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El contador corre para el PSOE

El plan de Besteiro de retrasar las primarias a la espera de su desimputación puede tener coste

LA IMPUTACIÓN del secretario general del PSdeG, José Ramón Gómez Besteiro, en el caso Garañón se ve como el gran escollo para que el lucense sea el candidato socialista a la presidencia de la Xunta, pero en realidad ese no es su mayor problema. De hecho, si en las próximas semanas el socialista fuera desimputado -circunstancia poco probable a la vista de cómo discurre el proceso-, seguramente el partido cerraría filas y se pondría a trabajar para intentar salvar los muebles en la próxima cita electoral, a la vista del poco tiempo que queda y de la alarma que saltó en las generales al ser adelantado por En Marea y convertirse en la tercera fuerza gallega.

Por mucho que el discurso público sea que, mientras el PP perdió cinco escaños, el PSOE mantuvo los seis diputados, o que, pese a la pérdida de más de 110.000 votos respecto a las anteriores elecciones nacionales, el PSOE fue el único partido que subió (unos 50.000 votos) en relación a las autonómicas de 2012, en el comité nacional celebrado el pasado fin de semana, Besteiro admitió sin paliativos que los resultados habían sido malos y anunció para febrero un comité extraordinario de discusión programática del que además saldrá fecha para las primarias.

No era esta la intención de la ejecutiva, cuyo plan era mantener la estrategia de alargar el debate político y de candidatos a la espera de que la situación judicial de Besteiro se aclare, pero reaccionó al conocer el plan que los sectores más críticos urdían para tratar de forzar un congreso extraordinario y su relevo en la secretaría general.

El anuncio surtió efecto. Eso, o que los contestatarios no reunieron fuerza suficiente para dar el asalto. En todo caso, estos optaron por esperar a ver si Besteiro cae por sí solo, ya sea en las primarias o en el proceso de renovación orgánica que se desencadenará tras el congreso federal. Porque el gran problema de Besteiro es que no consigue hacerse ver como un político capaz de liderar una alternativa a Feijóo. Sus problemas judiciales lo mantuvieron desaparecido durante meses. «Da a sensación de que non estamos. E ata agora era soportable, pero agora xa non», afirma un experimentado militante. Este recuerda que en la etapa de Touriño, su ejecutiva tenía que programar al menos un acto de partido a la semana si no quería oír bronca.

A la escasa actividad del partido, se suman decisiones poco acertadas, desde la imposición de candidatos en listas electorales a la nefasta planificación de su relevo en la Diputación, que acabó en manos del PP, y del de Orozco en el Concello. La consecuencia es que, por distintas razones, el PSOE tiene muchas dificultades para gobernar en ambas instituciones y, por momentos, estas parecen al borde del colapso.

Claro que, si se responsabiliza al jefe de lo malo, también hay que atribuirle lo bueno. En las municipales, la provincia donde el PSOE tuvo más respaldo fue Lugo (el 32% de los votos), al frente de cuyo gobierno provincial él llevaba ocho años. Los resultados fueron históricos, con una subida de votos del 7% (fue el único de los tres principales partidos que mejoró) que le permitió acceder a 28 alcaldías. Por otro lado, no hay que olvidar que Besteiro cogió las riendas de un PsdeG que venía de unos años de muchos problemas internos y que, en este tiempo, no ha dejado de tener elementos desestabilizadores en la casa que, por distintas razones, han intentado cuestionar su liderazgo, casi siempre sin dar la cara.

Sea como sea, la situación del PSdeG es muy delicada y la preocupación de la militancia se vuelve pavor solo de pensar que Feijóo puede convocar elecciones en cualquier momento. Por mucho que haya descartado adelanto, o precisamente por esa razón, nadie se fía y hay quien cree que, si se repiten las generales, el presidente de la Xunta puede hacer coincidir las gallegas, alegando ahorro, por ejemplo. Seguramente se beneficiaría de la probable remontada nacional del PP, a la vez que acortaría el tiempo de maniobra de PSdeG y En Marea, que a estas alturas no tienen candidato ni estrategia. Claro que tampoco Feijóo acaba de confirmar si se presenta, seguramente porque no lo tiene decidido, y quizás esa es la razón de que mantenga que no va a haber adelanto.

Besteiro tampoco aclaró en el comité nacional si él va a ir a las primarias. Desde su entorno se asegura que sí, pero prácticamente todo el mundo lo da por descartado si su situación judicial no cambia. Ir a unas elecciones con presidenciable imputado es hacerle la campaña a la oposición. Si Besteiro se empeña, se da por hecho que va a haber candidatura alternativa. ¿De quién? Además de los nombres de siempre -Pepe Blanco por un lado y María José Caride, por la vertiente viguesa-, hay quien no descarta que haya un grupo de gente trabajando para el exministro Francisco Caamaño o que la actual ejecutiva promocione a Valentín Formoso, presidente de la Diputación coruñesa. Quien salga necesitará un tiempo mínimo para articular un discurso que haga presentarse al PSOE como una alternativa solvente, porque si no, en unos meses, el partido puede verse en la tesitura de estar debatiendo si apoya la investidura y entra en un gobierno liderado por otra formación de izquierdas. En el PSOE hay quien descarta mayoría absoluta del PP y quien recuerda que, hace cuatro años, los votos de Age y BNG ya superaron los del PSOE. Falta por ver si esta vez habrá unidad del resto de la izquierda y de todo el nacionalismo, pero en el actual contexto de emergencia de las mareas, el panorama para el PSOE no pinta mejor que hace cuatro años. Por mucho que, en algunos casos, la labor de estas formaciones, ya sea en la oposición o en el gobierno, no cumpla todas las expectativas. Y el problema es que el contador corre y la dirección del PSdeG parece no tener prisa.

Artículo publicado en la edición impresa de El Progreso del domingo 17 de enero de 2016.

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