huida hacia adelante. Sin haberle llamado traidor, no hay mucha duda de que Castiñeira piensa que Rozas es exactamente eso. "Non se integrou [en el grupo municipal], vai por libre", dice. Opina que durante estos años el edil no ha sido leal con el grupo. Rozas defiende que, en todo caso, no le han dado oportunidad de demostrar lealtad. 

El resumen es que, al igual que en ocasiones se ha equivocado –la estrategia adoptada frente a la campaña del Hula es el ejemplo más evidente–, Castiñeira lleva razón en muchas de sus afirmaciones. El problema es que hablar de militantes traidores en una reunión de militantes no es precisamente la mejor forma de tratar de enderezar la situación. Y no parece que fuera un calentón, porque al día siguiente se reafirmó en esa idea de que hay afiliados que "no son de fiar". No puede ser tampoco que la culpa de todo lo malo que le sucede a Castiñeira, y por extensión al PP, sea siempre de los demás, que no haya nunca ni un asomo de autocrítica. 

En este contexto, parece poco probable que Castiñeira vaya a optar de nuevo a la presidencia de la junta local, y si busca otros fines, su estrategia, si es que la tiene, parece demasiado arriesgada. Pero lo peor de todo es que él mismo está empañando una labor de años que ha tenido aspectos positivos. La crítica puede parecer a veces excesiva, pero si encima echamos leña...

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