Un hombre polifacético que fue empresario, deportista, político y marqués

Juan Antonio Samaranch nació el 17 de julio de 1920 en Barcelona, la misma ciudad que lo vio fallecer este martes a los 89 años de edad, y para la que consiguió la organización de los Juegos Olímpicos de 1992, hito del deporte español, gracias a su labor en el Comité Olímpico Internacional (COI), que en ese momento presidía.

Además de ser el hombre que relanzó el movimiento olímpico desde que en 1980 ocupó el cargo por el que pasará a la historia, Samaranch fue deportista, entrenador, empresario, periodista y político; un hombre polifacético que, en su larga trayectoria, abrazó el régimen franquista, presidió La Caixa y obtuvo el título nobiliario de Marqués de Samaranch.

Su pasión por el deporte tuvo como punto de partida el RCD Espanyol, club en el que participó como jugador, directivo y entrenador en su sección de hockey a patines. En el ámbito académico, cursó estudios de profesor mercantil, en la especialidad de Industria Textil, y se diplomó en el Instituto de Estudios Superiores de la Empresa.

En mayo de 1938, en plena Guerra civil, se incorporó a las filas del Ejército Republicano como sanitario, aunque después desertaría a Francia para poder regresar a la zona nacional del país. Posteriormente, se afilió a la Falange Española.

Desde entonces, en su actividad empresarial, fue consejero delegado y gerente de la sociedad Samaranch Hermanos, así como consejero de la Fábrica Española de Magnetos (FEMSA), del Banco de Madrid y del Banco Catalán de Desarrollo. Más tarde, en mayo de 1987 fue nombrado presidente de La Caixa, cargo que ocupó hasta 1999.

Con el régimen
Pronto le llamó el mundo de la política y fue concejal de Deportes en el Ayuntamiento de Barcelona entre 1955 y 1962. En diciembre de 1966 fue designado delegado nacional de Educación Física y Deportes, cargo que ocupó hasta septiembre de 1970.

Su relación con el régimen de Franco fue muy estrecha. Así, ejerció de procurador por la provincia de Barcelona en la VIII, IX y X Legislatura en las Cortes del régimen, entre 1967 y 1977, en representación del tercio familiar. En julio de 1973 fue nombrado presidente de la Diputación de Barcelona, cargo que ocupó hasta julio de 1977, cuando fue designado embajador de España en la Unión Soviética, el primero tras el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con ese país.

Este movimiento, clave en su posterior carrera al frente del olimpismo, supuso un lugar privilegiado para ser nombrado presidente del COI en la sesión celebrada en Moscú en 1980 al superar en primera votación a los otros tres aspirantes: James Worrall (Canadá), Willi Daume (Alemania Federal) y Marc Hodler (Suiza). Sucedió en el cargo al irlandés Lord Killanin, que había dimitido.

No obstante, Samaranch ya era miembro del Comité Olímpico Español (COE) desde 1956, ocupando su presidencia desde 1967 hasta diciembre de 1970 y desde 1966 pertenecía también al COI.

Impulsor del movimiento olímpico y de Barcelona 92

Samaranch heredó un organismo desprestigiado, al que le costaba encontrar ciudades que organizaran los Juegos y que recibió el golpe de la Guerra Fría en forma de sucesivos boicots. Tres días después de su elección se inauguraran los Juegos de Moscú, que fueron boicoteados por la mayor parte de los países occidentales, encabezados por Estados Unidos, en respuesta a la invasión soviética de Afganistán.

El veto volvió a repetirse en los Juegos de Los Angeles (1984), donde se ausentaron los países del bloque comunista, aunque el número de delegaciones ascendió hasta las 140. Así, durante su mandato de 21 años, la normalización fue llegando paulatinamente con el fin de la Guerra Fría y la caída del bloque del Este, y cada edición de los Juegos contó con una mayor participación.

En 1984 se reincorporó al movimiento olímpico la República Popular de China y en 1988 posibilitó que se disputasen los Juegos de Seúl, considerados decisivos para la normalizacion democrática de Corea del Sur, donde Samaranch fue desde entonces muy querido y tratado como un jefe de Estado.

Barcelona 92, el gran hito
El 16 de octubre de 1986, en la 91º sesión del COI en Lausana(Suiza), Samaranch anunció que los Juegos Olímpicos de 1992 los organizaría Barcelona, su ciudad natal, que derrotó en las votaciones a París, Brisbane, Belgrado, Birmingham y Amsterdam. Este gran hito del deporte español tuvo en él su principal valedor e, incluso, el 19 de junio de 1992 portó la antorcha olímpica de Bardelona'92 a la salida de la localidad barcelonesa de Sant Sadurní de Noya.

El evento, que entonces fue considerado el mejor de la historia, tuvo lugar entre el 25 de julio y el 9 de agosto. Fueron los primeros Juegos verdaderamente universales, entre otras cosas porque el COI, que había vetado a Sudáfrica por su política de 'apartheid', fue el primer organismo en readmitir a sus deportistas en cuanto la situación se normalizó.

Samaranch tuvo que lidiar en vísperas de los Olimpiadas con la guerra de los Balcanes y con la desmembración de la Unión Soviética, pero garantizó la participción de sus atletas con dos soluciones imaginativas: los yugoslavos, excluidos de otras competiciones, participarían a título individual, bajo bandera olímpica, y los ex soviéticos bajo lo que se denominó 'equipo unificado'. También Cuba volvió en 1992 a los Juegos después de no participar en los de Seúl'88.

Marcha polémica

En 1993 y en 1997 Samaranch volvería a ser reelegido por aclamación como presidente del COI. Este último caso fue posible gracias a que en 1995 amplió la edad límite establecida en la Carta Olímpica hasta los 80 años. Fue entonces cuando adelantó que su despedida sería en Moscú durante la sesión de julio del 2001, después de 21 años al frente del movimiento.

Por ello, pasará a la historia como el segundo presidente del COI que más tiempo ocupó el puesto, sólo por detrás del barón Pierre de Coubertin, quien lo presidió casi treinta años (1896-1925).

Durante su cargo, en el plano deportivo se incrementó el número de deportes de los Juegos de 21 a 28, con la vuelta de disciplinas como el tenis o la admisión de otras como el taekwondo o el triatlón. Se suprimieron, en cambio, los deportes exhibición y se duplicó el número de deportistas, de poco más de cinco mil de Moscú hasta superar los 10.500 en Sydney.

No obstante, la recta final de su mandato se vio empañada por un gran escándalo de corrupción en el seno del COI, relacionado con la candidatura ganadora de Salt Lake City (EE.UU.) a los Juegos de Invierno de 2002.

Se demostró que los organizadores se habían ganado el favor de los miembros del COI con regalos, favores e influencias. Seis de ellos fueron expulsados y tres más dimitieron, mientras que Samaranch declaró de forma voluntaria ante el Congreso de Estados Unidos y promovió una reforma profunda de los estructuras del COI.

En los últimos años se implicó activamente en las candidaturas de Madrid a organizar los Juegos Oímpicos de 2012 y 2016. Ninguna de ellas triunfó, pero el buen papel de la capital en ambos casos -tercera y segunda- se atribuyó, en gran parte, a la influencia que Samaranch conservaba entre los miembros del COI.

Samaranch, que el pasado domingo ingresó en la Clínica Quirón de Barcelona con malestar general y signos de ahogo, falleció este miércoles a los 89 años de edad.

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