La incineración con recuperación de energía, una propuesta que cala en los países desarrollados

Siempre tuvo la etiqueta de contaminante, pero ahora la incineración con recuperación de energía ya no forma parte del debate político y ecológico en los países europeos más desarrollados. Sus beneficios ambientales han sido reconocidos por una gran parte de los colectivos sociales, incluidos determinados movimientos ecologistas como Los Verdes de Alemania, que han visto en sus productos finales, energía eléctrica y calor, el auténtico valor de los residuos que no pueden ser sometidos a reciclado.

Solo en el año 2008, de cuando son los últimos datos disponibles, en la Unión Europea se incineraron 69 millones de toneladas de residuos urbanos en más de 400 instalaciones dispersas por todo el territorio comunitario. Con ello se proporcionó electricidad a 13 millones de habitantes y calor a otros 12 millones. Este método de producción energética ya ha sido calificada de renovable tanto por la Directiva de Residuos 2009/28/CE como por el nuevo Plan de Acción Nacional de Energías Renovables de España 2010-2020.

Ceñidas a una estricta normativa
Uno de los motivos que arguyen los defensores de la incineración para mostrar sus bondades es la modernización de las actuales incineradoras, que se ajustan ahora a unos estrictos controles de los niveles de emisión. Al amparo de la emergente legislación legal, este tipo de plantas son, en el sector industrial, las más vigiladas en sus aspectos medioambientales. Así, las viejas instalaciones han tenido también que adaptarse a los nuevos cánones tecnológicos.

Así, y a pesar del empeño de algunos por "acreditar" con métodos "científicos", y a través de estudios diseñados ad hoc, los efectos perjudiciales de las incineradoras sobre la salud, éstos no han podido ser probados. Es más, en un comunicado emitido por la Comisión Europea el pasado mes de noviembre, ésta reconocía que médicos e investigadores de salud pública no habían hallado pruebas del incremento de los niveles de metales en adultos que vivían en el entorno de incineradoras recién construidas, después de dos años de funcionamiento.
 
En este sentido, cabría señalar que las emisiones de dioxinas y furanos de las incineradoras europeas suponen, conforme a los inventarios nacionales, el 0,07 por ciento del total de emisiones de estas sustancias. Las altas temperaturas de combustión, superiores a los 850ºC, complementadas con potentes y novedosos sistemas de depuración de gases, hacen posible que todos los parámetros se sitúen en valores muy inferiores a los permitidos.

Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha definido la incineración como "un método higiénico para reducir el peso y el volumen de los residuos que también reduce su potencial contaminante" y como "una de las estrategias que pueden emplearse para asegurar que los residuos se manejan de una forma ambientalmente sostenible", concluyendo que "debido a esto, es técnicamente posible ubicar las incineradoras cerca de áreas densamente pobladas".

Una práctica extendida en los países desarrollados
Según datos publicados por Eurostat, en el entorno comunitario, como media, un 23% de los desechos urbanos producidos se destinan a reciclaje, un 17% a compostaje, un 20% a incineración y un 40% a vertedero. Países como Dinamarca o Suecia tienen un elevado índice de incineración, del 54 y el 49%, respectivamente.

Otro aspecto clave en el tratamiento de los residuos en Europa es la reducción del porcentaje destinado a residuos. No obstante, España los ha incrementado pasando de 319 kilogramos por habitante en 1997 a los 327 en 2007. Con un 14% de reciclado, un 20% de compostaje y un 9% de incineración, su tasa de vertido se sitúa en el 57%. No obstante, y aunque tímidamente, la incineración ha subido peldaños durante los últimos años, al pasar de los 24 kg por habitante en 1995 a los 58 kg en el 2007, lo que se traduce en un alza del 142%.

Los Verdes alemanes defienden esta práctica
En una conferencia pronunciada recientemente en el Congreso Nacional de Medio Ambiente 2010 (CONAMA), el doctor Michael Weltzin, asesor científico del grupo parlamentario de Los Verdes en Alemania, analizó en su discurso, y de forma pormenorizada, las alternativas existentes para la gestión de los residuos, contemplando, entre otras, el vertedero, la pirólisis, el tratamiento mecánico-biológico y la incineración.
 
Respecto al vertedero convencional, al que calificó como "caja negra”, enumeró una serie de problemas irreparables de carácter ambiental tales como la generación de metano y otros compuestos nocivos, así como la contaminación de acuíferos subterráneos y la necesidad de una vigilancia intensiva durante generaciones. También encontró inconvenientes en el vertedero con recuperación de metano, o en alternativas como la pirólisis y la gasificación, con experiencias fallidas en Alemania por sus altos costes y pobres resultados.

En relación a la incineración, confirmó que se trata de un sistema probado y contrastado durante muchos años, enfatizando su bajísimo impacto ambiental cuando se utilizan instalaciones con la mejor tecnología disponible. Expuso, además, que la recuperación de electricidad y calor, así como las bajas emisiones, constituyen unos importantes beneficios a tener en cuenta, con la particularidad de que, dado que la normativa obliga a los fabricantes a priorizar la elaboración de productos con bajo contenido en compuestos tóxicos, esto implica que las emisiones en las incineradoras serán todavía más bajas en el futuro.

Dentro de la jerarquía de tratamiento
Evitar la generación de residuos junto con ambiciosas cuotas de reciclaje tienen que ser elementos fundamentales en la política de residuos, aunque no son suficientes para resolver todos los problemas relacionados con los desechos municipales. Lo dicen Los Verdes, que en los años 80 estaban totalmente en contra de la incineración debido a las bajas exigencias respecto a las emisiones, en particular las dioxinas, reconociendo, en la década de los 90, que las emisiones de metano de los vertederos constituían un serie problema sobre el calentamiento global, lo que les ha llevado a aceptar en la actualidad que la incineración con bajas emisiones debe constituir una parte en el tratamiento de los residuos.

Tras numerosos estudios e investigaciones en la materia, la incineración con recuperación de energía queda como una forma de valorización que se integra en la jerarquía de gestión de residuos que establece el marco normativo europeo, y que comienza por la prevención, seguida por la preparación para la reutilización, el reciclado, otro tipo de valorización, como es el caso de la energética, y la eliminación a través de vertido, la opción menos deseable. Sólo así, dice la UE, se podrá garantizar una gestión sostenible que tenga en cuenta la vertiente ambiental, económica y social.

Comentarios