Julio Iglesias cumple 80 años y dice que no encuentra motivos para celebrarlo. Nunca ha tenido reparo en confesar que le aterroriza el paso del tiempo y sumar ocho décadas, eso que para cualquiera es un logro digno de echar cohetes, a él solo le recuerda que le queda menos por vivir. En su última entrevista para la TVG, realizada por el lucense Roberto Vilar para el programa Land Rober, confesó que lo que más le importa y le preocupa en la vida es "el tiempo que te queda, el tiempo perdido, el tiempo ganado, nada más que el tiempo". En definitiva, una de las pocas cosas que el dinero no puede comprar.
La reciente muerte de su amigo Pepe Domingo Castaño poco después de estrenarse como octogenario no ayuda a animar la fiesta. Julio Iglesias manifestó en público su pesar por el fallecimiento del periodista, aquel que le ayudó con la letra de Un canto a Galicia, su primer éxito internacional.
Cantando a Galicia
El tema que Julio Iglesias compuso en honor a la tierra de su padre se estrenó el 12 de agosto de 1971 en las fiestas de María Pita de A Coruña. El productor musical Nonito Pereira contaba que ese día Iglesias compartía escenario con Víctor Manuel y pidió actuar de último porque quería estrenar un tema especial.
Nonito Pereira contaba que ese mismo día Víctor Manuel conoció a Ana Belén, que representaba en A Coruña la obra de teatro Sabor a miel, y accedió a cederle el puesto de honor del concierto a Julio Iglesias para terminar antes e ir a buscar a esa chica que le había caído bien y que con el tiempo se convertiría en su pareja.
El día del estreno, Julio Iglesias le explicó al público el porqué de Un canto a Galicia. "Mi padre es gallego, tengo familia ourensana. Me encanta el mar, las gentes de esta tierra, me gusta Galicia y por eso les canto, como un homenaje pequeño, pero sentido", recordaba Nonito Pereira, quien también decía que se burló del cantante por decir pae en lugar de pai.
'Un canto a Galicia' se estrenó en A Coruña y Pepe Domingo Castaño le ayudó con la letra
Esa no es la única incorrección de la letra del afamado tema. Para grabarlo e incorporarlo al disco Por una mujer, Julio Iglesias le pidió asesoramiento lingüístico a Pepe Domingo Castaño, quien en sus memorias cuenta que no fue capaz de convencerle de que debía decir lonxe en lugar de leixos.
En el libro Hasta que se me acaben las palabras, el periodista cuenta que, cuando llegó al estudio de grabación, Julio Iglesias le dijo que estaba bloqueado en la estrofa que dice "eu quéroche tanto, terra do meu pai". Pepe Domingo Castaño le propuso añadir "miña terra nai", palabras que finalmente se incorporaron al estribillo.
En 1972, Un canto a Galicia le dio a Julio Iglesias proyección internacional. La canción llegó a grabarse en varios idiomas y fue número uno en países como Bélgica, Holanda, Alemania, Francia, Italia, Angola o Turquía.
Nonito Pereira recordaba con humor una anécdota de aquel tiempo. Desde la distribuidora alemana contactaron con él para pedirle unas fotografías de esa mujer llamada Galicia a la que Julio Iglesias le cantaba con tanta admiración. El productor envió para Alemania una fotografía de dos vacas pastando en un prado y se recreaba imaginando la reacción de los alemanes al conocer a la protagonista de la canción.
El tema se convirtió en compañero inseparable de Julio Iglesias en sus giras por el mundo. Sus seguidores recuerdan especialmente algunas interpretaciones, como una de 1977 en Chile, cuando el padre del cantante, Julio Iglesias Puga, apareció por sorpresa en el escenario mientras sonaba Un canto a Galicia para darle un abrazo a su hijo y arrancarle unas lágrimas. También es recordada la interpretación que hizo en Londres en 2014 acompañado por el gaiteiro Carlos Núñez.
Julio Iglesias manifestó en reiteradas ocasiones su querencia por Galicia. En su intervención en el programa Land Rober afirmó que había accedido a la entrevista, tras rechazar muchas otras, "para quedarme tranquilo con mi país, con mi tierra, con la gente que tiene esas nostalgias que me apasionan y que tengo yo también. Gentes que miran al mar, gentes emigrantes. Cuando voy por el mundo soy un emigrante gallego más. Estoy feliz aquí".
El pazo que nunca compró
Durante muchos años se especuló con la posibilidad de que Julio Iglesias se asentase en Galicia tras apartarse de los escenarios. Muchos fueron los rumores sobre su interés por adquirir un pazo, pero nunca llegó a hacerlo. Tiene una mansión en Ojén, cerca de Marbella, y otras tres en Miami, Punta Cana y Nassau (Bahamas).
Su fortuna, según Forbes, ronda los 800 millones de euros y se estima que podría superar los 900 si se computase su participación en empresas asentadas en paraísos fiscales. Suficiente para adquirir el pazo que se le antojase. Sin embargo, nunca se interesó realmente por invertir en Galicia.
Sus estancias en tierra gallega siempre fueron temporales, motivadas por conciertos o compromisos. Frecuentó hoteles de lujo y restaurantes selectos, en los que demostró reiteradamente su gusto por la gastronomía gallega. Una de sus paradas habituales era el restaurante Chocolate, regentado por Manuel Cores en Vilaxoán (Vilagarcía de Arousa). Cantante y hostelero se hicieron buenos amigos y llegaron a asociarse para impulsar, sin mucho éxito, un restaurante en las Bahamas.
