Ocho puentes colgantes de vértigo que puedes visitar en Galicia y en el norte de Portugal

Esta es la ruta definitiva que tienes que recorrer para descubrir los puentes más espectaculares y su riqueza paisajística
Puente de Arouca. EP
photo_camera Puente de Arouca. EP

Con estructuras metálicas o de madera, los puentes colgantes fueron construidos con el fin de salvar el cauce del río. Sin embargo, las espectaculares vistas que ofrecen a su paso, la adrenalina que produce elevarse a muchos metros sobre el agua o los tesoros naturales que guardan, los han convertido en una reclamo turística de lo más completa y atractiva. Aquí te proponemos ocho destinos y experiencias que no te puedes perder tanto si eres un amante del vértigo y la adrenalina como, si al contrario, buscas un plan relajado y para toda la familia.

1. Puente colgante de Soutomaior (Pontevedra) 

Soutomairo

Sobre las aguas del río Verdugo, muy cerca de su unión con el Oitavén, se erige el puente colgante de Soutomaior, ubicado a muy pocos kilómetros del castillo medieval. Levantado a base de tablas de madera, restauradas recientemente, la construcción se eleva 6 metros sobre el cauce, lo que permite divisar desde su punto más céntrico el paisaje que dibujan las orillas. 

Si la meteorología lo permite, no olvides llevar el bañador, pues en el espacio natural del puente encontrarás una pequeña playa fluvial de arenas finas y la conocida como A poza das Bestas. Este remanso de tranquilidad tiene gran profundidad y reúne las condiciones óptimas para disfrutar de un apacible baño rodeado de una tupida vegetación.

Aunque la función original del puente es facilitar el cruce del río a los pescadores, no son pocos los senderistas que se acercan a sus inmediaciones, pues la plataforma constituye la principal parada de numerosas rutas. Una de ellas es la de senderismo circular que comunica el puente colgante de Soutomaior con el puente medieval de Comboa.

Este recorrido tiene su punto de salida en la playa fluvial de A Veiguiña Longa y una longitud de 4,8 kilómetros. El sendero, que pasa por regatos y molinos, apenas tiene desniveles, por lo que es perfecto para completarlo con niños. 

Sin embargo, el acceso más conocido al puente colgante transcurre por un camino forestal de menor distancia que une la carretera Soutomaior-Ponte Caldelas (PO-255) y el río Verdugo. La entrada está completamente señalizada y posee zona de aparcamiento

2. Puente colgante de Calvelo (Pontevedra)

calvelo

Construido con tablones de madera en el firme y sustentado por dos gruesos tirantes de acero, el puente colgante de Calvelo comunica el lugar homónimo con la zona de San Andrés de Xeve. Con 30 metros de largo y 15 imponentes metros de alto, se trata de uno de los pocos pasos existentes en varios kilómetros que atraviesa el valle del Lérez

Los osados que logren vencer su vertiginosa altura y cruzar el puente serán recompensados con unas impresionantes vistas a mitad de su camino, en las que podrán observar como el río hace un meandro creando pequeñas cascadas y rápidos. Pero las orillas de Calvelo también ofrecen opciones para los más temerosos que podrán acercarse a la playa fluvial do Canal, a 500 metros del puente, y gozar de uno de los tramos en el que el Lérez se amansa y deja lugar a un reposado baño. 

Además, la zona ofrece zonas de descanso en el merendero contiguo a la playa fluvial y atractivos como un molino de agua con cubierta de piedra que se encuentra debajo del mismo puente y que por unos instantes roba su protagonismo debido a su gran singularidad. 

Para acceder basta con desviarse de la carretera que une Ourense con Pontevedra (N-541) en el kilómetro 85 en la parroquia de Tenorio. Allí debe tomarse un desvío al norte con indicaciones a la playa de Calvelo. Justo antes de llegar hay un desvío a mano derecha que conduce a una carretera sin salida, desde la que se puede descender a pie en dirección al río a través de la reformada pasarela de madera. 

