La decadencia de un sueño

Balneario de Frádegas. J. VÁZQUEZ

El empresario lucense Julio García impulsó la construcción del balneario de Frádegas en 1890. ►Sus ruinas son los vestigios de un proyecto que intentó la dinamización de la comarca de A Ulloa

La frondosa vegetación de la parroquia de Santa María de Amarante (Antas de Ulla) es capaz de camuflar los 126 años de historia del olor sulfuroso que desprenden las fuentes del balneario de Frádegas. Las ruinas de este antiguo establecimiento termal datan de 1892, y su construcción fue promovida por el empresario y diputado provincial Julio García Fernández como terapia para combatir dolencias del aparato digestivo, del hígado, la piel o enfermedades como el reuma y como foco principal de dinamización de una comarca con signos visibles de aislamiento.

El conjunto principal de edificaciones todavía se mantiene en pie después de más de cinco décadas de abandono. Un edificio de dos plantas con patio interior, una capilla y otras construcciones que en su origen asimilaron la arquitectura rural gallega de finales del siglo XIX dejan ver su silueta en forma de herradura al lado de lo que antaño fue un molino movido por la fuerza del río Ulla. La fuente se sitúa en la parte baja del edificio principal, seguida de la sala de baños. El piso superior estaba reservado en su día para las instalaciones hosteleras, que contaban con diez habitaciones.

"Julio García dotó al establecimiento de la última tecnología de la época. Importó de Alemania las máquinas que se usaban, por ejemplo, para inhalar los vapores sulfurosos del balneario que mejoraban considerablemente problemas respiratorios", matiza Francisco Pardo, director del Instituto de Estudios Ulloáns.

"García Fernández tenía un gran poder político y financiero en la provincia. Como heredero de la casa grande de San Miguel de Coence aumentó aún más su capital al casarse con Ascensión Santos, que había heredado una gran fortuna por ser descendiente directa del segundo conde de Pallares", explica Pardo.

El empresario y político lucense soñó con llevar el ferrocarril hasta el mismo umbral del balneario

FERROCARRIL. Julio García no solo aprovechó sus saneadas arcas para abrir un centro termal puntero en la época sino que se propuso impulsar la ribera del río Ulla, que hasta ese instante permanecía al margen de la revolución industrial. El empresario y político lucense soñó con llevar el ferrocarril hasta el mismo umbral del balneario.

La Diputación pidió un informe a la Cámara de Comercio para determinar cuales eran las líneas ferroviarias más propicias para el desarrollo de la provincia. El órgano cameral dictaminó que la opción más favorable sería una línea de 126 kilómetros que enlazase Foz con Lugo y la capital con Pontevedra, con una parada inédita y obligatoria entre Palas de Rei y Monterroso.

"La idea de construir una estación de tren con apeadero en Frádegas gracias a la ley de ferrocarriles secundarios aprobada en 1904 no se materializó, un hecho que pudo haber cambiado la historia de Frádegas para siempre".

Aunque el canal de derivación se construyó en 1926, la central nunca se puso en marcha y Julio García murió poco después

La creación de una central hidroeléctrica para aprovechar la orografía del terreno fue otro de los proyectos que no se concretaron. "Julio García solicitó la concesión para derivar 3.000 litros de agua por segundo a las torrentes del Mácara, 15 años después consiguió la concesión y, aunque el canal de derivación se construyó en 1926, la central nunca se puso en marcha. Julio García murió poco después", explica Francisco Pardo.

EXPOSICIÓN UNIVERSAL. El principal reclamó del balneario de Frádegas siempre recayó en su fuente de agua azoada sulfurosa. El manantial fluye a razón de 18.400 centímetros cúbicos de ázoe -nitrógeno- por hora.

"Julio García embotelló el agua del balneario y la vendió. Ganó una medalla de plata en la Exposición Regional de Lugo en 1896. Después viajó a la Exposición Universal de París en 1900, con las complicaciones que acarreaba el transporte en la época", dijo.