Una desgracia familiar
RECUERDO A MI primo pequeño por sus andares, que es una de esas cosas por las que nadie debería ser recordado jamás. Caminaba flexionando demasiado las rodillas, como si fuesen dos muelles viejos, y sus piernas parecían estar siempre a punto de descoyuntarse, provocando que mi primo se desmoronase dramáticamente por el suelo, dividido en multitud de piezas articulables. He...