Muere a los 87 años Luis Caruncho, el pintor de la geometría sensible

El reconocido artista coruñés, adscrito al constructivismo de la vanguardia de 1950, ha fallecido este viernes en Madrid
El pintor coruñés Luis Caruncho, en una imagen de archivo
photo_camera El pintor coruñés Luis Caruncho, en una imagen de archivo

Luis Caruncho, reconocido pintor coruñés adscrito al constructivismo de la vanguardia de 1950, ha fallecido este viernes en Madrid a los 87 años, según han informado a Efe fuentes cercanas a la familia.

De personalidad polifacética y vitalista, aunque sufrió en los últimos cinco años un deterioro doloroso y progresivo de su salud, no dejó de asistir, en silla de ruedas y acompañado por su inseparable Tatiana, su segunda esposa, a las exposiciones de artistas amigos.

Fiel a la poética constructivista durante más de cincuenta años, explicó en su día que la geometría no era el fin en sus obras: "Hay geómetras más rigurosos que yo, que son decididamente más fríos, en mis obras palpita más la vida".

"La pintura de Luis Caruncho —escribió Camilo José Cela— se alimenta de ciencia y magia a partes iguales, o sea de tradición y un fuego niño, devastador y recién estrenado. A Giotto, cuando adivinó la perspectiva, no le bailó el alma con mayor esmero, ni con piruetas más descomunales y peligrosas", precisó el Nobel.

En sus cuadros se puede descubrir una innata pasión por el juego con las formas geométricas —líneas, círculos, triángulos o cuadrados—, que se alían con el color en variaciones interminables, en un movimiento armonioso y musical hacia el "cuadro infinito", símbolo del hombre, como ser que ansía el infinito.

"El cuadro infinito es uno de los grandes retos para un artista abstracto, resultado de una búsqueda, aunque muchas veces lo que se hace es encontrar", explicaba el pintor.

También ansiaba el "cuadro que casi no tuviese signos", aunque esto último, decía, ya lo habían hecho los suprematistas del ruso Malevich (1878—1935), que sorprendió con su Cuadrado Negro y su Círculo Negro (1915).

El negro fue también uno de sus colores, junto al blanco y el azul, en sus grandes cuadros monocromos. Y en otros también el rojo más rojo, el amarillo puro, el azul, el blanco y el negro; o solo blancos y negros.

Pintor, escultor y grabador, escenógrafo, galerista —fundó en Madrid la Sala Kandinsky—, crítico de arte y autor de varios estudios, fue también gestor cultural (dirigió el Centro Conde Duque de Madrid y el Museo de Arte Contemporáneo Unión Fenosa de A Coruña).

En Madrid, adonde se trasladó con su familia en 1940, estudió Arquitectura Técnica, trabajó en una empresa constructora en proyectos como el de la Fundación Camilo José Cela y el Gobierno Croata le concedió el título honorario de Reconstructor de Dubrovnik.

Compañero de los artistas de la generación del 50, como Rafael Canogar o Manuel Rivera, a principios de 1970 formó parte del Grupo de Constructivistas Españoles y en 1987 fundó el grupo Ruedo Ibérico con los pintores José Caballero y Álvaro Delgado.

Al constructivismo llegó desde el neocubismo de sus primeros años, después de una formación heterodoxa en la Escuela de Artes y Oficios, el Museo de Reproducciones Artísticas, las clases del Círculo de Bellas Artes y el taller del pintor Daniel Vázquez Díaz, al que consideraba su verdadero maestro.

Completó su formación viajando por distintos países europeos y americanos y cursó Historia del Arte en la Universidad de Aix-en-Provence (Francia).

Desde principios de los años 70 expuso de forma regular, primero en muestras colectivas de la nueva vanguardia española y en las Bienales de Valparaiso, Alejandría y Sao Paulo.

Su obra está representada en más de treinta museos y tiene la Medalla del Círculo de Bellas Artes, la Medalla Castelao —que le concedió la Xunta de Galicia— y la Medalla de Artes Plásticas de la Comunidad de Madrid.

Comentarios