Lugo y Ourense, el fortín bipartidista

En los comicios que convoca mañana Rajoy será más crucial que nunca la ley electoral por la distorsión que genera en las provincias del subsistema mayoritario, como la lucense y la orensanaEN ALGÚN despacho del Gobierno debe de estar lista en una hoja de Excel la más importante operación numérica ante las legislativas del 20 de diciembre, pues se va a aplicar en el decreto de convocatoria de las elecciones que firmará mañana Rajoy. A pesar de la infundada creencia popular ese cálculo esencial no tiene nada que ver con el matemático belga Victor d'Hondt, cuyo método se utiliza en el reparto de escaños entre partidos. Como a esa regla se le llama la 'Ley de d'Hondt' se le suele confundir con la misma ley electoral en su conjunto, aunque sólo sea una parte, significativa, pero sólo una parte.En el sistema electoral español resulta más relevante esa operación que se plasmará en el decreto que Rajoy firmará mañana. En la Ciencia Política se le conoce con el nombre de 'prorrateo', una de esas oscuras denominaciones que no contribuyen a reducir la confusión. Consiste en determinar cuántos de los 350 escaños del Congreso se escogen en cada una de las 52 circunscripciones. Es un cálculo trucado en 1977 por el Gobierno de Suárez, que se ha mantenido inalterable, porque beneficia al PP y el PSOE, aunque ahora mismo más al primero que al segundo.La primera distorsión reside en ese total de 350 diputados, que es bajo para un país de 46 millones de habitantes y, sobre todo, para distribuirlo entre tantas circunscripciones salvaguardando la proporcionalidad electoral que establece la Constitución. La segunda y fundamental distorsión radica en que cada provincia tiene asegurado un mínimo de dos escaños, mientras las ciudades africanas cuentan cada una con un diputado.La Comunidad Valenciana elegirá 32 escaños, los mismos que Castilla y León, pese a tener el doble de población. Ourense mantendrá sus 4 diputados, frente a los 2 que le tocarían proporcionalmente. Lugo conservará sus 4, uno más de lo que le correspondería. Pontevedra seguirá con los 7 que tendría en cualquier caso y A Coruña continuará con 8, uno menos de los que debería tener.Como bien explica el colectivo Politikon en el libro La urna rota en España hay tres subsistemas electorales: el proporcional, el de las provincias que eligen más de 10 escaños (Madrid, Barcelona, Valencia, Alicante, Sevilla, Málaga y Murcia); el intermedio, el de las de entre 6 y 9 (como A Coruña y Pontevedra), y el mayoritario, el de las de 5 o menos (como Lugo y Ourense). En el mayoritario existe una acusada desproporcionalidad en el reparto de escaños entre partidos, que resulta menos elevada en el intermedio. De ahí que las fuerzas pequeñas sí puedan sacar diputados por A Coruña y Pontevedra, como pasó con el BNG y el CDS.La última vez que un tercer partido tuvo escaños en el santuario del bipartidismo de Lugo y Ourense fue en 1986, cuando Coalición Galega eligió un diputado por la provincia orensana. Pero entonces había allí 5 escaños. Con los 4 de ahora no lo habría logrado. En 2000 el BNG se quedó a las puertas de tener escaños por estas provincias, que ya contaban con 4. Con los 5 que hubo en Lugo hasta 1993 y en Ourense hasta 1989, el Bloque sí que los habría logrado.En pleno colapso del bipartidismo cobra una importancia capital el sistema electoral que, en palabras de uno de sus padres, Óscar Alzaga, es "bastante maquiavélico". Castiga sobre todo a los terceros partidos de ámbito español, como Podemos y Ciudadanos. En Galicia lo que se puede adelantar por ahora es que si se presentan Podemos, Anova, Esquerda Unida y las mareas por un lado y el BNG por el otro, PP y PSOE lo tendrán más fácil para resistir en Lugo y en Ourense. En A Coruña y Pontevedra habrá una compleja pelea por los escaños, en la que también entraría Ciudadanos, aunque no se sabe con qué opciones de éxito.Méndez, el antiguo amo de Caixa Galicia, el último intocableLa condena de los antiguos directivos de Novacaixagalicia por las escandalosas jubilaciones supone una pequeña y tardía reparación a la sociedad por los desmanes que hundieron el sistema financiero gallego. A Gayoso, 'don Julio', le condenó su legendaria resistencia en una caja que creía suya. En cambio, al apartar a Méndez por la quiebra de Caixa Galicia el Banco de España le salvó. Es el último intocable.La lección lusa: Las legislativas no son presidencialesComo sostiene Enric Juliana hay un ciclo electoral ibérico, que en este otoño comenzó en Cataluña, siguió en Portugal y acabará con las legislativas españolas de diciembre, las llamadas generales. También se puede hablar de un ciclo electoral del 2015 en el sur de la zona euro, que incluye las dos elecciones griegas, las municipales y autonómicas de mayo y las andaluzas de marzo.En este escenario se ha producido el fenómeno, casi paranormal, de que en España se le preste atención a Portugal. Primero fue con el resultado electoral, que en Madrid se interpretó, incluso por la prensa progresista, como un triunfo de los partidarios de la austeridad, como si los portugueses hubiesen avalado en las urnas los duros ajustes aplicados por el Gobierno del conservador Passos Coelho, alumno aventajado de la troika. En realidad, Passos recibió un correctivo, al caer casi 12 puntos, lo que no impidió que fuese la fuerza más votada, debido al hundimiento de las expectativas del socialista António Costa tras el encarcelamiento de su amigo y antiguo jefe José Sócrates. El PS se desfondó y el voto útil de la izquierda se volvió inútil, lo que impulsó al Bloco de Esquerda que duplicó sus sufragios.Ahí estaba la primera lección para España de las elecciones del 4 de octubre, que consistía en que para que haya un cambio debe existir una alternativa, lo que no ocurría en Portugal aplicando los usos y costumbres de los últimos 40 años en los que, desde la ruptura que escenificó Mário Soares en el discurso de la Fuente Luminosa, los socialistas nunca habían pactado en el Parlamento con las fuerzas situadas a su izquierda. Pero la lucha por la supervivencia de Costa y la apuesta del Bloco y los comunistas por tumbar al Gobierno conservador se ha plasmado en la existencia de una mayoría alternativa en el Parlamento, que pretende elegir a un Gobierno socialista. Para lograrlo tiene que superar las resistencias del presidente de la República, el conservador Cavaco Silva, que el jueves nombró primer ministro a Passos. Pero éste puede ser derribado cuando en las próximas semanas presente su programa de Gobierno ante un Parlamento dominado por la izquierda. Si cae, Cavaco tendría que nombrar a Costa, a no ser que quiera forzar al máximo sus prerrogativas para mantener a Passos en funciones hasta la primavera, después de las presidenciales de enero.Así que la verdadera lección de las elecciones portuguesas reside en que eran legislativas, para elegir un Parlamento del que emana la legitimidad del Gobierno, aunque en el sistema semipresidencial luso éste también dependa del presidente. Aplicada al sistema parlamentario español la lección quiere decir que el 20 de diciembre se va a elegir al Congreso de los Diputados, no al presidente del Gobierno. Y que será el Congreso el que designe al presidente, sin que en ningún sitio esté escrito que tenga que gobernar la lista más votada, sino la que tenga el apoyo de la mayoría de los diputados. De hecho, como el sistema electoral le beneficia más, el PP puede tener más escaños que el PSOE con menos votos.*Artículo publicado el domingo 25 de octubre de 2015 en la edición impresa