«Hay trece tipos de cáncer vinculadosal sedentarismo»

Un joven, en el salón de su casa. AEP

El 26 por ciento de la población española realiza actividad física insuficiente, según el estudio publicado el jueves por la OMS ►Los gimnasios reciben muchas altas en el mes de septiembre, aunque son pocos los clientes que logran mantenerse todo el año ► El médico lugués Vidal Pardo se muestra preocupado por las tasas de obesidad infantil derivadas de la falta de ejercicio físico

LUGO/GINEBRA. «Hasta 13 tipos de cáncer están vinculados directamente con la obesidad y, por tanto, indirectamente con el sedentarismo», apunta el endrocrino lucense Ignacio Vidal Pardo. «De ellos destacan el cáncer de pecho en mujeres posmenopáusicas, el de intestino, el de vejiga, el de riñón y otros cánceres digestivos».

Alrededor del 26 de la población española realiza actividad física insuficiente para mantenerse saludable, según los resultados de un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicados el jueves. Las mujeres españolas tienen una actividad física mucho menor que los hombres y, así, un 30% de ellas muestra niveles insuficientes, frente al 22% de los varones.

A nivel global, una de cada tres mujeres y uno de cada cuatro hombres no tienen suficiente actividad física como para preservar la salud, lo que representa una cuarta parte de la población mundial (1.400 millones de personas).

Ello implica un aumento en el riesgo de sufrir de enfermedades cardiovasculares, diabetes de tipo 2, demencia y ciertos tipos de cáncer.

Vidal Pardo subraya que el sobrepeso y la obesidad afectan en España a las dos terceras partes de la población, siendo la incidencia de la obesidad del 24% ciento en hombres y el 21% en mujeres, y el soprepeso se sitúa en el 46% y 32%, respectivamente. «Nos acercamos mucho a los estándares de muchos Estados norteamericanos».

Se muestra especialmente preocupado por una «población muy sensible» a lo que ya se ha calificado de epidemia, y que es precisamente la infantil. Según datos del "Estudio Aladino de 2010-11", el 17,6% de los niños de hasta 9 años presenta obesidad y el 13,8%, sobrepreso.

Esto ha conducido en los últimos años a que los menores padezcan enfermedades como la diabetes tipo 2 de forma precoz, «una patología que antes era muy rara en niños», incide el doctor lugués.

«Los niños ya no juegan en la calle, están con el ordenador, con el móvil y eso hace que la actividad física sea menor», continúa. «La impresión es que el sedentarismo no es algo de ahora, lleva tiempo entre nosotros, pero sí que respecto a la población infantil se ha producido un cambio brusco en los últimos quince años».

150 minutos. Los niveles recomendados por la OMS de actividad física por semana son, al menos, 150 minutos en grado moderado a intenso o 75 minutos de esfuerzo físico fuerte.

Se trata de la primera investigación que ofrece estimaciones globales sobre la insuficiencia de actividad física –considerado uno de los factores principales de las enfermedades no transmisibles– en un periodo de dieciséis años, de 2001 a 2016.

Las conclusiones obtenidas demuestran que hubo escasos progresos en mejorar los niveles de actividad física en ese lapso.

Esta falta de progreso en quince años podría ser resultado de la falta de millones de conquistas individuales, buenos propósitos como papel mojado.

Septiembre –al igual que enero– son meses de comienzos, de agendas, de largas listas de todo aquello que soñamos o queremos hacer y cumplir. La manida inscripción a un gimnasio es una de esas metas en el inicio del curso escolar.

«El llamado 'colesterol bueno' está relacionado directamente con el deporte y este es el único capaz de mejorar sus niveles»

El doctor Vidal Pardo explica, por ejemplo, que el conocido como "colesterol bueno" o HDL está vinculado directamente con el ejercicio físico y es este, precisamente, el único capaz de mejorar sus niveles.

La aparición de los gimnasios low cost también propicia que septiembre sea un mes caliente en lo que nuevas altas se refiere.

El Gimnasio Lugo, en la calle Mondoñedo, es uno de los más veteranos de la capital, con cuarenta años en funcionamiento. Si bien ha tenido que adaptarse a los nuevos tiempos, conserva un carácter familiar único.

Su responsable, María Trillo Couce, conviene en que tanto este mes como principios de año son los favoritos de la población «para corregir excesos y también defectos de la vida estupenda y moderna que llevamos».

«A partir de los 25 años perdemos tono muscular y por eso empezamos a sufrir dolores»

«Entrenar da un montón de hormonas de recompensa como la oxitocina o la setonina. Hay que obligarse a la disciplina del bienestar»

Aconseja probar y, claro, ser constante en el gimnasio, pues aportará numerosos beneficios a nuestra salud: «Sí, hay que ir para fortalecer el cuerpo, mejorar la postura y también el funcionamiento cardiovascular».

Para alcanzar estos objetivos, asegura que una o dos sesiones a la semana bastarían, tanto cardiovascular como de fuerza. «A partir de los 25 años vamos perdiendo tono muscular y es entonces cuando empezamos a sufrir dolores, por eso hay que ejercitarse».

«Además, al bajar el tono muscular, el metabolismo también lo hace. Es decir, comiendo lo mismo, vamos a subir de peso y con más peso se oprimen las articulaciones y las venas se van endureciendo. Por eso esas dos sesiones para que el corazón siga flexible y fuerte», agrega.

