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El ciclo de En Marea: caos y éxito

Mientras los populares tienen claro que su enemigo es la alianza de Beiras e Iglesias, esta coalición muestra que cada vez le cuesta más estar a la altura de las expectativas que genera

PARA INTENTAR FRENAR a En Marea, Feijóo está acabando de hundir al BNG. Hace tiempo que se percibe el diagnóstico de los populares de que comparten con el Bloque un enemigo común, la tan caótica como exitosa alianza de Iglesias y Beiras. Así que el PP trata de ayudar al Bloque, pero lo hace de la manera más torpe posible, con alabanzas más o menos directas. Comete así un error en el que nunca caería Fraga, quien tendría claro que la mejor manera de echarles un cabo a los nacionalistas sería con un duro ataque. 

El PP salió de su congreso del pasado fin de semana en Ourense con una contradictoria sensación de alivio y desconcierto. Lo primero se debe a la continuidad del líder y lo segundo, a los cambios derivados del hundimiento de la mayoría de las antiguas baronías provinciales, coyuntura que llevó a Feijóo a situar a su vicepresidente Rueda en Pontevedra y a efectuar un relevo en principio más cosmético que real en la secretaría general, que asumió el hasta ahora portavoz del partido, Miguel Tellado.  

Tellado se estrenó con unos cañonazos contra los de Beiras e Iglesias que muestran el escenario que vislumbra el PP ante las autonómicas de octubre. Se caracteriza por la esperanza de los populares de conservar su dominio el Parlamento gracias a Ciudadanos, aunque digan seguir soñando con una ahora mismo utópica mayoría absoluta. Y el PP identifica a En Marea como el gran rival, frente a un PSOE al que ve hundido y a un BNG, en riesgo de desaparición. 

Si en Ourense el PP ofreció la impresión de estar deshilachado, pese a que sigue siendo la gran máquina política de Galicia, En Marea confirmó esta semana que su caos interno resulta tan grande como lo son sus expectativas electorales ante las próximas generales y las autonómicas. 

Tras el inesperado éxito de AGE en las autonómicas de 2012, el triunfo de las Mareas coruñesas en las municipales y la espectacular segunda plaza de En Marea en las generales, siempre se olvidan los complejos partos que antecedieron a cada una de esas alianzas. Y cada vez resultan más conflictivos, como se ve el enrevesado proceso que están siguiendo para tomar una decisión de lo más simple, la de repetir el 26 de junio la fórmula del 20 de diciembre. 

La tensión se ha multiplicado porque el pacto de Podemos e IU en España genera la amenaza de que En Marea ya no sea ni siquiera un afluente de primer orden, un equivalente al Sil, sino que se convierta más bien en el Cabe, un afluente del afluente. Atados a su alianza con Podemos y Esquerda Unida y bajo el riesgo de que el suelo del Obradoiro se pusiese a temblar para el alcalde compostelano Martiño Noriega, a los confusos y difusos beiristas no les queda más remedio que ceder ante las ínfulas de un Podemos que, pese a sus líos domésticos, se siente cada vez más crecido en Galicia. 

El escenario se ha complicado todavía más por el profundo deterioro de las relaciones personales. Los sucesivos interlocutores que tuvieron los de Beiras para crear AGE y En Marea, Yolanda Díaz y Tone Gómez-Reino, están quemados como negociadores, lo que llevó a Podemos a recurrir a la gallega de su cúpula fundacional, la politóloga Carolina Bescansa, que ha reaparecido esta semana en Galicia como mediadora con el beirismo y protectora de la recientemente elegida líder de la sucursal del partido morado, Carmen Santos, ninguneada por los amigos gallegos de Pablo Iglesias. 

En Marea celebra hoy [por ayer] en Santiago su primera asamblea, una cita muy relevante no por lo que se vaya a decidir en ella, pues todo llega bien cocinado, sino por lo que se pueda escenificar de esa tensión entre su propio caos y el éxito que logra al capitalizar el colapso del sistema político vigente.

