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Unas autonómicas con dos frentes

La victoria de Leiceaga en las primarias, gracias a Besteiro en el papel de Cid de O Garañón, configura dos polos para las autonómicas, el PSdeG, Marea y BNG y el PP y C´S

L A DEL 16 DE OCTUBRE parece a día de hoy la fecha más probable para las autonómicas. Supondría que Feijóo cumple la tradición instaurada por Fraga de escoger el domingo siguiente a las fiestas de San Froilán, siempre alrededor de la ya olvidada pero fundamental efeméride del 20 de octubre, cuando en 1981 los populares movieron el curso de la Amazonas al vencer a la UCD. La decisión final del presidente de la Xunta dependerá del compromiso que adquirió con el lehendakari Urkullu para convocar en simultáneo y de lo que deparen tanto las generales del 26 de junio como el incierto escenario postelectoral español, pues no está del todo descartado que a Feijóo le interese agotar al máximo la legislatura, para acercarse lo más posible al fin de año.

Antes de las autonómicas, el 26-J aparece como un agujero negro, del que si bien se pueden intuir su líneas de fuerza en un panorama más parecido al del 2015 que al del pasado, nadie tiene la certeza exacta de qué puede suceder. En el PP se percibe la apuesta de Rajoy por reforzarse en lo posible en su precaria posición de primera minoría, para intentar salvarse de la quema, bien a través de la suma con C’s , bien gracias a que el PSOE, quizá en la tercera posición, tenga que levantar su veto. En estas previsiones hay una variante gallega, pues da la impresión de que a Feijóo no le disgustaría que el caos español continuase tras la repetición de las generales, para intentar erigirse en la garantía de la estabilidad en Galicia.

El PSOE lucha por mantener la segunda plaza y busca una carambola que lleve a la Moncloa a un Sánchez que de tercero lo tendría muy difícil para sobrevivir. Su caída representaría el ocaso definitivo de su amigo Gómez Besteiro, quien con la victoria en las primarias de su protegido, Fernández Leiceaga, se convirtió en una suerte de Cid de O Garañón, capaz de vencer tras sus funerales políticos de marzo. Así se puso de manifiesto ayer en el acto de proclamación de Leiceaga, cuando la presidenta de la gestora, Pilar Cancela, reivindicó a Besteiro. Para Leiceaga es crucial conservar los 6 escaños del PSdeG, para poder aguantar la tempestad de una defenestración de Sánchez.

Como afluente de Podemos que es, En Marea depende sobre todo del impulso de la nueva coalición en toda España de los de Iglesias con IU, para, sin que se vean mucho sus tensiones internas, consolidarse como la alternativa en Galicia, afianzando sus espectaculares resultados del 2015 o incluso ampliándolos, aunque sea difícil.

Aritméticamente Ciudadanos es el que lo tendría más fácil para salir reforzado, si le quitase al PSOE el escaño que tiene a tiro en Pontevedra. Pero C’s vive bajo la amenaza de que pinche lo que Enric Juliana definió como el globo naranja, siempre hinchado en las encuestas, sobre todo en Galicia.

Para el BNG el 26-J supone un nuevo sufrimiento y un test para Ana Pontón aunque tiene la ventaja de que, con el disparate de Nós, el 20-D dejó el listón por los suelos. 

Las generales elevan la incertidumbre justo cuando se estaba aclarando el panorama de las autonómicas. Sigue sin saberse quién será el candidato de En Marea, pues las reticencias de Esquerda Unida y la Marea Atlántica impiden que haya las garantías que querría el juez Villares para dar el salto, sin la incerteza de las primarias. Pero la elección del aspirante del PSdeG ha despejado bastante el escenario. Es posible que, aunque prometiera lo contrario, Romeu hubiese aceptado ser vicepresidente de una coalición con En Marea, con alguna consellería para el PSOE de Vigo. Pero el centroizquierda habría ido a la campaña dividido. Ahora va a ir formando un frente contra el de la derecha, el de PP y C’s. Si como parece no hay mayoría absoluta, la cuestión está en la suma de escaños de cada polo.

