De puntillas hacia el año nuevo

Los chinos estrenan año y, por primera vez desde 2020, podrán viajar para cenar hoy en familia, aunque el covid no da tregua.
Estación de tren en China. ALEX PLAVEVSKI (EFE)
photo_camera Colapso de viajeros en una estación de tren en Shanghai. ALEX PLAVEVSKI (EFE)

China entra este domingo en el año nuevo y esta noche vivirá una celebración especial. Es la primera vez desde el inicio de la pandemia que la población puede desplazarse libremente por el país para reunirse en la cena más importante del año, un encuentro cargado de tradición que en los últimos tiempos se ha visto ensombrecido por las restricciones derivadas del covid-19.

El Gobierno chino mantuvo hasta el pasado mes de diciembre un férreo control sobre su población y limitaciones de acceso al país, con el objetivo de frenar la propagación del coronavirus. La presión social ante el avance del resto del mundo hacia la nueva normalidad y, sobre todo, el desgaste económico que conllevan las restricciones impulsaron al Gobierno chino a tomar medidas. Pasaron de todo a nada de un día para otro. El 7 de diciembre desaparecieron las restricciones de movilidad, las cuarentenas, los test de antígenos obligatorios e incluso la obligación de llevar mascarilla

Este salto al vacío, sin adaptación gradual de la población, tuvo consecuencias de inmediato y el repunte de contagios de covid fue brutal. Los hospitales vuelven a estar saturados, los fármacos escasean y los crematorios vuelven a humear más de lo habitual. Las cifras oficiales hablan de unos 60.000 fallecidos en poco más de un mes, aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) pone en cuestión el cómputo y cree que pueden ser muchos más.

Con el covid moviéndose a su antojo en un país con 1.400 millones de habitantes, China estrena el año del conejo y se sumerge en 16 días de celebraciones que conllevan movimientos de población. Son fiestas para celebrar en familia, especialmente la cena de esta noche. Desde que en diciembre se suspendieron las restricciones impuestas en la pandemia, chinos residentes en todo el mundo han emprendido viaje hacia sus lugares de origen. Se estima que unos 2.100 millones de personas viajarán desde distintos puntos del planeta para recibir el año nuevo en familia.

Los desplazamientos internos colapsan habitualmente carreteras y medios de transporte estos días. Se teme especialmente el movimiento de población de las ciudades a las zonas rurales, donde reside mucha gente mayor que no ha recibido la pauta de vacunación completa, donde a veces escasean los medicamentos y no hay fácil acceso a un hospital.

Pero no es fácil contener a una sociedad que lleva tres años con controles férreos, en muchos casos sin visitar a sus mayores y, por supuesto, sin celebrar como manda su tradición la llegada del nuevo año.

Reactivación

El levantamiento de restricciones decretado por el presidente Xi Jinping ha tenido efectos inmediatos en la reactivación económica. El momento elegido fue idóneo. Aunque los chinos celebran hoy su propio cambio de año, también han adoptado la tradición navideña occidental, sobre todo la vertiente consumista, y las ventas propias de diciembre han alegrado la economía.

Expertos del ámbito sanitario consideran que sería más recomendable una apertura gradual y auguran que el precio a pagar por reactivar la economía podría ascender a un millón y medio de muertes por coronavirus en este invierno. Se teme, además, que el gran número de contagios favorezca la mutación del virus y la aparición de nuevas variantes resistentes a las vacunas actuales.

Ante la preocupante propagación del covid-19, el ministro de Sanidad chino, Nansukh Mandaviya, ha recomendado mantener el uso de mascarilla, aunque sin retomar la obligatoriedad, y ha animado a la población a vacunarse. Ha avanzado que se harán controles aleatorios al 2% de los viajeros que lleguen del exterior, aunque la obligación de guardar cuarentena en caso de dar positivo en covid ha desaparecido.

La población de origen chino que reside en Lugo sigue con atención la evolución de la pandemia en su país. Confían en que las variantes del virus que circulan en la actualidad, con efectos menos agresivos que las iniciales, no tengan graves consecuencias en sus familias y esperan que el hábito de usar mascarilla incluso sin obligación proteja a la población.

Kiuhuan Chen

Entretanto, los inmigrantes chinos se disponen para celebrar esta noche su particular fiesta de fin de año. Kiuhuan Chen, propietaria del restaurante Wok de Lugo, organizará la tradicional cena en familia.

Intenta mantener la tradición desde la distancia porque explica que viajar a China no es fácil. "El trabajo no permite realizar viajes con mucha frecuencia. No es fácil encontrar gente que te sustituya en el restaurante", afirma.

Cenaré hoy con mi familia en Lugo, para que mis hijos conozcan la tradición

Lleva tiempo sin ir a su país porque las restricciones derivadas de la pandemia dificultaban tanto el viaje como la estancia. "Aprovechamos para ir cuando hay que hacer algo en China, no especialmente por el año nuevo. Como mucho puedo estar un mes, dos como máximo, y con la pandemia había que estar muchos días confinados en un hotel y no daba tiempo para hacer nada. Además, el avión era muy caro. Los billetes llegaban a 13.000 euros. Ahora pueden costar mil euros o menos", apunta.

