"La aldea de Astérix y Obélix" de Vicente Ansola

El fotógrafo afincado en A Pontenova Vicente Ansola acaba de publicar el libro 'Aldeas sen voz' ►Une su trabajo de los últimos años al de los poetas del grupo A Porta Verde do Sétimo Andar
'Rogelia, cabreira e costureira. Vilarxuvín'
photo_camera 'Rogelia, cabreira e costureira. Vilarxuvín'

Vicente Ansola es cántabro de Alceda, en las estribaciones del país de los pasiegos, y vive desde hace casi una década en el TDT (Triángulo dos Trasnos) de los Pobos das Néboas, que es como él ha bautizado el rincón de A Pontenova —con capital en Vilarxubín— que vuelve a ser protagonista de un nuevo libro de fotografía, ‘Aldeas sen voz’.

Ansola entiende este proyecto como una continuación de ‘Os pobos das néboas’ y él ha ido reuniendo trabajos como los realizados para el premio Hasselblad que ganó en 2012, otros expuestos en el Museo do Pobo Galego hace tres años y retratos e instantáneas sobre el rodaje en A Pontenova del corto ‘Adivina quién viene a comer mañana’, de Paco Jordana.

El fotógrafo —"o retratista de Vilaeimil", para sus vecinos— asegura que los Pobos das Néboas y el TDT darían para 50 libros, pero él se ha dedicado fundamentalmente "a vivir, a comer y a charlar con la gente" y a disparar "solo unas pocas fotos".

En esta ocasión ha tenido como aliado al editor Pablo Quintana, natural del municipio casi limítrofe de Vilanova de Oscos, que publica el libro a través de su editorial Canela, especializada en contenidos musicales y etnográficos. "Si no hubiera sido por Pablo, este libro no habría salido; porque estos volúmenes son caros y yo me niego a hacer las cosas de cualquier manera".

Aunque el proyecto se denomina ‘Aldeas sen voz’, en el libro de Ansola se escuchan las voces de los integrantes del colectivo poético A Porta Verde do Sétimo Andar, que enriquecen el trabajo fotográfico con sus creaciones líricas.

El origen de la colaboración entre el fotógrafo cántabro y los poetas de A Porta Verde do Sétimo Andar nació con un recital y proyecciones en el Museo Provincial de Lugo el año pasado que llamaban la atención sobre la muerte del medio rural en Galicia.

"Estoy muy orgulloso de que un grupo de poetas gallegos presten su voz a mis fotografías. Fue una iniciativa que nació a partir de la publicación de ‘Os pobos das néboas’ y es muy gratificante comprobar cómo se va adhiriendo gente a este proyecto. En vez de verte solo predicando en el desierto, estás muy arropado, porque se unen más beduinos", enfatiza Vicente Ansola.

El retratista de Vilaeimil no desaprovecha la ocasión para reivindicar un medio rural que en Galicia "es potentísimo" y que podría ofrecer "trabajo y oportunidades para la gente joven" si no fuese porque las ciudades "encierran a la gente en círculos" que son más cómodos "para el control empresarial y económico", asegura.

"Solo unas pocas ovejitas nos escapamos fuera del rebaño", bromea sobre su vida junto a los pobladores de las nieblas pontenovesas. "Yo aquí no echo nada en falta de la ciudad".

Sí echa en falta, en cambio, a las veintitantas personas que ya no están desde la primera edición de ‘Os pobos das néboas’ en 2010. Quedan los libros y las fotografías para hacer memoria de los seres queridos. "Haces amigos de una cierta edad y te van faltando. Ha sido un contacto de compartir con ellos ‘'polavilas’', matanzas, de charlas largas de después de comer y cenar, que no tiene nada que ver con la vecindad urbana".

Compara Vicente Ansola el Triángulo dos Trasnos con "la aldea de Astérix y Obélix". Porque, aunque haya "sus más y sus menos" entre sus pobladores, cuando alguien necesita algo o hay una emergencia "van todos a una", incide. "Es esa forma de unión ante la más mínima amenaza".

Los habitantes de las ciudades están "más solos y desprotegidos". "Acaso que alguien sea el último vecino de una aldea, no experimenta la soledad. Siempre viene alguien a ayudarte".

‘Aldeas sen voz’, que se distribuye en A Tenda de Manolo de A Ermida, en A Pontenova, y a través de la web Editorialcanela.com, tendrá un recorrido de recitales y presentaciones durante las próximas semanas.

El retratista de Vilaeimil ya tiene la mente maquinando en nuevas ideas. Quiere iniciar en septiembre una aventura — "a lo mejor de varios meses"— en las Highlands escocesas. "Esta vez no serán paisajes; quiero hacer tema humano", explica y no descarta que el proyecto sea "una mestura, como decís aquí", que busque las conexiones entre gaiteros gallegos y escoceses.

Seguirá también con sus colaboraciones para los libros de Pablo Quintana en la editorial Canela y añade que le gustaría que Galicia siguiera presente en sus nuevos proyectos. "No me importaría que fuese en Lugo, pero no tengo nada definido".

Mientras tanto, su centro de operaciones seguirá en el TDT de A Pontenova, en la aldea de Astérix y Obélix. Quizás su entusiasmo sirva algún día para que núcleos como Vilarxubín sean declarados conjunto etnográfico.

El balance es agridulce: "Pido perdón porque ya no tengo fuerzas para salvar ni una sola de las aldeas del concello. Yo he perdido mi pequeña batalla, pero las aldeas están perdiendo la guerra".

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