Gallegos de Erasmus en Italia: "Hay quien paga 400 euros por media cama"

Decenas de Erasmus españoles aseguran llevar días durmiendo en la calle por falta de alojamientos en sus destinos Cuatro estudiantes gallegos relatan la "imposibilidad" de encontrar piso en las ciudades universitarias de Italia
Pablo, de Viveiro, durante su estancia universitaria en Italia. EP
photo_camera Pablo, de Viveiro, durante su estancia universitaria en Italia. EP

Este año el programa Erasmus, joya de la corona de las universidades europeas, cumple 35 años. En medio de la celebración institucional, decenas de estudiantes españoles han hecho saltar las alarmas: llevan días durmiendo en la calle, en las facultades y en las estaciones de tren porque no encuentran alojamiento. El problema afecta a diversos destinos Erasmus, pero se hace especialmente patente en ciertas ciudades de Italia, como Bolonia.

Por su parte, el servicio encargado del programa Erasmus en España señala que la gestión de los alojamientos de los estudiantes no les compete y lanza la pelota a las universidades de acogida, que aún no se han pronunciado.

Mientras tanto, los alumnos -que, además del desamparo institucional, denuncian casos de racismo y de estafa-, continúan durmiendo en condiciones precarias o planean ya su inminente regreso a España.

Sara: "Estuvimos seis meses buscando piso sin éxito"

Sara (Lugo) es estudiante de la Universidad del País Vasco y, cuando en febrero supo que le habían concedido una beca Erasmus para estudiar un año en la Universidad de Bolonia. "ingenua", comenzó a buscar piso pensando que la tarea no sería tan «desesperante» como lo acabó siendo.

"Al principio, comenzamos mirando en Idealista y en redes sociales, pero no encontrábamos nada que nos convenciera o los caseros no nos respondían", explica, en referencia a la búsqueda conjunta que hacían otra compañera y ella, porque ambas querían ir a la misma vivienda.

"Cuando nos dimos cuenta, llevábamos seis meses buscando y no teníamos nada". Entonces, lograron llegar a un acuerdo con un propietario: él les alquilaba dos habitaciones en un piso de siete, si ellas se encargaban de buscar al resto de inquilinos.

Sara y su compañera no tuvieron mucha dificultad para encontrar otros españoles que buscaran alojamiento en Bolonia: "La gente estaba desesperada, poníamos un anuncio en Facebook y nos hablaban 40", relata.

Finalmente, consiguieron a todas las personas que necesitaban para completar el piso y poder entrar en él. "De las siete habitaciones, cuatro son compartidas". Sin embargo, el precio que paga cada inquilino no es proporcionalmente inferior. "Creo que los que están en las compartidas pagan unos 400 euros por persona", calcula Sara, aunque, advierte, "eso no es nada".

"Hay gente que no encontró ni habitación compartida y está pagando casi 400 euros por media cama de matrimonio", denuncia. Una suma desproporcionada que, además, estos estudiantes tienen que asumir con la ayuda de unas becas -las del programa Erasmus- que oscilan entre los 250 y los 350 euros por mes.

Yara: "Estoy en el aeropuerto y aún no sé si tengo donde dormir"

                      Pablo, de Viveiro, durante su estancia universitaria en Italia.
Yara

Yara (Melide) estudia en la Escuela de Arte de Santiago. En el momento de la entrevista, está en el aeropuerto, a punto de coger su vuelo a Napolés, donde prevé pasar los próximos meses. Sin embargo, "aún no sé si, cuando llegue, voy a tener donde dormir", confiesa. Como ella, asegura, 500 españoles que comparten grupo en una red social han vivido "una auténtica odisea" para encontrar piso o, directamente, "no lo han encontrado".

Cuando supo su destino, Yane utilizó la página Erasmusu -muy popular entre los estudiantes de intercambio por su fama de 'web segura' - para reservar una habitación con antelación. "La tenía pillada desde hace tres meses y, de un día para otro, me dijeron que cancelaban la reserva porque el alojamiento no se encontraba en condiciones óptimas, aunque yo creo que fue porque alguien les ofreció más dinero", sospecha.

Así, tan solo unos días antes de llegar a Napolés, esta joven se vio sin un lugar donde alojarse. "Por suerte, una chica española me ha ofrecido quedarme con su habitación porque ella se cambia de piso, pero aún no lo hemos concretado del todo, así que, hasta que no tenga las llaves, no me lo creo", bromea, pero, entre las risas, se intuye su inquietud.

"La verdad es que conozco casos tremendos: tengo una amiga de Vigo que lleva días durmiendo en el suelo, en el Airbnb que consiguieron alquilar otros amigos", apunta, y se escucha detrás, en el aeropuerto, a sus compañeras de viaje comentando lo dramático de la situación. "A otros chicos que conocemos - añaden-, les estafaron tres meses de fianza de un piso completo. Vamos, un pastizal", matizan los estudiantes.

Pablo: "Te escuchaban el acento y decían: "¿Español? ¿Fiesta? ¡No!"

Pablo (Viveiro) ya pasó hace algunos años la llamada "época Erasmus". No obstante, aún recuerda, con la misma viveza que si fuera ayer lo difícil que ya en el año 2017 le resultó encontrar piso en Bolonia. "Era imposible", repite insistentemente.

Además, jamás podrá olvidar que le intentaron timar. "Estafan a muchísima gente: te hacen pagar 1.000 euros y luego el piso ni siquiera existe", rememora. "Yo tuve mucha suerte porque mi banco detectó que el receptor era un estafador y me canceló la trasferencia, pero muchos caen en la trampa".

A pesar de los seis años que han pasado desde entonces, el relato se parece mucho al que viven los Erasmus actuales. "Lo sorprendente es que ninguna institución haya tomado medidas al respecto", afirma con extrañeza.

En su caso, "afortunadamente", viajó a Bolonia con un amigo, Andrés, con quien, al menos, pudo compartir la experiencia. "Imagínate cómo era la situación que conocíamos a gente por la calle y le preguntábamos si nos podíamos quedar en su casa o dejar las maletas: estábamos desesperados", reconoce. Tanto que llegaron "a dormir en un cajero", porque no encontraban nada.

Más allá de la escasez, Pablo señala que "la nacionalidad" también jugaba en su contra. "Te oían el acento y te decían: '¿Español? ¿Fiesta? ¡No!'", lamenta.

Andrés: "Fueron cinco días en la calle, fue algo muy desagradable"

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Andrés

Andrés (Santiago) viajó junto a Pablo en 2016. "Fue jodidísimo", reconoce sin contemplaciones. "Pero, con todo, tuvimos suerte, porque, al menos, encontramos donde vivir. Hubo quienes no lo lograron y se tuvieron que volver", admite.

Junto con Pablo, pasó varios días recorriendo todas las inmobiliarias de la ciudad, "cargados con las maletas" y recibiendo el rechazo de los propietarios, hasta que una amiga los ayudó.

"Fueron cinco días de búsqueda exhaustiva, en la calle, sin un lugar donde quedarnos", recuerda. "Aunque lo tomamos como una aventura, fue una situación muy desagradable", concluye.

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