Las nuevas adicciones gallegas

A mediados de enero la Consellería de Sanidade anunciaba la intención de la Xunta de incorporar la vigorexia y la ludopatía dentro del Plan de Galicia sobre Drogas. La propia Consellería es la primera en reconocer que no existen ni estudios ni datos sólidos que reflejen la dimensión de estos problemas dentro de la Comunidad Autónoma.

No obstante, desde Sanidade confían en que su inclusión en el Plan sobre Drogas potencie la investigación de ambos trastornos y permita desarrollar estrategias de prevención y tratamiento.

Ni la vigorexia ni la ludopatía están muy extendidas, pero cada vez son más frecuentes. Según los últimos datos, uno de cada cien gallegos sufre de adicción al juego. El perfil del adicto que acude a consulta en las asosaciones gallegas de ludópatas (Agalure y Agaja) se corresponde con el de un hombre de entre 25 y 35 años, casado en el 75% de los casos. La mayoría tiene un nivel medio de estudios y trabaja, aunque se aprecia un porcentaje importante de jubilados (12%).

Desde Agaja alertan de que el número de gallegos que padecen este transtorno ha aumentado de manera alarmante en los últimos años. Entre los datos que han disparado la alarma está el hecho de que en los cinco años transcurridos entre el 2002 y el 2007 el número de ludópatas inscrito en el Registro de Prohibidos de la Xunta aumentó en un 42%.

En los dos últimos años la cifra siguió creciendo, y a día de hoy son 1.575 las personas incluidas en esta lista, que veta su entrada a casinos y bingos de la Comunidad. Los adictos pueden apuntarse voluntariamente o entrar en el censo a demanda del establecimiento de juego, por una resolución judicial o por decisión de una tercera persona cuando el afectado es declarado incapaz.

Tentación constante
Desde Agaja denuncian la incidencia que tiene la publicidad sobre los adictos: cada vez hay más anuncios televisivos de juegos que prometen dinero rápido a través de una llamada o un mensaje de móvil, y en ciertas épocas (como la Navidad, con la campaña de lotería del Estado) el bombardeo es constante.

También es difícil para los adictos evitar las tragaperras, disponibles en casi todos los bares y juego predilecto para el 95% de los ludópatas. Pese a ello, en los últimos años ha aumentado de manera significativa la popularidad de otro juego de azar: las apuestas on-line. Este mercado superó los 200 millones de euros en 2008, unos beneficios que aumentaron en un 20% durante el año pasado y que, según los expertos, podrían alcanzar una subida del 30% en 2010.
 
Jugar a través de Internet es una opción tentadora para los adictos, pues ahí encuentran un mecanismo sencillo que no requiere una gran inversión y en el que los premios son inmediatos. La posibilidad de jugar a cualquier hora del día y de hacerlo en la intimidad, sin que nadie lo sepa, potencia aún más el atractivo de Internet.

Falta de datos
El otro trastorno que podría entrar en el Plan Gallego de Drogas está menos definido. Dado que la vigorexia, abordada por primera vez en 1993, aún no ha sido reconocida como una enfermedad mental, la mayor parte de la información disponible se basa en estimaciones de distintos investigadores y expertos en trastornos alimenticios.

Así, basándonos en la estimación de la Comisión Europea de que entre el 1% y el 10% de los usuarios habituales de gimnasios sufren vigorexia, el número de afectados en España estaría en torno a los 20.000, el 90% de ellos hombres de entre 15 y 35 años. Aunque pueden parecer personas comprometidas con el ejercicio, su empeño por estar en forma se convierte en una obsesión que distorsiona la autoimagen del enfermo, que se ve débil y enclenque sin importar las horas que pase en el gimnasio.

Este transtorno lleva a quien lo padece a extremos, como practicar deporte pese a estar lesionado o enfermo, medir el contorno de los músculos por la mañana para comprobar si se ha perdido volumen durante la noche o limitar sus relaciones sexuales para no gastar energía.

Además, el ejercicio físico suele ir acompañado de dietas extremas y del consumo de sustancias para fomentar el desarrollo muscular. Según un informe de la Comisión Europea, un 6% de los usuarios de gimnasios recurre a algún tipo de anabolizante, lo que supondría un total de 900.000 'deportistas' dopados habitualmente.

