"Mis padres me exigieron lo mismo que al resto de mis tres hermanos"

Pablo Pineda publica 'Niños con capacidades especiales', en el que trata de ayudar a familias con menores con síndrome de Down partiendo de su experiencia ► Es la primera persona con este trastorno que termina una carrera universitaria
Pablo Pineda es un ejemplo de superación personal
photo_camera Pablo Pineda es un ejemplo de superación personal

¿Cómo se entera y quién le cuenta que es síndrome de Down?

Yo me enteré a los 6 o 7 años, por un profesor, ahora catedrático de universidad, que intentaba explicármelo de una forma científica, con el tema de los cromosomas y los genes. Como no me enteraba le pregunté "Don Miguel, ¿soy tonto?" y me dijo que no. También le pregunté si podía seguir en la escuela con mis amigos y me dijo que sí.

¿Cómo se lo toma? ¿Entendió lo que le estaban explicando?

Me lo tomé con mucha naturalidad y tranquilidad, quizá porque no sabía bien lo que era y también por mi carácter, pues siempre he sido una persona tranquila y ecuánime. Ya no volví a sacar más el tema ni se lo pregunté a mis padres. Sabía que era feliz y con eso me bastaba. Años después, cuando me enteré de lo que iba, no cambié de actitud. Me lo seguí tomando con naturalidad e incluso con orgullo.

¿Sus padres lo sobreprotegieron en la infancia?

Mis padres nunca me han sobreprotegido en la infancia; al contrario, me exigieron lo mismo que al resto de mis tres hermanos, yo soy el pequeño. Tampoco lo hicieron mis hermanos.

¿Y qué tal con sus compañeros de clase?

Mis compañeros me querían muchísimo y me aceptaban como uno más. Si alguien se metía conmigo rápidamente me defendían. Recuerdo la etapa de la EGB como una etapa preciosa. Por eso, cuando dicen que los niños son crueles, discrepo. Sí es verdad que actualmente los niños son más crueles; pero no por ellos, sino por lo que ven en el ambiente. Son como esponjas.

"A los 6 ó 7 años le pregunté a un profesor: '¿Soy tonto?'. Me dijo que no"

¿Dice que su libro, basado en su propia experiencia, está para ayudar a los padres y a los hijos con síndrome de Down. ¿Cómo puede ayudarles?

A los padres les puedo ayudar poniéndoles sobre la mesa las etapas que puede pasar el hijo y también las cuestiones que se tienen que abordar,que son distintas en cada etapa. También como deben afrontarlo para después actuar en consecuencia. A los hijos les puedo ayudar animándoles a que sigan adelante, que luchen y darles pautas para que a la hora de afrontar la vida sepan tomar decisiones y cambiar actitudes.

¿Qué puede aprender el resto de la sociedad de su libro?

La sociedad puede aprender a vernos de otra forma: no como un lastre o una carga, sino como un elemento enriquecedor que los hace mejores personas. También a ver la diferencia como algo positivo y a lo que no hay que tener miedo y, sobre todo, a conocernos más, a saber cómo somos realmente. Para eso hay que quitarse estereotipos e ideas preconcebidas que lo que hacen es perjudicarnos.

Usted estudió Magisterio, siendo el primer síndrome de Down en acabar una carrera universitaria, pero nunca ha ejercido como profesor. ¿Por qué?

Esta es otra de las luchas que tenemos los discapacitados intelectuales. La propia Constitución Española dice que para acceder al funcionariado "depende del grado de capacidad que tenga la persona"; por tanto, ya está claro quién se queda fuera. Socialmente no se concibe que una persona con síndrome de Down enseñe porque siempre estuvo en el papel de persona inferior, algo que descolocaría a los padres. Ves tu título de Magisterio y sabes que para lo único que te sirve es para enseñar en la educación privada.

¿Otros síndrome de Down le han agradecido su lucha, su trabajo y, sobre todo, el ejemplo que supone para ellos?

Sí, los padres en las conferencias me lo agradecen y eso me da alegría, pero también mucha responsabilidad para seguir luchando. Lo mismo ocurre con los chicos que me lo dicen mientras me están abrazando y eso me emociona.

¿Un deseo para el futuro de los síndrome de Down?

Mi principal deseo es que llegue un día en que todo lo que hagamos no sea noticiable, sino que la sociedad lo vea como algo natural como otras tantas cosas. Que cuando un síndrome de Down pasee por la calle no sienta que le están mirando. En definitiva, que formemos parte de la sociedad con derechos y obligaciones.

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