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Fetichismo demoscópico

SEGÚN LAS encuestas publicadas el 17 de mayo de 2015 por los dos periódicos gallegos de mayor circulación el PP contaría con las alcaldías de Ferrol y Lalín, con mayoría absoluta, y con la de A Coruña, en alianza con Ciudadanos. De acuerdo con los sondeos a pie de urna del 26-J, tradicionalmente los más fiables, España podría tener hoy un presidente del Gobierno con coleta, si Pablo Iglesias hubiese conseguido que el PSOE apoyase su investidura, pues la israelitas pronosticaban que Unidos Podemos y los socialistas estaban condiciones de sumar mientras Rajoy se hundía todavía más.

El recuento oceánico y de infarto que confirmó la caída de Fraga en 2005 no habría existido de acuerdo con la mayoría de los vaticinios demoscópicos. Incluidos los de las israelitas, que situaban al león de Vilalba a distancia de la mayoría absoluta y no a las puertas como al final se quedó. Si en vez de los votos contasen las encuestas del domingo anterior Feijóo no habría llegado a la presidencia de la Xunta en 2009, pues seis anunciaban la reedición del bipartito y sólo tres dejaban todo el aire, al darle algunas opciones al PP.

En 2012 el diagnóstico principal fue correcto, pues Feijóo cumplió con los pronósticos al reeditar la mayoría absoluta, aunque lo hiciese con más margen del previsto, mientras no se contaba con la espectacular irrupción de AGE.

La historia electoral, con 6 mayorías absolutas en 7 elecciones desde 1989, y los estados de ánimo tienen más valor que los sondeos

Todo este historial, sobre todo en lo que afecta a las generales del 26-J y del 20-D, muestra que creerse las encuestas tiene bastante de fetichismo demoscópico, pues supone atribuirles un carácter mágico a previsiones que han fallado muchas veces. Pero en Galicia tiene algo de lógica hacerlo en lo que atañe a la mayoría absoluta del PP, pues la ha logrado seis en las nueve elecciones celebradas desde 1981 y seis de siete si se cuenta desde 1989, cuando comienza la etapa equivalente a la actual, sin UCD y ya casi sin sus restos «coagas».

Que el PP perdiese la mayoría absoluta sería excepcional, aunque es seguro que hubiese ocurrido si se hubiese votado en 2015. Pero ahora los populares se han rearmado y la oposición está desmoralizada, sobre todo después de que el domingo se conociese el vaticinio unánime de todas las encuestas, que auguraban la mayoría absoluta a Feijóo. Dicen que no, pero realmente se las creen.

Quienes en realidad no se creen del todo las encuestas son los populares, pues la mayoría de sus dirigentes consideran que van a tener más que los 38-39 diputados que les daban los dos diarios de mayor circulación. Lo dijo sin tapujos ayer Rajoy al anunciar que Feijóo tendrá «muchos más escaños», lo que contrasta con el llamamiento a la prudencia que hizo el vicepresidente Rueda, para evitar el exceso de confianza. Ese es el riesgo del PP, mientras el de la oposición reside en deprimirse todavía más.

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