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Operación Rozas en marcha

El edil es, de momento, la única persona con interés claro en tomar el control del PP en Lugo



LA SITUACIÓN que vive el país, con una incertidumbre total sobre quién lo gobernará durante los próximos años y si habrá que ir de nuevo a elecciones, ha frenado los movimientos que se habían iniciado en algunos partidos tras las elecciones locales. Salvo en el PSOE a nivel federal, donde tras el 20D se ha desatado una obscena lucha por el poder. En Lugo, ninguno de las dos grandes formaciones puede sacar pecho de los resultados de mayo, pero el PSOE al menos logró mantener el gobierno local. El PP volvió a quedar como el gran perdedor, pese a que otra vez fue el partido más votado, y las sillas empezaron a moverse. El propio candidato popular, Jaime Castiñeira, confirmó su voluntad de "dar paso a outra xente". No precisó cómo ni cuándo lo haría, y este otoño llegó a afirmar que sería concejal los cuatro años, que para eso había sido elegido. De hecho, en los últimos meses, y a la vista de las dificultades para gobernar que tiene el equipo de Lara Méndez, Castiñeira mantiene un papel más activo. Hay quien incluso lo ve alcalde sin tardar.

Pero Castiñeira es también presidente de la junta local del PP y puede que en ese puesto tenga más dificultades para mantenerse. El congreso para la reelección tocaba en 2014 y no se hizo por decisión del PPdeG, ya que suele hacer coincidir los congresos en todas las ciudades y en algunas tenía problemas para llevarlos a cabo.

El plan de Feijóo pasó a ser celebrar en el primer trimestre del 2016 los congresos locales, provinciales y autonómico, para abordar el necesario proceso de renovación que evidenciaron las elecciones municipales, como él mismo reconoció. Sin embargo, la posición en que ha quedado el PP tras las generales y, sobre todo, el riesgo de que tengan que volver a convocarse elecciones, han frenado los movimientos. Los congresos podrían demorarse, lo que probablemente no gustará a parte de la militancia lucense, que desea aires nuevos en la forma de trabajar y no los ve posibles sin cambiar antes al director de orquesta. No parece casual que, por primera vez, el PP tuviera dificultades para reunir interventores y apoderados para el 20D. Los resultados de las últimas citas electorales también parecen confirmar esa demanda. A pesar de que en las generales el PP perdió en Lugo más de 8.000 votos, la candidatura que encabezó Joaquín García Díez obtuvo casi 5.000 votos más que la que lideró Castiñeira en mayo.

Y por quién pasaría el cambio? El concejal Enrique Rozas es, por el momento, la única persona con un interés claro, al menos que se sepa. Hasta ahora se ha cuidado mucho de manifestarlo públicamente y responde con evasivas cuando es inquerido al respecto, pero él se ve capaz de jugar un papel aglutinador y pacificador en el partido y hay militantes y votantes empujándolo a que dé el paso. La dirección conoce la situación y deja hacer, o eso es lo que parece. Sabe que en Lugo hay un problema. El presidente provincial, José Manuel Barreiro, lo reconoció de forma bastante explícita hace unos días. Atribuyó la pérdida de votos del PP en las generales a, entre otras razones, el 8% de ciudadanos que apoyaron a Ciudadanos y a los más de 900 que votaron a UPyD. Se da la circunstancia de que una de las candidatas al Senado era Ana Argiz, una muy activa exmilitante popular, que obtuvo 1.441 votos. En las municipales, otro exmilitante del PP, Ildefonso Saavedra, se llevó 530 votos con Foro Lugo. Hay que recordar que, en esa cita, el PP superó al PSOE por solo 1.200 papeletas. Argiz y Saavedra son dos de las personas que dejaron el PP por sus discrepancias con Castiñeira.

Si Rozas se decide a pelear por las riendas del partido, habrá que ver si tiene contrincantes. El PP no es muy amigo de primarias y el concejal tiene su parroquia, pero en política es arriesgado aventurar.

Un relevo en la dirección de la junta local no tendría por qué conllevar cambio en la dirección del grupo municipal, pero parece lo lógico, por eso de evitar bicefalias. Es una responsabilidad que a Rozas tampoco le asusta, a pesar de que no es su equipo y en los últimos años hubo muchas fricciones, pero en el grupo tampoco asoman alternativas claras. Y tampoco tendría que implicar que Rozas fuera a ser el próximo candidato a la alcaldía. Tiene hándicaps (entre ellos la formación), y él lo sabe, pero no es la primera vez que el partido hace una operación de ese tipo. Cuando Manuela López Besteiro renunció a la portavocía municipal, la asumió Castiñeira y el candidato acabó siendo García Díez, que no estaba en el grupo. Claro que contaba con la ventaja de que no necesitaba presentación. Había sido alcalde.

Aunque, para todo esto, falta saber si Castiñeira da el brazo a torcer tan fácilmente. Donde algunos ven un político perseverante, otros ven tozudez. Y, de momento, la dirección deja hacer.

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