3. O Xirimbao (A Coruña)

Puente_OXirimbao

Al contrario de los anteriores, el puente colgante de O Xirimbao, también conocido como A Mariola, rechaza la madera y se constituye a partir de una estructura metálica suspendida en altura sobre las aguas del río Ulla gracias a gruesos cables de acero. De hecho, este es uno de sus principales atractivos, pues el material de rejilla permite entrever el cauce a los pies de todo aquel que se atreva a cruzar el puente. Además, sus 80 metros de largo lo convierten en uno de los más largos de Galicia, añadiendo espectacularidad a su recorrido.

La pasarela fue erigida en 1964 bajo la dirección del ingeniero José Darque y la ayuda de vecinos de la zona, que contribuyeron a transportar el material necesario para la obra. Fue construido con el fin de unir los cotos de pesca de Ximonde y Xirimbao en épocas de gran abundancia de salmón y, además, conectar las dos riberas que separan las provincias de A Coruña y Pontevedra. 

El entorno fluvial del Ulla que rodea el puente se encuentra repleto tanto de especies autóctonas como importadas. Ejemplo de ello son las impresionantes secuoyas centenarias, que custodian majestuosas el Área de Recreo del Xirimbao. Esta última dispone de aparcamiento para turismos y caravanas, mesas y un número considerable de senderos que discurren por el río. 

4. Puente colgante del río Tambre (A Coruña)

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A tan solo 20 minutos en coche de Noia se encuentra el puente colgante del río Tambre, que ofrece a sus visitantes espectaculares vistas a las antiguas pesqueras de lamprea y a los viejos refugios de pescadores. La construcción destaca por ser el punto de salida de tres rutas de senderismo señalizadas y catalogadas en función de su grado de dificultad: de menor a mayor, azul, verde y rojo. Cada una de ellas cuenta con diferente longitud, siendo la azul la más corta, con 1.250 metros, y la roja la más larga, llegando a alcanzar los 3.500 metros.

A pesar de que el puente resulta una gran atracción, en su entorno se halla una joya arquitectónica que es capaz de robarle el protagonismo y acaparar las miradas de turistas y lugareños. Se trata de la Central Hidroeléctrica del Tambre, un conjunto único en el patrimonio industrial español. Antonio Palacios fue el responsable de su diseño, en 1924, artífice también de edificios tan sobresalientes como el Palacio de Cibeles de Madrid o el Teatro García Barbón de Vigo. 

Además, el arquitecto completó el proyecto con edificaciones en sus aledaños que formaban una pequeña aldea en la que se situaba la denominada Casa del Jefe, la de los maestros y hasta una escuela para los hijos de los trabajadores. En la actualidad estas antiguas viviendas han sido rehabilitadas para acoger al Hotel Pesquería del Tambre

5. Puente colgante de Leiro (Ourense)

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Uno de los sellos identificativos de la localidad de Leiro es el puente colgante que atraviesa el cauce del río Avia. Construido a principios de los 60, forma parte de un sendero que conecta las localidades de Pazos de Arenteiro con Ribadavia. A su vez comunica el casco urbano con el paraje de O Salgueiral, una gran área de recreo impulsada en el mismo año que el propio puente.

Su nombre procede de los más de 2.000 sauces que constituyen un agradable entorno ideal para respirar aire puro a lo largo de sus casi 30.000 metros cuadrados. La experiencia natural puede completarse con un chapuzón en la playa fluvial que custodia el puente. 

6. 516 Arouca (Portugal)

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El destino definitivo para los amantes de la adrenalina se encuentra a poco menos de 300 kilómetros de Galicia, en el municipio portugués de Arouca. Allí les espera el puente peatonal más largo del mundo, con 516 metros de longitud que le dan nombre a una de las atracciones turísticas más potentes del país: 516 Arouca

Las pocas horas de viaje que te llevará llegar al emplazamiento serán solventadas cuando pises por primera vez el Geoparque de Arouca, incluido en la red Global de Geoparques de la Unesco. En su entrono, además del puente colgante, se encuentran los Passadiços do Paiva, una red de más de 8 kilómetros de pasarelas que se configuran un vertiginoso recorrido por cascadas, yacimientos arqueológicos y playas fluviales. Así, puedes aunar ambas visitas para completar una jornada de experiencias trepidantes y marcharte de Arouca sin perder ninguno de sus atractivos únicos en el mundo.

