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Lo que toca en Galicia

Laxe apela a una supuesta dinámica de alternancia en la Xunta, pero lo que se ve parece una resignación ante la habitual mayoría del PP


GONZÁLEZ LAXE insistió este jueves en su extravagante teoría de que Xoaquín Fernández Leiceaga, Xocas, tiene que ser presidente de la Xunta porque "le toca", al ser el candidato del PSdeG. Para Xocas sería mucho mejor que pesasen más otros méritos, como su preparación, experiencia y brillantez académica, compensando incluso su falta de carisma, pues lo de que llega su turno tiene varios problemas. El primero y fundamental es que entre los dos gobiernos de coalición presididos por los socialistas en Galicia mediaron 16 años, por lo que no habría otro hasta 2025.

Y aunque Laxe y muchos más se empeñen, su tripartito y el bipartito de Touriño no pueden homologarse. El primero, de 1987 a 1989, fue un gobierno de más que cuestionable legimitidad democrática, vicepresidido por un tránsfuga que había tenido ese mismo puesto en esa legislatura con AP y que acabó condenado por prevaricación, Barreiro Rivas. Al segundo, el de 2005 a 2009, aunque Feijóo nunca le reconociese su legitimidad, se la concedieron los 110.000 votos de diferencia que hubo entre la alianza de PSdeG y BNG y el PP, pese a que sólo fuese con un escaño de diferencia, pero sin que nadie que votase a socialistas y nacionalistas pudiese desconocer que iban a coaligarse. El de 2005 fue un Parlamento único en la historia, pues en él había una nunca vista mayoría de centroizquierda, que sólo se da en condiciones excepcionales, como las que se vislumbraban en 2015.

El estallido de la guerra interna del PSOE, como pasó con la de Podemos, mide su fe en noquear a Rajoy a través de Feijóo


Resulta más valiosa para el PSOE la aportación de Emilio Pérez Touriño, por más frío que fuese su apoyo del lunes a Leiceaga y pese a que parezca no haberse bajado de su fallido cartel presidencial del año 2009. Insistió en la tesis de que sólo puede haber cambio con los socialistas delante de En Marea, pues de lo contrario la estructura de la sociedad gallega impide que la suma dé. Es discutible y está por ver, pero se basa en datos reales.

Pese a su desenfoque, resulta interesante esa idea de Laxe de qué es lo que toca en Galicia en estas elecciones, pues a golpe de encuestas desfavorables y del peso de sus problemas internos, en la oposición hay mucha gente que ve inexorable que corresponda una nueva mayoría absoluta del PP, por más excepcional que resulte en el panorama español.

También se percibe que son muchos los que lo piensan fuera de Galicia, como reflejó la polémica de Errejón e Iglesias y vuelve a suceder con la guerra en el PSOE en España. Si creyesen que a través de Feijóo iban a noquear a Rajoy serían más responsables.

A Laxe le pesó en su campaña 1989 la deserción de González, lo que se suele explicar por un pacto de Estado tácito para que Fraga viniese a Galicia y parase al nacionalismo. Ahora parece primar una resignación ante una mayoría del PP, aunque esté por ver.

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