El hospital en casa

La red gallega de hospitales públicos gana camas cada año, y no sólo a base de obras. Inició el 2009 con cerca de 7.500 en funcionamiento en sus centros, pero en su balance de actividad al cierre del ejercicio hay que sumar muchas otras que están fuera de las paredes de los complejos, en las casas de los pacientes. Ésas las atienden las once unidades de hospitalización a domicilio operativas en la comunidad, que el año pasado asistieron a alrededor de 6.200 enfermos. La mayoría de ellos requerían cuidados paliativos, que representan en torno al 60% del trabajo de estos grupos.

Este servicio es una de las apuestas de la Administración sanitaria para mejorar la atención y liberar camas en sus complejos, y el último balance de pacientes --un cálculo de la Consellería de Sanidade-- confirma que su actividad ha aumentado de forma notable en los últimos años. Tanto, que el número de personas atendidas creció más de un 150% desde el 2000, cuando hubo casi 2.500 enfermos asistidos en sus viviendas.

Desde que en 1987 se creó en A Coruña la primera unidad gallega, la lista de pacientes no ha dejado de crecer porque, más allá de los refuerzos de personal --que varía en función de la carga asistencial--, en los últimos años se han creado nuevos grupos. El más reciente se inauguró en 2009 en el hospital de O Salnés, el único pontevedrés al que le faltaba el servicio, que en el caso de Vigo prestan tanto el complejo público como Povisa. También funciona en los 5 centros de A Coruña, mientras que en Lugo y Ourense sólo está operativo en los de las capitales.

Con este mapa, Galicia es la tercera comunidad autónoma con más unidades, aunque a distancia de las que encabezan la lista. Según los datos de la Sociedad Española de Hospitalización a Domicilio, tanto Valencia como Cataluña superan la veintena.

Zonas de luz y zonas de sombra
En total, según Sanidade, los grupos gallegos dan cobertura al 70% de la población de las áreas cubiertas por los once hospitales de los que dependen. Por ejemplo, en el caso de Santiago la unidad atiende a residentes en un radio de 25 kilómetros alrededor de la ciudad. Para reforzar esta asistencia, la Xunta apuesta por mejorar las unidades creadas y organizar "dispositivos de soporte auxiliares" puntuales en áreas con una alta demanda o a las que no llega el hospital de referencia.

Y es que aún quedan "muchas zonas en sombra" sin servicio de hospitalización a domicilio, como constata el médico Luis Masa, responsable de la unidad del complejo de Santiago. Por eso, y pese a admitir que es imposible cubrir todo el territorio, sitúa el reto de la Administración en ver cómo aumentar los grupos y dónde hacen falta, porque "la equidad en salud es muy importante". Para avanzar en ella, Masa propone desarrollar experiencias piloto con pequeñas unidades en localidades a las que ahora no llega el servicio y analizar si son rentables y necesarias.

Para que un paciente acceda a la hospitalización a domicilio se tienen en cuenta, además de criterios médicos, las condiciones de la vivienda y el apoyo que tenga en ella, ya que es necesario que una persona colabore con el equipo sanitario y garantice su cuidado.

Según los profesionales, estos cuidadores "se convierten casi en auténticos enfermeros" y "lo superan todo", aunque hay casos en los que se ven "sobrepasados". En estas situaciones --pocas-- se les pueden dar 'vacaciones', ingresando al enfermo unos días.

La atención a domicilio se emplea tras algunas cirugías, en casos de patologías agudas estables, crónicas reagudizadas y, en general, en las que requieren cuidados paliativos. Según Masa, predominan las enfermedades oncológicas y neurológicas degenerativas.

  • ''ESTA MEDICINA ES MÁS AGRADECIDA; NOS OFRECEN EL CALDO''

El Complexo Hospitalario Universitario de Santiago lleva algo más de 15 años atendiendo a pacientes en sus casas. Con esta experiencia, el equipo puede confirmar los beneficios que supone para los enfermos estar atendido en su entorno --menos de un 1% es reingresado por un agravamiento-- y los que percibe el centro sanitario, por reducir la ocupación y las visitas a Urgencias. También constata las diferencias con respecto a trabajar dentro del hospital, porque, a juicio del jefe de la unidad, ésta es "una medicina más humanizada y agradecida".

"Llegas a la casa y a veces hasta te ofrecen la taza de caldo", cuenta Luis Masa, con quien coincide la enfermera Dolores Bahamonde, convencida de que "se establece una relación más familiar con la gente, y ésta es más agradecida". "Está tranquila y valora que vayas a casa y estés disponible tras el teléfono", asegura.

Lo están ahora para una treintena de pacientes, a los que visitan a diario --una o dos veces-- o en jornadas alternas, según sus necesidades. Entre los tres médicos y las cuatro enfermeras del turno de mañana y los dos profesionales del de tarde pasan cada día por entre 15 y 20 casas. Para fines de semana y festivos hay un equipo de dos personas.

"Encantado" con el servicio, a Masa le preocupan los pacientes a los que no llegan. "Hay con frecuencia enfermos con problemas sociales que no podemos asumir; es algo por solucionar". Son personas que viven solas, y que en muchos casos tampoco pueden acceder a una residencia por falta de dinero o de plazas. "La clave de la medicina es subsanar los problemas sociales. Hay mucha vejez y soledad, que es la enfermedad más grave en el mundo desarrollado y no tiene tratamiento médico".

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