Si deseas planificar esta excursión, es recomendable acudir al puente 516 Arouca antes de perderte por los pasarelas de madera que recorren el parque, ya que para poder cruzar el primero hay que solicitar cita previa, puesto que se visita en grupos reducidos de 25 personas. Esto obliga a que a la hora de adquirir las entradas se deba escoger un horario y acudir al punto de encuentro 15 minutos antes de la hora indicada, según explican los responsables de la atracción. 

El recorrido por el puente tiene una duración aproximada de una hora y media, y la tarifa general para acceder se sitúa en los 12 euros. El suelo del puente ha sido construido con una reja metálica que deja ver la naturaleza sobre los 175 metros de altura que separan al puente del lecho del río Paiva. Es por esto que está prohibido acceder a la estructura a menores de 6 años así como hacerlo con animales de compañía como medida de prevención ante las posibles alteraciones que pueda suponerle su elevada altitud.

Para acceder a 516 Arouca hay que dejar el vehículo en las zonas de estacionamiento habilitadas y aproximarse a pie hasta el punto de encuentro donde comienza la aventura. El recorrido entre ambas localizaciones puede alargarse de 20 a 60 minutos en función de los diferentes casos. Eso si, las vistas al espectáculo paisajístico que ofrece el Geoparque de Arouca están garantizadas. Además, el puente no solo fue diseñado para desatar la adrenalina de los visitantes, sino que también fue pensado por el estudio de arquitectura Itecons para que su diseño no interfiera el panorama en el horizonte. ¡516 Arouca es todo un prodigio de la ingeniería!

7. Puente de Cal Grande (A Coruña)

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Como si de un arcoíris se tratase, la magia del Puente de Cal Grande se encuentra al final del mismo, tras cruzarlo. El bosque atlántico mejor conservado de Europa espera a todo el que atraviese la estructura para ofrecerle el regalo que supone respirar la humedad que desprende la tupida vegetación de las Fragas do Eume

Como su nombre indica, el puente se sitúa en el lugar de Cal Grande, en la carretera de acceso a las Fragas desde Pontedeume. Nuestro destino se localiza a unos 2,5 kilómetros del Centro de Interpretación del bosque y supone el punto de partida de uno de los senderos más concurridos del Parque Natural: la ruta circular dos Encomendeiros

El itinerario discurre a orillas del río Eume y permite conocer lugares emblemáticos como el imprescindible monasterio de Caaveiro, un viejo molino o el Puente de Caaveiro. Además, el primer tramo de la ruta concluye a 3 kilómetros de distancia en otro puente colgante, el Puente de Fornelos.

8. Puente colgante de Parada e Ínsua de Seivane (Lugo)

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El cauce del río Miño forma a su paso por el concello de Outeiro de Rei la Ínsua de Seivane, que forma parte de las parroquias de Robra, Parada y Guillar. Se trata de la mayor de las conocidas como Ínsuas do Miño, con 12 hectáreas de extensión, por delante de la isla de San Roque, la de Trabanca y la de Santa Mariña. 

A ella se accede a través del puente colgante de Parada, una estructura de 30 metros de longitud cuya construcción corresponde ya al siglo pasado. El puente no es apto para miedosos, ya que su particularidad reside en el balanceo que se produce cuando alguien se encuentra encima de él. Por esta razón está prohibido el paso a más de cuatro personas a la vez y se advierte que, debido al movimiento y a la altura, las mascotas suelen rechazar cruzarlo.

Al otro lado del puente aguarda un espectacular bosque autóctono colmado de robles, fresnos o acebos que custodian una tranquila ruta, recomendada para todos los públicos por su escaso nivel de dificultad, que bordea la isla durante 1,5 kilómetros. En la temporada estival el sendero está muy frecuentado, ya que conduce a una pequeña área recreativa con mesas y barbacoas en la que los visitantes disfrutan de un descanso tras darse un chapuzón en la playa fluvial. Próxima a la misma yace una edificación antiguamente utilizada como refugio para los pescadores. 

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