Impuesto en los refrescos para combatir la obesidad

Primero prohibió la compra de agua embotellada con dinero municipal para reducir la basura y conservar energía. Ahora, el alcalde de San Francisco, Gavin Newsom, ha puesto el ojo en los refrescos por su alto contenido calórico.

El alcalde, que se ganó fama nacional al oficiar matrimonios entre homosexuales en 2004, planea imponer a los vendedores de bebidas azucaradas un gravamen por su alto contenido en calorías. La tasa daría dinero para lanzar campañas publicitarias contra la "adicción" a los refrescos y para el programa 'Ponte en forma, San Francisco', que organiza ligas deportivas, paseos y otras actividades para bajar la barriga. Newsom aún no ha definido a cuánto ascenderá este impuesto.

El alcalde ha citado un sondeo del departamento de salud de la ciudad que muestra que casi una cuarta parte de los jóvenes de entre 11 y 15 años se pasan de peso en la ciudad californiana. Un 10% de las calorías que ingieren diariamente provienen de los distintos tipos de bebidas carbonatadas, de acuerdo con el estudio. Newsom destacó que la obesidad le cuesta al municipio decenas de millones de dólares en costes de salud.

Aumento del consumo, aumento de la obesidad
La Sociedad de la Obesidad de Estados Unidos destaca que, entre 1977 y 1997, el consumo de refrescos se elevó un 60% entre los adultos y un 50% entre los niños estadounidenses al tiempo que el porcentaje de personas que sufren obesidad casi se dobló. Señala también que por cada lata adicional que se toma un niño cada día, la probabilidad de que sea obeso salta un 60%.

La industria de los líquidos con burbujitas mantiene, por su parte, que las causas principales de la obesidad son la falta de ejercicio y los malos hábitos de comida. También insiste en que, al final de cuentas, beber refrescos o no es una decisión personal en la que no debería meterse el Gobierno. El mismo argumento usado por la industria del tabaco.

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