Blog |

La despedida preventiva de Feijóo


El presidente dijo adiós por si acaso, por si ve que no puede ganar las autonómicas y no se presenta. Después, el desastre de la oposición le animó, pero eso en las municipales ya no le sirvió.


AL IGUAL que el año pasado Alberto Núñez Feijóo salió del debate del estado de la autonomía sintiéndose pletórico, pues, pese al profundo estado de decadencia electoral de su partido, las fuerzas de la oposición no sólo no consiguieron noquearle sobre la moqueta parlamentaria de la rúa de O Hórreo, sino que ni tan siquiera lograron arrinconarle. En su euforia seguramente el presidente de la Xunta no se paró a recordar que esa misma sensación ya le embargó hace doce meses, sin que ello impidiese que los populares sufriesen en las municipales una derrota histórica, al perder el control de tres de las cuatro diputaciones y ser barridos en la gran mayoría de los principales ayuntamientos.

Aunque el nacionalista Jorquera tuvo más garra que en otras ocasiones, en su papel del más creíble portavoz de la oposición, y el socialista Méndez Romeu por lo menos esta vez atinó al señalar la flagrante contradicción de reducir impuestos cuando no hay dinero para, por ejemplo, contratar más médicos, el balance de los rivales del PP volvió a ser de nuevo desalentador, a partir primero del triste espectáculo de las diputadas del grupo mixto escindidas de Age y, después, con las bastante vacías intervenciones de un desdibujado Beiras. El veterano pianista ya no habla para el país, sino para las webs rupturistas de otras zonas del Estado en las que publica sus discursos, por lo que apenas le queda la réplica para lanzar su torrente verbal y musical contra Feijóo, quien tuvo la habilidad de provocarle recordándole sus tiempos de fallido opositor a corredor de comercio, una treta pueril en la que Beiras cayó cual principiante.

Sin embargo, todo ha cambiado desde la aparición de los papeles de Bárcenas en enero de 2013, una publicación que en un estado con una asentada cultura democrática habría provocado la automática dimisión del presidente del Gobierno y que en el caso español adquirió una mayor gravedad, al mezclarse con el malestar por los fuertes ajustes aplicados por Rajoy a las órdenes de la troika y Merkel. Desde entonces al PP ya no le basta con el desastre de la oposición, pues el suyo resulta incluso mayor, según mostró en Galicia el desenlace de las europeas de 2014 y de las municipales de 2015, así como el de todas las autonómicas que se han celebrado en otras comunidades. El PP está tan mal que ya no le salva ni la oposición.

Antes del subidón vespertino, Feijóo se mostró consciente de la adversa coyuntura a la que se enfrenta, al cerrar su discurso matutino con un mensaje final de agradecimiento a Galicia, en el último debate del estado de la autonomía de esta legislatura. Sus palabras generaron la controversia de si estaba o no diciendo adiós. Es una duda lógica, porque es la que tiene él, pues en realidad lo hizo que fue efectuar una despedida preventiva, por si finalmente decide no presentarse a la reelección. Lo va a decidir, según ha explicado él mismo en varias entrevistas, a la luz del resultado de las generales, que darán la pista de si el PP tiene posibilidades de retener la mayoría absoluta que obtuvo en octubre del 2012, es decir antes del estallido definitivo del caso Bárcenas, y de si al menos contaría con opciones de conservar el poder gracias a la hasta ahora improbable entrada en Galicia de Ciudadanos.

El futuro de Feijóo sigue envuelto en una densa niebla, que se hace más espesa porque se continúa hablando de su salto a Madrid con vistas a liderar el PP, a pesar de que este proyecto quedó aparcado tras la publicación el 31 de marzo de 2013 de sus fotos con Marcial Dorado. En cualquier caso, la bruma electoral fue la protagonista del debate del miércoles, pues, por primera vez, a un año de las autonómicas no hay ningún candidato claro a la presidencia de la Xunta en ninguno de los partidos con representación parlamentaria. Tras las generales de diciembre empezará a salir el sol.

