La 'donna di Milano' explora en su veterana galaica

Nicoletta Gandus e Isabel Lorenzo, a izquierda y derecha, retratadas durante el encuentro (L. Chapela )


Una casualidad quiso que la exmagistrada italiana Nicoletta Gandus encontrase en la localidad pontevedresa de Moaña a unas aliadas para la carrera feminista que hace meses arrancó la Casa delle Donne di Milano, que co-preside junto a Camilla Notarbartolo.

Fue durante una conversación informal que compartía en la localidad morracense cuando la  exjueza, a la que en vano trató de recusar el exmandatario italiano Silvio Berlusconi durante la instrucción del caso Mills en 2008, se enteró de la existencia de la Asociación de Mulleres de Moaña.

Las Mulleres son un colectivo que lleva desde el año 1992 ofreciendo a vecinas de la localidad actividades de formación teórica y práctica y alternativas de ocio y tiempo libre, entre otras, y cuya existencia, al parecer, interesó a la exjuez desde el primer momento.

Desde hace ya un par de años, Gandus y el colectivo de la Casa delle Donne de Milán tratan de poner en marcha un proyecto que, aunque con la vista puesta en una proyección internacional, sirva como estímulo y garantía de sus derechos a mujeres de todas las nacionalidades en la ciudad.

Tras meses de trabajo, la consagración de ese proyecto inicial vió la luz el pasado 8 de marzo, día de la inauguración oficial de un centro femenino que da ahora sus primeros pasos en firme. Es por ello que una iniciativa consolidada como la de Moaña, con años de trabajo a sus espaldas, llamó la atención de la exmagistrada.

''Nada más enterarse de que existíamos, empezó a preguntar y se puso en contacto con nosotras'', explica Isabel Lorenzo, presidenta de las Mulleres de Moaña, quien celebra lo ''constructivo'' del encuentro. ''Nos sorprendió  que una persona de la talla de Nicoletta Gandus se interesase por nuestro grupo, pero tiene una enorme humanidad y sencillez'', reconoce, también sorprendida por su ''enorme vivacidad''.

La propia Gandus asegura que se ''alegró mucho'', tanto de hallar en su viaje un colectivo como el moañés como de haber participado en esa especie de cumbre entre ambas directivas. ''A todas nos interesa estar en relación con mujeres de otras casas europeas y tejer una red que nos permita ocuparnos conjuntamente de temas comunes, intercambiar experiencias y conocernos''.

En sus estatutos, la Casa delle Donne milanesa que co-preside la antigua magistrada se presenta como una asociación de promoción social y de ese mismo modo se definen, prácticamente, las Mulleres que conforman el colectivo femenino de Moaña. Sin embargo, ambos grupos constataron importantes diferencias que, en su encuentro, Gandus y Lorenzo pudieron compartir, contrastar y valorar conjuntamente.

''Ella quería conocer nuestro sistema de financiación, el número de socias con el que contábamos y qué tipo de cursos y actividades desarrollamos'', enumera la dirigente moañesa, pero también ''cómo tratamos las problemáticas del aborto o la violencia de género, por ejemplo'', a nivel social y con las socias en particular, dado que, ''a diferencia de nuestro caso, esos son los ejes de su organización''.

''Uno de los aspectos que más llamó la atención a Gandus es la cantidad de hombres'' -maridos y no sólo maridos- ''que participan activamente'' en eventos, cursos y de la Asociación de Mulleres. ''La nuestra es una organización femenina, más que feminista. Aunque nos centremos en la mujer, hacemos una labor social que traspasa a otros ámbitos'', explica Lorenzo. La exmagistrada coincide con ella en que la moañesa es ''una agrupación con connotación cultural de género pero sin ningunha exclusión ideológica''.

La marcada condición feminista de la formación italiana no es desconocida para el grupo pontevedrés, pero la propia lógica funcional de dos formaciones que operan en dos ámbitos muy distintos las contrapone. Mientras la Casa de Gandus enmarca su actividad en una gran  ciudad, la segunda de toda Italia en cuanto a población, el colectivo gallego lo hace en un pequeño pueblo marinero que no supera los 20.000 habitantes.

En ese mismo sentido, se sorprendía la exjueza del elevado número de mulleres socias con las que cuenta el grupo moañés: unas 1.900 en una localidad tan pequeña -aunque el corazón del grupo, las más activas, se reduzca a cerca de 700-  frente a las apenas 60 del colectivo italiano.