A día de hoy no existe ninguna estadística que refleje la incidencia del trastorno en Galicia. Al igual que en otros desórdenes alimenticios, es el afectado o sus allegados quienes deben dar el primer paso y buscar ayuda, pero hasta la fecha sólo dos personas han solicitado tratamiento en la Asociación de Bulimia y Anorexia de Pontevedra.

El número de personas que busca ayuda también es bajo en otros centros similares repartidos por la Comunidad, pero los expertos coinciden en que por el momento los afectados no reconocen el problema y que el número ha aumentado en los últimos años. 

Consecuencias similares
A pesar de las diferencias que existen entre ambas patologías, los efectos negativos que tienen sobre los adictos son similares. Tanto ludópatas como vigoréxicos se enfrentan a problemas sociales y familiares, ya que los primeros se aislan y los segundos tienden a sustituir su círculo de amigos por personas que compartan su interés por el ejercicio.

Ambos trastornos suponen también un importante gasto económico. Un ludópata puede dejarse entre 600 y 1500 euros mensuales en el juego, mientras que el vigoréxico invierte en gimnasio y suplementos. El gasto no se centra sólo en la compra de anabolizantes, sino que otros complementos dietéticos engordan la factura: un kilogramo de productos proteicos ronda los 60 euros, y adquirir 100 tabletas de creatinitina sale en 30 euros.

En cuanto a las repercusiones sobre la salud física, aunque estas son más marcadas en los afectados de vigorexia (afecciones cardíacas, problemas de fertilidad e impotencia, problemas óseos y articulares, y un largo etcétera), la salud de los ludópatas también se resiente.

La adicción al juego suele ir acompañada del abuso de alcohol o tabaco, lo que hace que el jugador sufra un mayor deterioro personal. Abstenerse de jugar también puede provocar reacciones fisiológicas, tales como dolores de cabeza, temblores, trastornos estomacales o alteración del ciclo de sueño.

Incidencia minoritaria en mujeres
Otra de las pocas similitudes que se dan entre ambos transtornos está en que afectan mayoritariamente a hombres. En el caso de la vigorexia, el trastorno también es conocido como Complejo de Adonis y hay quien lo considera, salvando las diferencias, el equivalente masculino de la anorexia.

La preocupación por la figura, la distorsión de la propia imagen, la edad de aparición, la falta de autoestima y la tendencia a la automedicación (con laxantes y diuréticos en uno y anabolizantes en el otro) son algunas de las características comunes a ambos desórdenes.

En las mujeres vigoréxicas, el abuso de estas sustancias provoca efectos específicos. la mayoría de ellos son externos, tales como la redistribución de la grasa corporal hacia formas más masculinas, la reducción del tamaño de los pechos, pérdida de cabello, cambios en la voz y crecimiento del vello facial. Las consecuencias más graves, como la alteración del ciclo menstrual y los problemas de fertilidad, son más difíciles de detectar.

Hasta hace unos años los expertos señalaban que el 90% de los ludópatas eran hombres, pero los últimos datos demuestran que cada vez son más las mujeres con problemas de adicción al juego. Según un estudio de la Universidad del País Vasco, la sociedad tolera menos el juego en las mujeres que en los hombres, motivo por el que, aunque el 30% de los ludópatas españoles son mujeres, sólo la mitad o un tercio de ellas acude a los centros de tratamiento.

El perfil también varía: suelen ser divorciadas, viudas o casadas con problemas de ansiedad o de autoestima. A diferencia de los hombres, las ludópatas prefieren el bingo, empiezan a jugar en torno a los 35 años y desarrollan el transtorno al llegar a los 40.

El mismo estudio asegura que la soledad o el deseo de evadirse de sus problemas personales son los principales factores que conducen a la adicción, y el riesgo es mayor cuando han sufrido pérdidas significativas o tienen maridos alcohólicos o ausentes. No en vano, el informe revela que el 70% de las ludópatas son también víctimas de violencia machista.

Comentarios