Ejercicio físico y acostarse antes ayudan a hacerse al cambio horario

En la madrugada del domingo habrá que retrasar los relojes una hora, concretamente pasaremos de las 3:00 a las 2:00
Adarve Running
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Realizar ejercicio físico, no dormir la siesta durante unos días y acostarse antes son algunos de los consejos de expertos del Instituto DKV de la Vida Saludable para evitar las posibles alteraciones de sueño a consecuencia del cambio de hora que se realizará el domingo a las 3:00 horas, cuando los relojes se deberán retrasar una hora y volver a las 2:00 horas.

El cambio de hora se realiza el último domingo de marzo y el último de octubre para aprovechar la luz natural y reducir el consumo energético. Según DKV es una práctica sencilla que puede producir "ciertas alteraciones" en el sueño en algunas personas.

El instituto señala que los efectos sobre personas sanas son mínimos, pero pueden sentirse más cansadas de lo habitual, algo desorientadas o con falta de concentración, pero el ciclo vigilia-sueño suele compensarse en un plazo de tres a cinco días.

En concreto, recomienda ajustar la hora de acostarse los días previos; empezar cuatro días antes del cambio de hora, con 15 minutos cada día; modificar también paulatinamente el horario de las comidas para adaptarlo poco a poco al nuevo.

También aconseja no dormir siesta durante unos días y hasta que el organismo se habitúe al nuevo horario conviene prescindir de las horas de sueño durante el día.

Además, insta a realizar ejercicio físico con moderación que es "mejor" practicar a las primeras horas del día, todos los días, pero "nunca antes de acostarse". Del mismo modo, recomienda ser "cuidadoso" con los medicamentos para dormir y evitar bebidas como el café, alcohol o té en la segunda mitad del día, por sus efectos sobre el sueño.

Otros de los consejos es no acostarse con hambre, pero tampoco tras una cena copiosa y, si a media noche se siente hambre, tomar algo ligero.

En algunos casos los bebés y los mayores pueden notar más el cambio. Los lactantes pueden experimentar alteraciones en su alimentación, y a los niños en edad escolar les costará más despertarse. Los mayores de 50 años, que suelen tener más dificultad para dormir, pueden tardar más en adaptarse a los cambios.

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