Galicia está sembrada de monasterios, en su mayor parte de origen altomedieval. Algunos sobreviven a duras penas, otros desaparecieron o están en ruinas, pero pocos casos son tan curiosos como el del cenobio inacabado de Antas de Ulla, una edificación que se iba a destinar a usos religiosos. La obra se paralizó y lleva más de medio siglo olvidada al lado de la ermita de la Virgen del Perpetuo Socorro.
Este proyecto era el sueño de Carmen Guerreiro López, una mujer muy devota que, tras financiar la construcción de la ermita, decidió levantar un edificio de planta baja y un piso. La ilusión de esta viuda, residente en Lugo y de origen ulloano, era que el inmueble albergase una congregación religiosa. La iniciativa se truncó con el fallecimiento de su promotora.
"Quedaba pouca obra por facer. Estaban postos os portóns e as ventás, que eran de cor verde, e feitas as divisións das habitacións", comenta José Luis Carballo Barrio, el contratista que se encargó de efectuar los trabajos y que tenía entendido que el inmueble se le cedería a "unhas monxas para coidar anciáns".
La licencia de obra se tramitó en el Concello de Antas, que ingresó 450 pesetas, y en la Diputación de Lugo, que le dio el visto bueno el 13 de septiembre de 1967, ya que el edificio se encuentra al lado de la carretera provincial que va desde Antas a Santa Cristina. Al parecer, Carmen Guerreiro comentó también su intención de construir una fuente dedicada a la Virgen en una finca cercana.
Carballo, que se refiere a Carmen Guerreiro como "unha persoa moi mística", precisa que ya había terminado la placa de la cubierta sobre la que se iba a colocar el tejado, "pero ao morrer Carmen, ninguén se fixo cargo da obra, nin volveron falar comigo". A partir de ahí comenzó la inevitable degradación del inmueble, cuya primera planta se vino abajo con el paso del tiempo y presenta un evidente estado de ruina.
La capilla, cuya fachada fue remodelada con piedra, sí se mantiene en condiciones y se utiliza para el culto algunos sábados, con una periodicidad casi mensual. En junio se celebra una novena y procesión, según indica el actual párroco, Javier Diéguez.
Luis Otero, que fue cura de Antas desde principios de los ochenta hasta 2014, precisa que la obra de la capilla "foi inmediatamente anterior á do edificio que quedou sen rematar". Otero cree que ubicar allí la sede de una congregación religiosa "non tiña moito sentido. O inmoble resultaba pequeno, non era práctico para esa función". El expárroco considera la obra es fruto de una persona "moi relixiosa que se obsesionou coa idea que tiña en mente".
Solo las recias paredes permanecen en pie, con sus llamativos ventanales en semicírculo, pero sin ningún símbolo que permita identificar este convento que se quedó en el limbo con la función religiosa que le quería dar su promotora.