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Una guerra de edades

LOS JUBILADOS con Agustín Hernández en su merienda-mitin de O Castiñeiriño y los electores más jóvenes con Martiño Noriega en su mitin-show de la sala Capitol. Esta imagen que ofreció ayer la batalla electoral compostelana resulta representativa de una de las principales líneas de fuerza del 24-M en Galicia y en España. La guerra de las edades aparece como un factor clave en el rediseño del sistema de partidos en la crisis de la democracia española, como también lo fue en el referéndum de Escocia, pues la victoria del no se basó en el rechazo a la independencia de los votantes más veteranos.

Los mayores de 65 años conforman en España el último bastión del bipartidismo, la cohorte de edades en la que PP y PSOE todavía sumarían juntos más del 50% en unas elecciones generales, mientras los partidos emergentes, Podemos y Ciudadanos, tienen graves problemas para irrumpir en este sector con la fuerza que lo hacen en la juventud y en la gente de mediana edad, según el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).

De acuerdo con las estimaciones del CIS el PP sólo conseguiría mantenerse como la primera fuerza en las generales entre los mayores de 65 años, pues en el resto de grupos sería superado por Podemos o por el PSOE. Esta circunstancia resulta capital en la envejecida Galicia, en la que, además, la división por generaciones ha sido en las últimas décadas la principal constante estructural del comportamiento electoral, como se vio durante el ‘fraguismo’.

En el fragmentado panorama de las ciudades gallegas la guerra de edades se manifiesta sobre todo en las dos ciudades, A Coruña y Santiago, en las que han fraguado con más fuerzas las mareas, las plataformas electorales de confluencia de Podemos, Esquerda Unida, los ‘beiristas’ y de movimientos sociales en la órbita del 15-M. En ellas el PP trata de resistir con su hegemonía entre los votantes de mayor edad, de 55 para arriba, y lo que pueda pescar Ciudadanos entre los de menor edad, que son entre los que más se nota la desafección con el partido que gobierna en España, en Galicia, en la Diputación coruñesa y en estas dos ciudades.

Esa otra mitad, la de 55 años para debajo, aparece como la más propicia para la Marea Atlántica de A Coruña y su equivalente santiagués, Compostela Aberta, como se vio anoche en el mitin-show de Martiño Noriega en la sala Capitol, una mezcla entre el acto central de una campaña electoral y el show del grupo Chévere. No estaba lleno a reventar con gente escuchando en la calle como en el mitin de Beiras en las autonómicas. Ayer la calle estaba vacía, lo que muestra que las crecientes dificultades para atraer a la gente a los actos también alcanzan a las candidaturas emergentes. Pero dentro sí estaba lleno y había una significativa presencia de jóvenes menores de 30 años, encantados con la sátira sobre el accidentado gobierno del PP en Santiago y las promesas de un futuro mejor.

Agustín Hernández y Martiño Noriega escenificaron ayer cuáles son sus respectivos caladeros de votos preferenciales

Unas horas antes en el barrio de O Castiñeiriño el alcalde y candidato del PP, Agustín Hernández, se trabajó su principal caladero electoral, con una reunión con jubilados a los que la conselleira de Traballo, Beatriz Mato, estuvo cerca de prometerles la felicidad, pues aseguró que la prioridad de la Xunta es trabajar para que la alcancen. En una réplica un tanto desdibujada del discurso de su jefe, Núñez Feijóo, Mato insistió en el mensaje del miedo, al invocar el supuesto riesgo de que Santiago se convierta en una ciudad venezolana. Esa línea la siguió también Hernández cuando proclamó que Martiño instauraría un «gobierno revolucionario», mientras el público asentía y parecía dispuesto a hacer todo lo que pueda el próximo domingo para impedirlo, a través de una participación electoral que siempre resulta mayor entre la tercera edad que entre la juventud.

Fuera de Santiago y A Coruña, la guerra de edades resulta más difusa, pues hay ciudades en las que el PP ha perdido el control de su caladero electoral de los mayores, como en Vigo, donde el socialista Abel Caballero entra en la gran reserva de votos de los populares, como también hace su compañero Orozco en Lugo. En Pontevedra el nacionalista Lores ya ha demostrado varias veces que aguanta el tirón en la tercera edad, mientras que en Ferrol y Ourense el PP no sólo aparece como la fuerza hegemónica en este sector, sino que la fragmentación de la izquierda la hipoteca para rentabilizar el malestar de los más jóvenes con el desigual reparto de las cargas de la crisis.

Artículo publicado el miércoles 20 de mayo en las ediciones impresas de El Progreso y Diario de Pontevedra.

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