El Senado, la fábrica de aforamientos y de privilegios económicos 

"Para mudalo todo, para que nada siga igual". Este fue el lema con el que En Marea triunfó entre la progresía gallega. Por eso resulta chocante que sus dos senadores cobrasen la controvertida indemnización del Senado, como los del PP y el PSOE. Pero el problema no son las ayudas, sino la existencia de esa Cámara, una fábrica de aforamientos y una caja para financiar los partidos.

La Junta Electoral enmienda de nuevo el "voto rogado"

GALICIA FUE EL 20-D una de las pocas comunidades, junto a La Rioja, Navarra, Castilla y León y Cantabria, en la que el PP se impuso en el voto de los residentes en el extranjero, pues en el conjunto de la España exterior se produjo la significativa victoria de Podemos y sus confluencias, que ya anunciaban los resultados de las elecciones celebradas el año pasado en la mayoría de las autonomías. Sobre un volumen de votantes muy escaso, de 88.879, lo que representa menos del 5% del censo, el partido morado obtuvo un triunfo ajustado, con un 27% de los votos frente al 23,7% del PP, que en Galicia venció con un 40%, frente a un 20,7% del PSOE y un 20,6% de En Marea. Se trata de datos provisionales y oficiosos, del semanario España Exterior, pues más de cinco meses después el Ministerio del Interior todavía no ha divulgado los resultados oficiales de la diáspora, que solo difunde a través de su archivo de convocatorias anteriores, entre las que no está la de 2015.

Esta demora constituye una nueva muestra del desinterés y el desdén con el que se trata a la reserva electoral del extranjero, que ahora está prácticamente cerrada, después de que durante la pasada década PP y PSOE se hubiesen asustado mutuamente con su probada capacidad de utilizar a su favor el amplio catálogo de irregularidades que permitía el anterior modelo de voto en el exterior. Esta fue la causa de la reforma, pues no es cierto, como se escucha con frecuencia, que se hiciese para impedir la participación de los nuevos emigrantes, ni para frenar a los partidos emergentes. Estos factores no estaban sobre la mesa, aunque finalmente sí haya habido esos efectos.

Mañana [lunes 6 de junio] termina el plazo para que los residentes en el extranjero soliciten participar, a través del trámite conocido como "voto rogado", que alimenta la abstención, porque en la práctica supone tener que censarse con las elecciones ya convocadas y casi sin tiempo para hacerlo, sobre todo para los de América.

Según la Ley Orgánica del Régimen Electoral General (LOREG) el plazo debería haber terminado el 28 de mayo, pero la Junta Elecoral Central lo amplió hasta el 6 de junio. Esta medida va a permitir calibrar mejor cuál es el interés real por participar, al margen de los evidentes obstáculos que pone el sistema. En las últimas generales sólo hizo esa solicitud, en tiempo y forma, el 8,1% de los españoles del extranjero, porcentaje que en Galicia fue del 6,1%.

La decisión de la Junta Electoral Central supone que de nuevo enmienda la reforma aprobada por las Cortes en el 2011, para intentar paliar los despropóstios de un sistema que es de los más generoso del mundo a la hora de inlcuir a lso expatriados en el censo y de los restrictivos a la hora de organizar su sufragio. El producto de estas dos lógicas contradictorias se expresa en esas tasas descomunales de abstención del 95%. La Junta Electoral ya actuó así cuando, al contrario de lo que decía la ley, permitía el envío directo de los votos a España, sin pasar por los consulados. Pero las sentencias judiciales de las elecciones asturianas del 2012 le obligaron le obligaron a atenerse a lo que establece la LOREG. Ahora podría pasar lo mismo, si en alguna provincia el voto exterior es decisivo, aunque resulte muy improbable.

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