El adiós del Nueva York

El barrio de la estación despidió el lunes uno de los negocios más veteranos de Sarria, Almacenes Nueva York, el cual comercializaba ropa del hogar. Francisco González regentó durante medio siglo el establecimiento que había sido creado por su padre
Francisco González Soto, en la entrada del establecimiento
photo_camera Francisco González Soto, en la entrada del establecimiento

SU OBJETIVO era estudiar veterinaria, pero Francisco González Soto terminó regentando uno de los establecimientos más veteranos de Sarria, Almacenes Nueva York. Este negocio ubicado en el barrio de la estación echó ayer el cierre tras 65 años, primero vistiendo a los sarrianos y después vistiendo sus hogares.

Sus padres fueron los encargados de abrir el comercio. En un primer momento se dedicaba a la venta de «traxes de cabaleiro, chaquetas… Todo de tecidos», recordó. El fallecimiento de su progenitor obligó a Francisco González a hacerse cargo del negocio, el cual pasó a comercializar ropa del hogar y colchones, y desde entonces pasaron ya 50 años.

Toda una vida en Almacenes Nueva York, un nombre elegido por sus padres, quienes tenían familiares en esta ciudad estadounidense. «En Sarria hai outros negocios con nomes parecidos. Temos Roma, París… e nós deixámoslle o de Nueva York», explicó. El negocio se ubicó siempre en un edificio del cruce de las calles José Antonio y Calvo Sotelo, que en un primer momento era de alquiler y después lo adquirió González.

Este cierra el local por jubilación al cumplir los 65 años de edad y después de que ninguno de sus dos hijos tomara las riendas del negocio familiar, pues tienen otros empleos. El empresario ya barajó dejar el establecimiento el pasado año, aunque «non tiña os 65 anos e aínda me quedaba moita mercancía». «A outros dálles por comprar soares e a min dábame pola mercancía», bromeó.

Para el sarriano, el medio siglo que pasó trabajando en el comercio «foi coma cen anos», pues «estaba todos os días, ata xoves, venres, sábado e domingo santo». Abría el negocio a las nueve de la mañana y no echaba el cierre hasta las diez de la noche. En ocasiones incluso repartía colchones «ata as tres da mañá».

El establecimiento se ubicó desde sus inicios en un inmueble en la intersección de las calles José Antonio y Calvo Sotelo de Sarria

Francisco González aseguró que podría continuar trabajando en la tienda «dous ou tres anos máis ao encontrarme ben», si bien «non é rendible, despois de pagar todo, non cubre». «Antes gañábase moito, agora nada. Véndese menos, os clientes cambiaron, queren ir ao barato e desde que abrín e ata que pechei só vendín mercancía de España», señaló.

ALBERGUES. Comercializaba todo tipo de ropa del hogar, desde sábanas a mantas, pasando por alfombras y toallas. «Coloquei cortinas en toda Galicia e fóra da comunidade. Vendín moitísimos colchóns, teño repartido ata para Madrid, tamén para albergues e casas de turismo rural» de toda la provincia, aseguró.

Este medio siglo dio para muchas anécdotas, como una joven que había hurtado en una tienda y tiró los productos robados en una bolsa dentro de Almacenes Nueva York. También vivió algún que otro susto cuando dos vehículos se empotraron en el local. «Un entrou ata dentro e outro desfixo un escaparate», rememoró.

Reconoció que el trabajo es «moi sacrificado», pero lo echará «moito de menos». Son muchas horas en la tienda y el trato con los clientes, que son prácticamente como de su familia. «Unha vez fun colocar unhas cortinas a unha casa e díxome que se quería cobrar, era un millón de pesetas, que me tiña que quedar a cear. E tiven que facelo», contó entre risas este empresario veterano.

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