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Un Parlament independentista

El secesionismo no alcanzó el 50% de los sufragios, pero logró la mayoría de escaños y mostró la gravedad del problema catalán


El Parlament de Catalunya tiene por primera vez una mayoría independentista, escorada además hacia las posiciones más radicalizadas. Esta es la principal conclusión de las elecciones de ayer que han mostrado la enorme gravedad del problema político que tiene España, aunque no se llegase al extremo de que el secesionismo superase el 50% de los votos, pues se quedó en el 47,8%. Si había un plebiscito sobre la independencia, el sí no lo ganó, al no sobrepasar la barrera de la mitad más uno de los sufragios. Sin embargo, no todo lo que tenía enfrente era el no rotundo de PP, Ciudadanos e incluso del PSC, pues Podemos y Unió defendían un nuevo marco.

Entre los 135 diputados del Parlament 72 abogan por la creación de una República catalana separada de España. Son los 62 de Junts pel Si, que lideraba Artur Mas sin liderarla, y los 10 de la CUP, el partido de la izquierda radical que tiene la llave de la gobernabilidad y que seguramente hará que en breve los comentaristas de Madrid echen de menos los tiempos en los que la bisagra era ERC.
El nacionalismo catalán en su conjunto ha perdido dos escaños respecto a las elecciones de hace tres años, pero en este viaje se ha hecho independentista, una posición que antes no era hegemónica y que ahora está inequívocamente asumida por la totalidad de esos 72 diputados. Esa es la gran cuestión en lo que atañe a la evolución del desafío soberanista.

Pero las de ayer eran unas elecciones autonómicas, aunque hubiese triunfado la apuesta de Mas por convertirlas en un plebiscito, gracias en buena medida a la táctica del Gobierno de Rajoy por avivar el conflicto para utilizarlo como el señuelo con el que ganar las generales. Como eran unas autonómicas, el parlamento tiene que elegir a un presidente que debe formar un gobierno. Y ahí empiezan las dificultades, pues Mas no tiene asegurada la investidura y es posible que "le hagan un Orozco", por utilizar la expresión del alcalde de Becerreá, Manuel Martínez, para describir el escenario en el que sería elegida otra persona.

Pero anticipar lo que va a pasar en Cataluña resulta dificilísimo. Ya lo era a comienzos de este siglo y ahora la complejidad se ha multiplicado varias veces, porque el mapa político es un mosaico muy intrincado y porque todo está condicionado por el auge del independentismo, que en buena medida es un movimiento reactivo alimentado por la miopía reinante en Madrid. Sería la ocasión para que se abriese una vía de diálogo, que llevase al reconocimiento de la nación catalana o a la celebración de un referéndum a la escocesa, pero parece muy difícil en vísperas de las generales, en un contexto bastante explosivo en el que el conflicto podría agudizarse.

Los resultados de ayer muestran que Rajoy volvió a sufrir una nueva derrota, pues el PP se hundió, frente al empuje de un Ciudadanos que fue el vencedor de la otra competición, la que libraba con Podemos y el PSC por la segunda plaza. C’s cobra fuerza ante las generales, lo que seguramente le valdrá para que no se deshinchen sus muy infladas expectativas. En cambio, Podemos recibió un fuerte castigo. El PSC resistió un poco mejor y Sánchez tiene la oportunidad de aparecer como la solución al choque de trenes con Cataluña con el que Rajoy intenta salvarse en las generales.

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