Las dificultades de Feijóo para negar que quisiese irse a Madrid

En Expourense, en su discurso de reelección al frente del PPdeG, Feijóo llegó incluso a hacer un cántico a lo hermosa que es la primavera en una Galicia a la que le gastó el nombre de tanto pronunciarlo. Es su manera hiperbólica de negar la evidencia, pues según su plan original a estas alturas ya debería de estar en Madrid como el líder de la derecha española, o a punto de serlo.

Con Romeu y Leiceaga, el PSdeG baila sobre el abismo 

A RECOGIDA DE AVALES acabó de completar el cuadro de la tormenta perfecta que está dibujando sobre sí mismo el Partido dos Socialistas de Galicia. La igualdad entre los dos candidatos en las primarias para designar al candidato a la presidencia de la Xunta propicia que no se perciba ninguna posibilidad de que esa elección interna sea desconvocada, a pesar de lo disparatado de la fecha elegida, el 28 de mayo, a cuatro semanas de las generales del 26 de junio. 

Si hubiese habido un aspirante que arrasase, como en opinión de muchos habría sucedido si el exministro Caamaño hubiese dado el paso de presentarse, todo el proceso se podría haber resuelto en la recogida de avales, de manera que se evitase la potencialmente conflictiva campaña, contraindicada para las vísperas de unas elecciones en las que el PSdeG se juega la confirmación de que dejó de ser lo que fue siempre en Galicia desde 1977, la segunda fuerza en votos en las generales. 

Sin embargo, el PSdeG va a hacer en el momento menos apropiado lo que llevaba dos decenios prometiendo, que sean sus afiliados y no su cúpula, de Madrid o de Galicia, la que designe a su candidato de las autonómicas. Se trata de un paso acertado en el instante equivocado. 

En cualquier caso la recogida de avales ha revelado la igualdad existente. José Luis Méndez Romeu, apoyado por Abel Caballero, Pachi Vázquez y José Blanco, presentó unas trescientas firmas más que Xaquín Fernández Leiceaga, respaldado por Pedro Sánchez y Besteiro, mientras Gonzalo Caballero, el sobrino del alcalde vigués, no alcanzaba el mínimo requerido. 

La ventaja de Romeu resulta inferior a lo que podría esperarse a priori, una vez que contaba con el apoyo de las agrupaciones de Vigo, Ferrol, Santiago y A Coruña, además de los aparatos provinciales de Ourense y Pontevedra, lo que incluye en este último caso a la diputación. 

Pero Leiceaga ha resistido mejor de lo aguardado, a lo que no ha sido ajeno el respaldo de los aparatos provinciales de A Coruña y Lugo, con sus respectivas diputaciones, así como el de las agrupaciones urbanas de Lugo, Ourense y Pontevedra.

Este mapa es el resultado de lo que en el PSdeG describen como una recolección de avales "al lazo", que incluye una labor de acarreo impulsada desde las diputaciones, que ambos bandos han empleado en la medida de sus posibilidades. 

La cuestión sigue estando en si Leiceaga conseguirá en la provincia de A Coruña neutralizar la amplia ventaja que se espera consiga Romeu en Pontevedra, gracias al apoyo de Abel Caballero. Leiceaga ganará en Lugo con más amplitud de lo que se cree que lo hará Romeu en Ourense. En la provincia coruñesa necesita una clara victoria, para lo que tiene el problema de su debilidad en las ciudades, especialmente en la suya, Santiago, pero cuenta con amplios apoyos en las áreas metropolitanas y las comarcas rurales. 

Romeu sigue siendo el favorito pero en menor medida que antes de la entrega de los avales, que han mostrado que más que un proceso participativo de renovación de la política tradicional, nos encontramos ante unas elecciones internas en las que pesan las viejas prácticas clientelares. 

* Artículo publicado en la edición impresa de El Progreso y el Diario de Pontevedra el día 15/05/2016

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