Si bien para Gandus una de las claves está en el recorrido a la espalda de cada uno de los grupos, mucho mayor en el caso gallego, lo que está claro es que el matiz ideológico vertebra muchas de las diferencias entre ambos grupos. Asimismo, sus perspectivas de futuro y sus hojas de ruta marcan dos caminos totalmente diferentes. Si Gandus quiere ''internacionalizar'' la Casa delle Donne, ''al menos a nivel europeo'', explica Isabel Lorenzo, las Mulleres de Moaña operan ''a un nivel local, a un nivel más social que focalizado en exclusiva en la mujer'', la reivindicación de sus derechos y la condición feminista.

En Moaña, además de sus actividades para las socias, el colectivo de Mulleres organiza la Festa do Mexilón, la cita gastronómica más importante del concello; parte del Entroido... Son las actividades por las que más reconocimiento recibe la asociación a nivel comarcal y, sin embargo, ''apenas llamaron la atención'' a la líder italiana, reconoce su homóloga gallega. Gandus se interesó en especial por el funcionamiento de la asociación en sí: cuotas, cursos que se imparten, contratos del profesorado ... Y, en ese marco, no todo son diferencias entre uno y otro colectivo.

La propia Nicoletta Gandus percibe que ''ambos proyectos no son muy diferentes''. Los cursos de desarrollo técnico y teórico para la formación de las socias siguen un esquema parecido en ambos casos. La carpintería y la fontanería son dos ejemplos que oferta la agrupación moañesa y que prevé repetir la milanesa. Y lo mismo ocurre con los programas culturales y artísticos: los grupos de teatro, música tradicional y baile gallego de las Mulleres emocionaron a Gandus.

''Nuestro proyecto tiene el objetivo de ser inclusivo,''- explica la exjuez- ''de activar participación y  consciencia de género- también al respecto de las diversas orientaciones sexuales-, promover la ciudadanía activa y valorizar los talentos y saberes femeninos''. ''La  Casa,'' prosigue, ''será un lugar visible y simbólico de intermediación entre las mujeres y la ciudad y entre las propias mujeres entre sí. Actualmente, ya está a disposición de otras asociaciones formales e informales presentes en la ciudad, en calidad de espacio de conexión''.

La escasa ayuda por parte de mandatarios y la batalla que libran por su subsistencia financiera es una característica que comparten ambos grupos. Aunque esta circunstancia parece haberse convertido ya en una constante para multitud de agrupaciones, ciertos colectivos femeninos resultan bastante incómodos y se ven privados por ellos de ayudas pese a la importante labor que desempeñan.

Conseguir las sedes de las que disfrutan la Casa delle Donne y el colectivo de Mulleres de Moaña costó en ambos casos mucho sudor y seguro que algunas lágrimas. En el caso moañés, las cuotas de las socias valieron para sufragar durante años un alquiler sin subvención, hasta que, por fin, en 2013, llegó la esperada dotación de un local por parte de Novagalicia Banco. En el caso de la Casa milanesa, la asignación de su sede en Vía Marsala 8 llegó a través de ''un complejo proceso de adjudicación convocado por el Gobierno de la ciudad, en el que participaron un total de 62 asociaciones afincadas en la ciudad y que finalmente ganó'' el colectivo femenino, explica su co-dirigente.
 
Fue Nicoletta Gandus quien buscó por casualidad en Moaña buenas ideas para su proyecto emergente, pero también las veteranas Mulleres se llevan su parte de este fructífero encuentro.

La Asociación femenina morracense ''nunca había centrado sus contactos en otras formaciones por el hecho de estar conformadas por mujeres'', reconoce Lorenzo. Y, en ese punto, vuelve a poner de manifiesto las diferencias respecto al grupo milanés, que ''prepara congresos y eventos internacionales'' y que pretende conseguir una ''proyección mundial, al menos europea'', explica la moañesa, invitada a alguno de las próximas citas de la agenda de la Casa milanesa.

Sin embargo, esa es una de las lecciones que las moañesas se llevan de la charla. La iniciativa de Nicoletta Gandus, muy agradecida por las Mulleres, les ha tendido un puente a nuevos contactos y lazos de cooperación hasta ahora inexplorados. ''Nos abrió los ojos a ver más allá de esto'', confiesa Lorenzo. ''Fue importante para nosotras entender que hay más, que también podemos hacer cosas fuera y que tenemos mucho que aportar''.

En la misma dirección, las palabras de Gandus, su homóloga en Milán, instan no sólo a las donne moañesas sino a las de todo el mundo a recordar que ''incluso en la diversidad de los contextos en los que operamos y de la historia a la que pertenecemos, nos guiamos por una serie de problemas, proyectos y esperanzas comunes''.

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