Los sueños del Síndrome de Down

Las personas que nacen con esta alteración genética tienen una sensibilidad especial y una inteligencia emocional más desarrollada
Un niño con síndrome de Down en un parque.
photo_camera Un niño con síndrome de Down en un parque.

Ser pintor, periodista o bailarín son algunos de los sueños de los jóvenes y no tan jóvenes con síndrome de Down, una alteración genética con la que crecen conscientes de sus limitaciones, pero también de sus virtudes: tienen una sensibilidad especial y una inteligencia emocional más desarrollada. Luis Miguel, Luismi para los amigos, es uno de ellos, y muchos le conocerán porque se convirtió en el primer actor con síndrome de down que aparecía en una serie española desde Médico de familia, en 1999.

Ha hecho "algún pinito" como actor en Sin identidad, en Antena 3, tal y como ha contado a Efe, pero lo que más le gusta es bailar. "Nací y crecí con el baile, bailaba con los Jackson Five, con Fama y con Grease. Hago funky en un gimnasio y estoy en Fusionarte, un grupo de danza. Mi profesora es Pau Vázquez. Cuando estoy malo bailo y se me quitan los problemas". Con lo que sueña Luismi es con poder bailar con los grandes de ese mundo: "Me encantaría ser coreógrafo y crear bailes o que alguien famoso me dijera 'te apadrino', y poder bailar con él".

Se está preparando para ello porque está convencido de que "hay que luchar por los sueños", una lucha que persigue con un alegato fuerte y claro: "Quiero que la gente sepa que las personas con discapacidad somos personas y no monstruos y tenemos mucho que demostrar a la sociedad, tenemos corazón. Para mí es importante que sepan que no somos niños". Pero lo que hace casi a diario Luismi, de 37 años, es ir al centro ocupacional de la Fundación Juan XXIII, una institución que lleva 50 años trabajando con personas con discapacidad intelectual, entre ellas medio centenar con síndrome de Down, a las que intenta potenciar sus capacidades personales y profesionales.

A las nueve de la mañana, cuatro días a la semana, acude al centro y después sobre la una de la tarde se dirige a la empresa donde trabaja como ordenanza durante cuatro horas al día y desde hace un año. Está muy contento en el trabajo, como también lo está Fernando en la fundación: "Yo lo que quiero es ser periodista. Todos los domingos compró el periódico porque me gusta estar informado", dice este gallego al que lo que más le gusta es escribir artículos.

Fernando lleva casi treinta años en la fundación, muchos más que Luis Miguel que lleva tan sólo cinco. A la fundación también acude Javier Perrino, el autor del logotipo de la última campaña realizada por esta institución Javier sueña con ser pintor y como uno de los grandes, Picasso. La afición, según él, le viene dada por el taller de manualidades de la fundación donde cada día aprende nuevas técnicas de pintura, escultura y saca el máximo partido a sus capacidades artísticas.

En esta fundación, como en otras entidades, trabajan "para que las personas con discapacidad confíen en ellas mismas, que encuentren su sitio en la sociedad y alcancen la dignidad que todos deseamos", según su director Javier Arroyo. Hoy muchos de ellos estarán ultimando los preparativos de la celebración de mañana día 21, la del Día Mundial del Síndrome de Down, esta alteración genética producida por la presencia de un cromosoma extra (o una parte de él) en la pareja cromosómica 21.

Down España está con los últimos detalles del evento multitudinario que ha preparado para mañana por la mañana en la Puerta del Sol de Madrid. Miles de personas se reunirán para celebrar en el mítico reloj de Sol las 12 campanadas por la inclusión. Habrá un mural gigante y se lanzarán miles de aviones de papel.

Con motivo de este día mundial, además, ha lanzado la campaña La vida no va de cromosomas, que tiene como protagonistas a diez madres y a diez niños con y sin el síndrome. Pretende demostrar que no existen diferencias entre los niños con y sin esta discapacidad intelectual, y acercar a todo el mundo su manera de ser, pensar y sentir.

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