Las fiestas ilegales con menores, un negocio al alza gracias a internet

La Policía Municipal de Madrid ha intensificado los controles sobre este tipo de eventos

Locales en absoluto aptos para reunir a decenas de menores con alcohol y tabaco son los escenarios de fiestas ilegales que la Policía Municipal de Madrid vigila más ahora, ya que esta práctica antigua se ha convertido en un "negocio" más accesible porque se publicita por internet y WhatsApp.

"No nos deja salir. Estamos gritando y golpeando la puerta", explicaba nerviosa una joven a su madre la madrugada del pasado 3 de abril, cuando el organizador de una fiesta clandestina en una oficina de la capital vio que llegaba la Policía y decidió prohibir a los menores que salieran. Es más, cuando finalmente los bomberos entraron por una ventana del edificio y lograron descerrajar la puerta de la estancia en la que se celebraba la fiesta, Jorge C.G. salió entre los jóvenes, tratando de pasar desapercibido. Pero no lo logró.

Ha sido el caso dramático, pero en las últimas semanas han sido varias las intervenciones de la Policía Municipal en fiestas clandestinas con menores que no cumplían unos mínimos de seguridad. Y es que ahora es la época, junto con Nochevieja, en la que más se celebran, debido al fin de curso y las graduaciones.

El promotor publica un anuncio en redes sociales y también lo comenta a jóvenes que conoce, para que circule de boca en boca y de chat en chat



Desde comienzos de 2016 la Policía ha desalojado una decena de fiestas de este tipo. En 2015 se interpusieron 63 denuncias en fiestas en las que había menores, de un total de 25.611 registradas tras inspeccionar locales de ocio.

La Policía cree que no es que ahora se celebren más fiestas de este tipo, ya que siempre las ha habido para celebrar fines de curso, graduaciones y Nocheviejas, pero sí se ha detectado que ahora hay un negocio a su alrededor que se publicita en internet y redes sociales.


Por eso además de vigilar en las calles, los agentes están atentos en internet y redes sociales, logrando que algunas no se lleguen a celebrar y que otras sean desalojadas a tiempo.

El "modus operandi" suele ser el siguiente: el promotor publica un anuncio en redes sociales y también lo comenta a jóvenes que conoce, para que circule de boca en boca y de chat en chat de WhatsApp. Suele proponer un precio por el alquiler completo del local, de manera que cuantos más chicos se junten más barato les sale. Saben que hay competencia y que los jóvenes no pueden pagar mucho más de 20 euros, barra libre incluida.

Hay veces que se trata de un timo: los chicos adelantan un dinero y el promotor "se esfuma", sin mayores consecuencias porque no hay un contrato 


En ocasiones el organizador no les dice el lugar exacto hasta el día anterior. Y hay veces que se trata de un timo, de manera que los chicos adelantan un dinero y el promotor "se esfuma", sin mayores consecuencias porque no hay un contrato firmado. 

En la mayoría de las ocasiones sí hay local. A veces un bar "normal" y otras un local habilitado como tal, ya sea un sótano, un piso deshabitado o una oficina.

En cualquier caso "es habitual encontrase con todas las puertas completamente cerradas, sin posibilidad de acceso o salida libre, con el objetivo de evitar la labor inspectora de la Policía Municipal", explican desde el Cuerpo. Las salidas de emergencia, si existen, suelen estar bloqueadas con cajas, sin señalizar y ocultas a la vista, lo que haría imposible una evacuación. Y no hay extintores o no funcionan.

Por todo ello la Policía Municipal tiene indicaciones de "permanecer con una mirada mucho más intensiva" hacia las fiestas ilegales con menores y pide a los padres que alerten a los jóvenes sobre el peligro real que entrañan esos eventos.

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