Trillo Couce considera que aunque tengamos buenas intenciones, al final ese abandono o poca constancia en el gimnasio se debe a que «andamos por la vida muy preocupados, y eso ya nos agota, porque somos seres muy emocionales», argumenta. «Por tanto es bueno –prosigue– venir a entrenar porque nos proporciona un montón de hormonas de recompensa, como las endorfinas, la oxitocina, la serotonina... Igual que pasear por el bosque. Hay que obligarse a esa pequeña disciplina del bienestar».

La encargada de Gimnasio Lugo subraya que algún cliente lleva acudiendo a las instalaciones desde que estas abrieron, hace cuatro décadas, pero son los menos. «Hasta hace unos años se apuntaba gente muy joven y la media era que aguantaran dos meses. Pero este año, por primera vez, tuvimos muchas matrículas en julio y en agosto, porque cada vez hay más conciencia de lo importante que es tener un bienestar emocional al estar activo con un ejercicio moderado. Tampoco hace falta machacarse. Esa es gente que a lo mejor no ha hecho deporte de joven y ahora se obsesiona. También hay que sacar las hormonas positivas de otras cosas, como un libro o un paseo por Os Ancares».

«A mí me gustaría cambiar de vida, pero en realidad no quiero»

La pereza, la falta de voluntad o disciplina y montón de excusas, entre las principales razones para no calzar las zapatilla y salir a hacer deporte

El querer estar bien es a veces pura contradicción. Así lo demuestra Martín, un joven lucense que afirma: «Me gustaría cambiar de vida, pero en realidad no quiero». Reconoce que es hora de empezar a hacer algo de actividad física, pues nota ya los efectos secundarios de largas jornadas laborales en una oficina, pero le puede la pereza, asegura, y un estilo de vida, el de los gim-nasios, que «no tiene nada que ver conmigo. Me siento un poco como un pulpo en un garaje». Su actividad física se limita a algunos paseos en bicicleta muy esporádicos y a nadar siempre que el tiempo lo permite, preferiblemente en el mar. Y no siempre es posible.

Además, asegura que su horario laboral le dificulta conciliar trabajo con un estilo más sano de vida, incluso a la hora de prepararse la comida. En muchas ocasiones toma algo rápido y no siempre lo más saludable.

A Berta, como ella bromea, bien se la podría llamar «la reina de los gimnasios». Ha probado en varios de Lugo pero con poca fortuna en cada ocasión. «No he aguantado más allá de dos meses. Al principio empiezo con mucha fuerza, pero después me aburro. Además, por mi trabajo tengo que madrugar mucho y en invierno, con el frío de Lugo, no apetece nada levantarse de cama», comenta riéndose. Un cambio hormonal le hizo coger algunos kilos de más en los últimos tres años, y dice sentirse en ocasiones frustrada y bloqueada ante su «falta de voluntad» y disciplina.

Prefiere no comentar su actual peso ni todo lo que tiene que bajar, pero sí comparte que nota como su salud ha empeorado en este periodo de tiempo. «Me siento muy pesada, muy fatigada. Y es como un círculo vicioso. Sé que debería hacer dieta, pero en cuanto lo pienso me pongo nerviosa y me doy el atracón».

Sus intenciones, antes de que el problema pase a convertirse en un trastorno, es ponerse en manos de un nutricionista y por fin cumplir con una rutina semanal de actividad física. «Tengo que hacerlo, por mi salud primero y después por mi estética. Hay veces que me siento tan cansada y me veo tan mal, que yo misma me limito a la hora de hacer determinadas actividades», confiesa sincera.

Esa falta de constancia, de empuje de Berta le sobra a Fernando, que pasados los 55 años sí mantiene una actividad física regular. Entrena dos o tres veces a la semana y corre más de diez kilómetros en cada una de sus ‘expediciones’.

«Cuando era más joven ya hacía ejercicio, pero después con el trabajo, la familia, lo tuve apartado un tiempo», recuerda. «Fue a los 40 años, y debido a una fractura de cadera, cuando tuve que ir a rehabilitación y ahí retomé la práctica del deporte». Además, este lucense siempre que puede se escapa a la montaña para practicar senderismo, una de sus actividades predilectas. «No solo estoy haciendo ejercicio, sino que es una manera de socializar, de estar en contacto con el paisaje y pasar un rato muy agradable entre amigos».

Esta renovada pasión se la ha contagiado a su esposa, quien comenzó poco a poco pero hoy es capaz de caminar más de doce kilómetros de una sentada.

A Eva también le gustaría tener esta capacidad de decisión. «Ya me gustaría tener una talla 38, pero tengo mis curvas y me la refanfinfla», espeta. «No me puedo quejar, porque sé que me pongo excusas para no ir al gimnasio o a hacer deporte».

«Muchas mañanas prefiero quedarme en el sofá leyendo la prensa, un libro, o simplemente salir a la compra o cocinar, pero nunca me he puesto a hacer deporte en serio». Eva, de 46 años, no pierde, con todo, la esperanza, y dice entre risas que si no va para septiembre, «a ver si consigo apuntarme al gimnasio tras las fiestas de Navidad, después del turrón».