Las incógnitas de la progresión del exalcalde de Ferrol

¿Será Rey Varela el mayor bluf de la política gallega desde Teresa Táboas? El tiempo lo dirá. Su ascenso resulta prodigioso. Le encumbró su mayoría absoluta en Ferrol del 2011, meritoria pero producto de la lógica pendular ferrolana de alternancias de izquierda y derecha que él no logró parar. Ahora es el conselleiro de moda que algunos ven como sucesor de Feijóo, lo que confirmaría que éste quiere seguir, si puede.

La caída de Laura Seara y los estertores del ‘pachismo’

Nada más tomar posesión del despacho principal de la madrileña calle Ferraz, Pedro Sánchez comentó a sus allegados que hay tres personas a las que no les perdonará nunca los que considera ataques de juego sucio contra él y su familia durante la campaña de las elecciones internas en las que se impuso a Eduardo Madina. Una era una parlamentaria de Andalucía y las otras dos eran “la diputada Laura Seara y su marido”, el antiguo jefe de prensa de Pachi Vázquez, que había sido el director de comunicación de la campaña del candidato perdedor.

La suerte de Laura Seara estaba echada pues era evidente que lo tenía prácticamente imposible para, después de las próximas generales, seguir ocupando un escaño en nombre del PSOE, como hacía desde los 26 años, cuando se estrenó en el Parlamento gallego en el 2001 luciendo una pegatina de “No a la guerra” en la mesa de edad que compartía con el diputado más veterano, Manuel Fraga Iribarne. En el 2010 saltó a la política estatal, primero como directora del Instituto de la Mujer y después, como secretaria de Estado de Igualdad, gracias a sus vínculos con la generación de nuevos dirigentes del PSOE, curtidos como ella en las Juventudes Socialistas, de las que llegó a ser secretaria de organización.

Seara pudo haber sido la heredera de José Blanco, el gallego que tuvo mayor peso en el socialismo español desde Pablo Iglesias, como se vio en la sede de Ferraz cuando acompañó a Madina durante el debate de los candidatos a la secretaría general. No obstante, la alianza del vasco con la diputada de Ourense le causó a éste un elevado desgaste en Galicia, donde ella tenía poco predicamento fuera de las filas del ‘pachismo’, un sector del que Seara es una pieza clave. Ahora los ‘pachistas’ están cada vez más hundidos, aunque mantengan el control del aparato del partido en su provincia.

El veto a Seara en las listas del Congreso aplicado por Sánchez y Besteiro muestra que éste último trata de resistir al frente del PSdeG, a pesar de que la juez Pilar de Lara no suelta la presa del caso Garañón. Besteiro también aprovechó las listas por propinarle un severo correctivo a la irredenta líder del PSOE de Ferrol, Beatriz Sestayo.

Tras fallar por enésima vez el intento de rescatar al expresidente González Laxe como candidato por A Coruña, el PSdeG afronta las generales con unas listas muy débiles. Como sucursal que es de la casa matriz, depende muchísimo de cómo le vaya al PSOE en toda España, con el añadido de los destrozos electorales que puede sufrir si, como todo indica, cuaja la alianza de la Anova de Beiras, Podemos y Esquerda Unida, apoyada por las mareas urbanas, aunque, por lo que parece, sin el concurso del BNG.

El pinchazo de Podemos en Cataluña da la impresión de haber animado al Bloque a reforzar su apuesta por ir por su cuenta, en un incierto frente con minúsculos partidos nacionalistas. El revés electoral de Iglesias también ha enfriado el interés de Beiras por encabezar la candidatura de las mareas al Congreso por la provincia de A Coruña. A ver qué pasa en los próximos días.

*Artículo publicado el domingo 18 de octubre de 2015 en la edición impresa

Comentarios