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Pequeñas grandes ayudas

COMO CASI EN todo en la vida, hay cosas en las que uno no cae hasta que se ve en ellas. Es humano. Y a veces no tiene tanto que ver con la miopía social como con el desconocimiento o simplemente con esa tendencia a no reparar en lo que no nos afecta directamente. De ahí la importancia de que, quienes saben, lo pongan ante nuestros ojos. Esta semana, un grupo de niños con trastornos del espectro autista (TEA) vieron una película en el salón de actos de un edificio público de la ciudad en unas condiciones ligeramente distintas a las de un cine. El sonido menos elevado y algo de luz en la sala. Son niños a los que les resulta muy difícil, o imposible, ir al cine. No son capaces de abstraerse del ruido ambiente y de concentrarse, son inquietos y se asustan con la oscuridad. Adaptar la sesión para ellos es, como se ve, muy sencillo, pero seguramente muchas entidades que programan actividades para infantes lo desconocen. Y seguramente no es culpa suya, o al menos no toda.

En este caso es la asociación Capaces quien ha puesto ante los ojos de los lucenses esta realidad. Y en ese empeño de que continuemos abriéndolos trabaja en otro proyecto que ayudará a las personas autistas y a sus familias a disfrutar de un acto tan cotidiano como tomar una tapa en un bar o comer en un restaurante. El plan consiste en proponer a los establecimientos hosteleros de la provincia que presenten parte de sus menús en unas fichas con pictogramas que facilitan a las personas con TEA la elección de platos. Como a cualquiera, también a ellas les gusta elegir y pedir por sí mismas, pero a veces no saben hacerlo oralmente. La campaña para hacer la vida un poquito más fácil a estas personas cuenta con el apoyo de la Xunta, la Asociación Provincial de Empresarios de Hostelería, Lugo Monumental, Caja Rural y El Progreso.

Cambios a veces mínimos y poco costosos suponen un salto en la vida cotidiana de personas con necesidades especiales

En ocasiones, los cambios son pequeños y poco costosos y sin embargo para quienes los necesitan son todo un mundo. Por eso resulta difícil de entender la resistencia con la que los demandantes se encuentran a veces. Hay colectivos que se hartan de exponer las dificultades con las que se encuentran y de plantear soluciones sin que encuentren respuesta. Auxilia, por ejemplo, no se explica cómo, a estas alturas de la existencia, Lugo va a estrenar unos cines donde las personas en sillas de ruedas o con otros problemas serios de movilidad van a tener que ver la película delante de todo, a unos metros de la pantalla y con todas las papeletas para salir con un esguince cervical. Yo tampoco me lo explico. Auxilia propuso que se habilitara un acceso por la zona media o por la zona alta, pero cayó en saco roto.

Como este hay decenas de ejemplos que sacan los colores a administraciones públicas y a establecimientos privados. Los párkings municipales de Lugo tienen ascensor desde hace solo unos años y los restaurantes con cambiador para bebé siguen contándose con las dedos de las manos, por poner uno de esos ejemplos de mejoras que no cuestan mucho. Hasta hace bien poco, una persona con cierto grado de discapacidad no podía obtener el carné de conducir. No había ni una sola autoescuela con coche adaptado. ¿Y se han parado a pensar alguna vez lo que supone un pavimento adoquinado para alguien que va en silla de ruedas? Eso sí es un martirio y no que el tacón se te quede atrapado en medio de dos piedras.

El papel de las asociaciones como espoleadoras de la iniciativa pública y privada es fundamental

Miremos hacia donde miremos hay una infinidad de aspectos que mejorar, aunque de vez en cuando conviene echar la vista atrás para ver lo que hemos avanzado y no perder la esperanza. Inventos que hoy forman parte de la vida cotidiana hace no tanto eran inimaginables. Y en gran parte gracias a la tecnología. En Lugo, donde no somos capaces de hacer funcionar unas simples pantallas electrónicas en las paradas de buses, nos parecerá ciencia-ficción, pero ahí al lado, en Vigo, funciona un sistema para que los molestos semáforos parlantes -que en Lugo tampoco abundan- ‘hablen’ solo cuando un invidente está cerca. La detecta con una aplicación que lleva en el Iphone.

El papel de las asociaciones como espoleadoras de la iniciativa pública y privada es fundamental, porque son quienes mejor conocen las necesidades, por eso resulta decepcionante y hasta indignante que a veces se pierdan en disputas internas. Las diferencias a la hora de enfocar la labor y el aferrarse a los cargos -por la cuota de poder que casi siempre implican, ya sea económico, de influencia...- suelen ser los motivos de las discrepancias y no es raro que estas acaben en rupturas y en asociaciones duplicadas. Con lo que eso implica. Menos fuerza, más división de recursos y un enorme malgasto de energía en cuitas.

Como decía el mítico Arsenio Iglesias, "fan ben pedir, ás veces incluso che dan"

Aunque solo hay algo peor y es la resignación. Darse por vencidos, aceptar que una sociedad igualitaria es imposible, que si tienes una necesidad especial no vas a tener acceso a lo mismo que el resto de personas, que las cosas cuestan y no hay dinero para todo. Una pizca de verdad hay en todo eso, pero si algo ha demostrado el ser humano es capacidad de superación.

Y lo más increíble es que a veces esa resignación se produzca en el seno de esos colectivos que en teoría están para luchar. Y sucede. Esta semana, a propósito de la iniciativa de Capaces, una persona de otro colectivo que nada tiene que ver con el autismo se llevó las manos a la cabeza. "Pues solo falta que cada uno pidamos una cosa". Pues sí. Como decía el mítico Arsenio Iglesias, "fan ben pedir, ás veces incluso che dan".

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