Cuando los derechos humanos no caben tras las rejas

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Hay unos 10 millones de personas tras las rejas en todo el mundo, la mayoría de ellos en condiciones inaceptables. Los reos de una prisión en Uruguay pueden pasar varios años en 'tarros', pequeñas celdas metálicas donde la temperatura sube a 60 grados centígrados. Mientras, en Nigeria, las mujeres y los niños prisioneros están confinados en salas de tortura.

Son algunos de los abusos que detalla un informe publicado el martes por Manfred Nowak, un austriaco abogado de derechos humanos y Relator Especial de Naciones Unidas sobre la tortura y otras formas de trato cruel e inhumano en distintas cárceles mundiales.

Los penales olvidados
Nowak dijo que se centró en "las cárceles olvidadas" y en el tratamiento de los niños en decenas de países que visitó. En nombre de la ONU, sostiene que las mujeres y los niños en Lagos, Nigeria, eran algunos de los más de 100 detenidos confinados a una sala de tortura del Departamento de Investigación Criminal, donde los métodos incluyen el lanzamiento de disparos en las piernas y el dejar a los prisioneros gravemente heridos sin tratamiento médico.

"La gran mayoría de ellos están en condiciones que violan la dignidad humana", dijo. Un problema generalizado es el hacinamiento, del cual según Nowak fue testigo durante las visitas a países como Georgia, Nepal, Sri Lanka y Togo.

En Indonesia y Paraguay, dijo, a los detenidos no sólo se les priva de alimentos y medicinas, también veces se ven obligados a pagar una tarifa diaria para su alojamiento en celdas. En el informe, Nowak asegura que encontró a una mujer en el corredor de la muerte de una prisión en la ex república soviética de Georgia, que había sido confinada a una cama durante años porque estaba paralítica.

Las experiencias adquiridas visitando cárceles y centros detención en cinco continentes le ha llevado a la conclusión de que es el momento adecuado para que Naciones Unidas redacte un convenio internacional sobre los derechos de las personas detenidas.

Torturas si, pero ¿en todo el mundo?

"Cuando asumí este cargo sabía que se producían torturas, de manera sistemática en algunos lugares y en otros menos, y que era un fenómeno global. Lo que me sorprendió son las condiciones de los detenidos", afirma.

Nowak culpó a "muchos Estados de incumplir la obligación de respetar la dignidad humana de los detenidos", que en numerosos casos están en la cárcel por largos períodos a la espera de juicio o han sido condenados tras extraerles confesiones por la fuerza. "En muchos países, las autoridades ni se consideran responsables de alimentar a los presos porque consideran que es una obligación de los familiares", apunta.

Ello conlleva a que los presos sin recursos tengan que convertirse en "esclavos" de otros internos para poder sobrevivir, ha resaltado. "Mucha gente no tiene ni idea de lo que pasa detrás de los muros de las prisiones".

"Lamentablemente, si las víctimas confiesan o no depende menos de lo que hayan hecho que de su capacidad para resistir la tortura".

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