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El futuro de Feijóo, a examen

La laguna de As Sete Cidades ofrece uno de los paisajes más emocionantes que conozco. Tomado por el agua dulce, este cráter de un antiguo volcán de la isla de São Miguel dos Açores está rodeado de verdes laderas con vacas pastando. El nombre procede de una leyenda atlántica, pero para un gallego evoca la configuración de la Galicia urbana. Feijóo hizo el viernes su particular tour de las siete ciudades, de Ferrol a Santiago, por Lugo, Ourense, Pontevedra, Vigo y A Coruña. El itinerario recuerda a la desesperada gira de Touriño del 27 de febrero del 2009, dos días antes de la caída del bipartito, aunque su programa no incluía ni Ferrol ni Pontevedra.

El actual presidente de la Xunta se ha movido como nunca, pero sin apearse ni un milímetro de su discurso tradicional, que en su esqueleto básico de yo o el caos multipartidista resulta idéntico al de su debut como líder del PP en las municipales de 2007, en las que sobrevivió porque progresó en el voto urbano, aun sin lograr la alcaldía de una ninguna ciudad, y salvó por los pelos la Diputación de Pontevedra.

Hoy Feijóo empezará a calibrar si se presenta a la reelección en el 2016. Su campaña mostró que desea seguir. Pero todo indica que sólo se postulará si cree tener posibilidades de éxito. Para decidirlo tiene dos test, el de las generales de fin de año, que determinará el contexto general, y el de las municipales, que suelen ser las elecciones que más se parecen a las autonómicas.

Aunque pesa mucho el territorio más cercano, en las municipales hay un componente general español que en ocasiones se exacerba. Así, hoy serán aún más relevantes los resultados de Madrid y Barcelona y los de las autonomías del café para todos. En España se van a medir dos cosas, el alcance de la crisis de las fuerzas tradicionales, tras el alza en las encuestas de Podemos y Ciudadanos, y el tamaño del cráter de la Moncloa, generado por el desgaste de su inquilino.

El BNG sale a resistir; el PSOE, a aguantar y extenderse desde Lugo y Vigo y las mareas, a triunfar en A Coruña y Santiago

Al mandar a su vicepresidenta Saénz de Santamaría a cerrar campaña en la batalla por la Diputación de Pontevedra, Rajoy mostró que tiene un ojo puesto en esta institución, donde empezó a gobernar a los 28 años. Su resultado es una de las claves del 24-M en Galicia. Está en juego el más inexpugnable fortín provincial del PP. Si bien no conviene obviar la Diputación de A Coruña, aunque para el PP parezca más a salvo, la otra que emerge como esencial es la de Lugo, pues su presidente es el líder del PSdeG, Gómez Besteiro, aunque no opta a la reelección. Conservarla y mantener la alcaldía de Lugo resultan cruciales para su consolidación, como contrapeso al alza del caudillo vigués Caballero y a unos resultados en conjunto negativos.

Todo apunta a que el socialista Caballero seguirá de alcalde en Vigo y el nacionalista Lores lo hará en Pontevedra, mientras el exconselleiro Vázquez tiene en la mano recuperar Ourense para el PP, con el permiso del localista Jácome. Los sondeos también auguran que el alcalde de Ferrol, el popular Rey Varela, entraría en esta categoría de los claros favoritos, si bien la trayectoria de su ciudad invita a la cautela, pues según su tradicional péndulo ideológico ahora le tocaría al centro-izquierda tener la mayoría.

Lugo es la única urbe donde parece no estar claro cuál va a ser la fuerza más votada, una vez que ha cristalizado la estrategia del PSOE de usar el desgaste del PP por el hospital como antídoto frente a las imputaciones del alcalde Orozco y la confesión del corrupto Liñares. En la campaña han bajado las opciones del PP de gobernar, fruto del por lo menos en apariencia desinfle de Ciudadanos, lo que también lastra a los populares en A Coruña y Santiago, donde la Marea Atlántica y Compostela Aberta aparecen a priori como favoritas para hacerse con la alcaldía si tienen el apoyo de un PSOE que se arriesga a ser la tercera fuerza en ambas.

Con un BNG que aspira a poco más que a resistir, a salvar sus alcaldías y a mantenerse en las ciudades, la amenaza para el bipartidismo tradicional procede de las mareas, la alianza de Esquerda Unida, Beiras y Podemos, que está muy circunscrita a A Coruña y a Santiago, donde Martiño Noriega intenta aparecer como su líder emergente en Galicia.

Todo este escenario está cogido por alfileres, en un ambiente electoral muy frío, que es el más proclive para las grandes sorpresas y con varias fuerzas moviéndose en todas las ciudades alrededor del 5% de los votos, que es el porcentaje mínimo para tener concejales, lo que multiplica la incertidumbre.

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