La falta de relevo generacional y las particularidades que han ido cambiando el negocio de la peletería en los últimos años han provocado que uno de los establecimientos monterrosinos de referencia, Donapel, se vea abocado al cierre por la jubilación de su propietario, Manuel Ferreiro Bargados.
La trayectoria profesional de este empresario se inició en el año 1985 en Barcelona. En la Ciudad Condal regentó junto a otro socio una peletería y tres años más tarde abrió en Monterroso Donapel, que ocupaba un local que apenas llegaba a los 150 metros cuadrados. El éxito fue rotundo desde prácticamente sus inicios y Donapel no solo se convirtió en un referente del sector de la peletería en la provincia, sino que a su local acudían clientes de toda Galicia, el norte de Portugal y Castilla y León. "Nuestro secreto fue disponer siempre de un producto de calidad a precios muy competitivos y un amplio surtido de modelos", explica Ferreiro Bagardos, quien subraya que llegó a tener más de 3.000 prendas en stock.
Tras varias ampliaciones, Donapel ocupa en la actualidad un bajo de más de 700 metros cuadrados, aunque la realidad del sector ha cambiado notablemente en los últimos años. "Las tendencias de la moda han sufrido cambios y, en cierta medida, también ha afectado el movimiento ecologista, el cambio climático y el propio coste del producto", explica el dueño de Donapel, cuya única hija no se ha decantado por continuar con la empresa familiar.
Para anticiparse al cierre, Donapel ha puesto ahora en liquidación todas las prendas que tiene en su almacén. «Es una oportunidad única para hacerse con prendas a precio de coste o incluso menos», asegura Ferreiro Bagardos, quien apunta que estos días en su establecimiento se puede acceder a cazadoras de cuero a partir de 100 euros o abrigos de visón o astracán a partir de 500.