Kiuhuan Chen sabe que muchos compatriotas viajarán este mes a su país. "No solo por el cambio de año, sino por la apertura de fronteras tras las restricciones de la pandemia y la desaparición de las cuarentenas". Tres años de espera para ver a la familia es suficiente.

Cuenta que la suya de China está bien. "Están todos vacunados, incluso los niños a partir de los tres años. Antes la enfermedad daba síntomas graves, pero ahora no. Están más tranquilos, igual que aquí. Lo único que hay que hacer si te contagias es estar una semana en casa", explica. Aun así, la cultura de la prevención está muy instaurada y mantienen hábitos como el uso de mascarilla incluso ajenos a la pandemia. "Tienen mucho cuidado, no solo por el covid, sino por hábito desde antes de esta pandemia".

Chen explica que los chinos que viven en España suelen juntarse para celebrar el cambio de año. "En Madrid o Barcelona hay muchos y se reúnen en familia o con amigos. En Lugo hay pocos, por eso cada uno lo celebra en su casa", cuenta. En todo caso, ella mantendrá la tradición de cenar en familia esta noche para que sus tres hijos, que han nacido en España, no la pierdan.

Iván Ruan

Regenta la cadena de tiendas +Kideas. Sus padres llegaron de China y abrieron uno de los restaurantes con más tradición en Lugo, el Shanghai, pero Iván Ruan nació y se crio en España y dice que sus costumbres son "muy occidentales". Ya ha celebrado el fin de año según la tradición lucense, el 31 de diciembre, y no tiene previsto nada especial para esta noche, cuando comience el año nuevo en su país de origen.

Mi madre ha viajado a China para ver a sus padres porque hacía tiempo que no podía ir

Quien sí pasará estas fiestas en China es su madre. "Mi madre sí que fue a China y estará allí en el cambio de año", explica. Aunque aclara también que la celebración no ha marcado su viaje, sino la desaparición de las restricciones motivadas por la pandemia.

La madre de Iván Ruan viajó a su país "para ver a sus padres, a mis abuelos", porque llevaba tiempo sin hacerlo, desde que comenzó la pandemia y se limitaron los movimientos de personas y el acceso. 

China intenta recuperar el tiempo perdido, sus tradiciones, su economía, su vida. Entrará en el año del conejo de puntillas, con cuidado, pero con ganas de fiesta y, sobre todo, de normalidad.
 

Mucha tradición y 16 días de celebración
Año del conejo de agua
► La astrología china sigue un ciclo de doce años y cada uno está representado por un animal y un elemento. Al 2023 le corresponden el conejo y el agua. 
► El calendario se rige por la Luna. El año nuevo comienza mañana, con la segunda luna nueva del solsticio de invierno. Se prolongará hasta el 10 de febrero de 2024, cuando comience el año del dragón.

Celebración
► Se denomina festival de primavera y comienza hoy, con el encuentro familiar más importante del año, una cena cargada de simbolismo con la que pretenden entrar con buen pie en el año. 
► Los preparativos comenzaron ya en días previos, con la limpieza a fondo de las casas para eliminar todo lo negativo del año anterior.
► Las fiesta de la primavera continuará durante 16 días y terminará el 5 de febrero, con el festival de las linternas o farolillos.
► El simbolismo y la superstición marcan cada detalle de los festejos tradicionales, cargados de hábitos y rituales orientados a atraer la fortuna para la familia.

Cena
► Los platos del menú de esta noche están cuidadamente seleccionados para atraer la buena suerte, con alimentos que se consideran de buen agüero, como el pescado, o que tienen nombres que al pronunciarlos evocan cosas buenas.

Petardos
► Desde el primer minuto del año nuevo, la tradición es hacer estallar petardos y fuegos artificiales para ahuyentar el mal.
Rojo
► El color rojo atrae la buena suerte, según las creencias chinas, así que la decoración con esta tonalidad prolifera por todas partes. En los espacios públicos ya lleva al menos un mes expuesta, pero en las casas es normal esperar al último día del año para adornarlas.
► Mañana, día de año nuevo, la costumbre es regalar sobres rojos con dinero y buenos deseos a los niños y a las personas mayores. La cantidad de dinero debe ser par, pero hay que evitar el número cuatro porque su pronunciación es similar a la de la palabra muerte. Los billetes deben ser nuevos y no se pueden incluir monedas.
► Visitar a los muertos es también tradición de año nuevo, aunque las peregrinaciones a los camposantos comienzan ya en los últimos días del año que termina.

Mal augurio
► Pero si atraer la fortuna es importante, evitar la mala suerte todavía lo es más. Se cuentan por cientos las supersticiones.
► El día de año nuevo no se debe lavar la ropa ni el pelo porque se eliminaría la fortuna. Por el mismo motivo tampoco se debe barrer la casa ni tirar la basura.
► Mañana no se debe cocinar ni decir malas palabras.

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