En una ocasión, la TVG le pidió a Manuel Cores que intercediese ante el cantante para poder hacer un reportaje en su casa. El hostelero lo convenció y él mismo viajó a Miami con un equipo de la televisión autonómica.
Manuel Cores no quería llegar con las manos vacías y, conocedor de los gustos de Julio Iglesias, llevó un cargamento de marisco. Al llegar a la aduana de Estados Unidos, como era de esperar, la Policía lo interceptó. El hostelero estaba preparado. Abrió una ostra y la comió, con gestos evidentes de estar degustando un manjar. A continuación, le ofreció otra al policía que presenciaba la escena, que quedó prendado del característico sabor a mar y, tras ser obsequiado con una parte del cargamento de marisco, permitió que el resto continuase su camino. Y así fue cómo el equipo de la TVG pudo grabar imágenes de una mariscada en la casa de Julio Iglesias en Miami.
Una vecina de O Vicedo le llevó una tortilla a la última entrevista que concedió en Galicia
Pero no solo de marisco viven los famosos. De su última entrevista en la TVG, el cantante se llevó una tortilla de patata hecha por la madre del presentador Roberto Vilar. Esta vecina de O Vicedo vio cumplido su sueño de conocer a Julio Iglesias y, para que se llevase buen sabor de boca del encuentro, apostó por un obsequio que no falla nunca.
Una pulpada en Lugo
Y en Lugo, como no podía ser de otro modo, Julio Iglesias comió pulpo en las casetas del San Froilán. Fue tras su último concierto en la ciudad, el 6 de octubre de 2002. Cantó ante 4.500 personas en el pazo de los deportes y previamente se dio un baño de masas en la muralla.
Julio Iglesias paseó unos metros por el adarve acompañado por el entonces presidente de la Diputación de Lugo, Francisco Cacharro; por el conselleiro de Política Territorial, José Cuíña, y por la conselleira de Familia y entonces candidata a la alcaldía de Lugo por el PP, Manuela López Besteiro. Realmente, el recorrido fue corto porque los fans del cantante le impidieron avanzar. Repartió docenas de besos, abrazos y autógrafos.
En Lugo comió pulpo y se dio un baño de masas acompañado por Cacharro y Cuíña
No se estrañó ante tan efusivo recibimiento de los lucenses. Sin modestia alguna, dijo que estaba acostumbrado a las multitudes de fans enfervorizadas y se definió como "el cantante latino más importante del mundo y yo diría de la historia".
En rueda de prensa, ante los medios de comunicación locales, mostró su apoyo a Manuela López Besteiro como candidata a la alcaldía. "Me encantaría que fuese alcaldesa este año. Es una señora con gran estoicidad y muy serena", dijo. Y en reiteradas ocasiones mostró su agradecimiento a Francisco Cacharro y a José Cuíña por hacer posible su concierto. Sin ocultar su tendencia política, afirmó que "tengo derecho a tener mis ideas y yo tengo una evidente connotación aznariana".
El de Lugo fue el quinto concierto de Julio Iglesias en Galicia en esa temporada. Durante su estancia en la ciudad afirmó: "Canto en España porque lo necesito y me sale de las pelotas, no porque no tenga otro sitio donde cantar". Y manifestó la "solemne promesa de no volver a cantar a precios altos en España. Ya he ganado mucho dinero".
Embajador de Fraga
A esta bonanza económica contribuyó también Galicia. A las puertas del año santo de 1993, el presidente de la Xunta, Manuel Fraga, le nombró Peregrino del Xacobeo 93 y le encomendó ser embajador del evento por el mundo. A cambio, Julio Iglesias recibió 300 millones de las antiguas pesetas, cifra que fue muy criticada. Ofreció dos conciertos, uno en septiembre de 1992 en la Praza do Obradoiro, para 7.500 espectadores, y otro un año después en el Monte do Gozo, ante 20.000 personas.
A pesar del buen trato por parte del Gobierno gallego, el padre del cantante, Julio Iglesias Puga, siempre sostuvo que su hijo no había recibido el reconocimiento que merecía en Galicia, pues, al margen de cuestiones económicas, aspiraba a una distinción institucional.
El gallego abre puertas
Personas próximas al propietario del restaurante Chocolate recuerdan una anécdota curiosa. En una ocasión que Manuel Cores telefoneó a la casa de Julio Iglesias en Miami, la persona que respondió se negaba a pasarle la llamada al cantante. El hostelero, cansado de negativas, preguntó qué carallo pasaba. En ese momento, su interlocutor entendió que llamaba un gallego. Se acabó la discusión y Cores pudo hablar con su amigo.
Si hoy Manuel Cores estuviese vivo, Julio Iglesias recibiría una felicitación de cumpleaños desde Vilaxoán y posiblemente no faltase el marisco en su mesa. Con ayuda de un vino gallego, tal vez fuese capaz de convencer al cantante de que sumar 80 años es motivo de sobra para festejar una vida, sobre todo si está colmada de éxitos profesionales, lujo y caprichos.
Cuesta creer que Julio Iglesias no vaya a soplar hoy una vela, aunque sea en esa intimidad que tanto protege. Si hoy se para a reflexionar, posiblemente el cantante encuentre mil y una razones para festejar su longevidad y para afrontar con serenidad las canas, las arrugas y ese tiempo que tanto valora y que tiene por delante.