Jesús Carrasco Vázquez sostiene que la sociedad española come por encima de sus necesidades y ha constatado que, a lo largo de la historia, ese nunca ha sido un hábito saludable. En el libro Obesidad. La pandemia silenciosa, coordinado por Almudena García Carrasco, el historiador repasa las consideraciones sobre el peso a lo largo del tiempo. Desvela que el sobrepeso está presente desde el Paleolítico y que ha empeorado en las sociedades modernas.
¿Por qué un libro sobre obesidad?
Porque es muy necesario. El 25% de la población española tiene sobrepeso. Es preocupante por su salud, porque esas personas son más propensas a sufrir problemas cardiovasculares, y por el gasto de recursos públicos que supone, porque enferman más y hay que atenderlas. En las últimas décadas la sociedad española ha ganado peso. Por ejemplo, en los años 60 se comía menos, alimentos no procesados, y se caminaba más porque pocos tenían coche. Ahora vivimos en una sociedad mecanizada con sobreoferta de alimentos.
Los problemas de salud que provoca la obesidad son preocupantes, pero el estereotipo del cuerpo perfecto también está haciendo mucho daño.
A través de la publicidad y especialmente en la televisión, ese púlpito de plasma desde el que nos adoctrinan, se difunde un canon de belleza que no se corresponde con la realidad y que afecta especialmente a la gente joven, que es muy propensa a ser manipulada. La realidad es que la sociedad española es más obesa que antes. Tenemos a nuestro alcance infinidad de alimentos que no necesitamos y este libro es una llamada de atención hacia un problema al que los poderes públicos debieran dar respuesta, con una campaña de concienciación sin demonizar lo opuesto. La sociedad tiene un problema tanto con la obesidad como con la anorexia.
Usted estudia la obesidad a través de la historia. Habitualmente se relacionaban exceso de peso y posición social.
Sí, los ricos eran más obesos. Reyes, nobles, clero... hasta que llegamos a las sociedades occidentales, con economía solvente y posibilidades de sobrealimentación por parte de la mayoría de la población. En las sociedades sin bonanza económica las personas tienden a ser delgadas. Además, antes la gente andaba, consumía calorías por necesidad.
Ahora ocurre lo contrario, engorda quien no tiene recursos para comer bien.
Sí, ahí hay un factor real. La mala alimentación se asocia muchas veces a un exceso de hidratos de carbono, que provoca obesidad a quien no puede acceder a otro tipo de alimentos. Pero en épocas anteriores obesidad se asociaba a salud, los grupos sociales desfavorecidos asociaban a las clases dirigentes con gente obesa.
Cuenta en el libro que incluso las momias de los faraones egipcios ya eran candidatas a bypass porque se ha detectado que sufrían ateroesclerosis.
Esto pone de manifiesto el estatus social de los faraones. El estudio de las arterias coronarias de una serie de momias ha detectado ateromas. Sin descartar la predisposición genética a la enfermedad, lo cierto es que las momias estudiadas pertenecían a personas de elevada posición social, que podían consumir carnes y alimentos ricos en grasas, así como llevar una vida sedentaria.
¿Quiénes son los primeros en percibir los problemas que causa la obesidad?
Desde la antigüedad han sido conscientes de ello. Saben que comer mucho aumenta el peso. Los egipcios, desde el imperio medio.
A Sancho I el Craso le cosieron la boca para que adelgazase porque no lograba subir a su caballo
¿Y los primeros en poner remedio?
En la Grecia clásica ya se dan cuenta de que la solución está en el equilibrio y Hipócrates ya habla de mesura en la ingesta.
Pero en otros tiempos los hubo más radicales.
Sí, había soluciones drásticas, como le ocurrió al rey leonés Sancho I el Craso en el siglo X, que le cosieron la boca para que dejase de comer. A grandes males, grandes remedios. Se estaba jugando un reino y pesaba tanto que no lograba subirse a su caballo.
Eso no evitó que muriese joven.
Murió a los 31 años, pero vio cumplido su objetivo, que era sentarse en el trono y antes en el caballo.
Carlos el Gordo, Luis VI el Gordo… no cuidaban mucho el lenguaje.
Llamar gordo o negro es una descripción, no debe entenderse como una ofensa. Eso surge de los cánones de esta sociedad, en la que está mal visto ser gordo.
También ha estudiado la obesidad en el arte.
El arte refleja la sociedad que lo ha concebido. Primero fueron las venus, que la ciencia médica valora como personas obesas. Pero al margen de la representación de las figuras, los pintores también recogen las mesas de los pudientes que encargaron el cuadro y las raciones representadas cuentan mucho de cada época.
En la literatura también está presente. Ya Cervantes le aconsejaba moderación a Sancho.
Escribía "come poco y cena más poco, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago".
En la actualidad, una tribu etíope otorga su mejor mujer al hombre con la mayor barriga
La relación entre obesidad y estatus social sigue presente en algunas sociedades.
En la tribu bodi de Etiopía. Son pastores de vacas y los hombres ingieren durante varios meses una mezcla de leche y sangre de vaca para aumentar el tamaño de sus barrigas. En la fiesta de año nuevo se miden y el que tenga la barriga más grande es nombrado rey por un día y se le otorga como esposa a la muchacha más guapa de la tribu. Se relaciona el tamaño de la barriga con la capacidad de alimentar a su familia, ya que a más vacas, más leche y más peso. Es curiosa esta reflexión porque la obesidad los pone en situación de desventaja ante un guerrero fibroso. Es una situación anómala, los africanos no son gente obesa.