¿Cuáles son los retos para el agua?

Alkanatur, junto con la Universidad de Granada ya demostraron el año pasado el impacto del Bisfenol A y los Microplásticos en el organismo y apuestan por certificar productos que estén libres de este tipo de componentes

Copa de agua

El agua es un bien necesario para la vida. Y para la salud. La recomendación de la ingesta de más de litro y medio de agua al día es ya un hábito adquirido por la gran mayoría de la sociedad. Sin embargo, en un gesto en principio tan saludable como el de hidratarse, puede haber riesgos invisibles como los microplásticos, presentes en la mayoría de las botellas de uso común que vemos en los supermercados. Hay estudios que avalan esta afirmación. De hecho, entre las alternativas se encuentra el hacerse con alguna botella de vidrio o libre de BPA, para comenzar, pero también una de las mejores alternativas es contar con jarras que puedan filtrar el agua y deshacerse de todo este tipo de ingredientes extra de los que apenas se tiene conciencia. Empresas como Alkanatur han buscado, junto con doctores como Nicolás Olea de la Universidad de Granada, demostrar la repercusión de esto en la salud a través del estudio de las consecuencias en nuestro organismo, mostrando cómo los disruptores endocrinos sufren cambios valorables por culpa de estos mini residuos tóxicos.

El problema del agua según los expertos
Aunque parezca mentira, el agua puede contener muchos más peligros de los que pensamos. Y es un líquido cuyo consumo es necesario, vital y saludable. Sin embargo, el problema aparece en el momento en el que se embotella o sale por los grifos.

Según algunos estudios que han sido publicados recientemente, la práctica totalidad del agua que fue analizada en laboratorios independientes y que provenía de botellas de las principales marcas del mercado, contenían microplásticos que son perjudiciales en el medio y largo plazo para la salud.

El Bisfenol A, conocido también bajo las siglas BPA, es uno de los principales problemas. 

Este ingrediente extra que hasta hace poco había pasado desapercibido es un químico que se utiliza en la fabricación de plásticos, latas, tickets de compra e incluso en algunos productos relacionados con la puericultura como los biberones.

Pese a las alarmas de la Organización Mundial de la Salud, que ve con preocupación cómo las analíticas arrojan que un alto porcentaje de la población tiene este compuesto en los restos de orina, la legislación no termina de ser tan clara como debiera al respecto cuando los últimos estudios hacen pensar que está aún mucho más presente de lo que se pensaba años atrás y sus repercusiones en la salud .

De hecho, las conclusiones de muchos han comenzado ya a relacionar este tipo de químico y los productos que los contienen con dolencias como el cáncer, el daño cerebral (sobre todo si una embarazada se expone constantemente a él), e incluso algunos problemas hormonales. 

En la Universidad de Granada lo tienen claro
Profesionales como el Doctor Nicolás Olea, de la Universidad de Granada, habla de los disruptores endocrinos,  como "sustancias químicas, de contaminantes ambientales, generalmente hechas por el hombre y la industria del hombre y que una vez dentro del organismo modifican el equilibrio de las hormonas. Las hormonas, como se sabe bien son mediadoras químicos que conectan un órgano con otro y mandan o son señales químicas. Estas señales químicas pueden ser interferidas, aumentadas, disminuidas por otro compuesto químico que utiliza o que se planta en su lugar. El fenómeno es que hay algunas consecuencias biológicas de esa interferencia".

Ya en ese momento, el análisis del agua embotellada que se realizó por el Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada (IBS) y publicado en Environment International encontró contaminantes hormonales en la totalidad de las botellas que estudió.

Esto significa que el simple gesto de beber agua de ellas, supone un riesgo para la salud que ni siquiera está señalizado más allá de la poca información que se va publicando. 

Pero hace poco la polémica volvió a saltar a los medios de comunicación internacionales. Más de 11 marcas distintas de agua embotellada contenían, también microplásticos. "Se examinaron 250 botellas compradas en nueve países diferentes y se descubrió un promedio de 10 partículas de plástico por litro, cada una más grande que el ancho de un cabello humano, según una investigación dirigida por la organización de periodismo Orb Media cuyas pruebas fueron realizadas en la Universidad Estatal de Nueva York, Estados Unidos" avanzaba la BBC. 

¿Cuáles son entonces las alternativas a esta crisis?
Sin duda apostar por recipientes y filtros que de verdad eliminen todos estos compuestos químicos debería ser el primer paso no solo de la industria sino de los domicilios.

¿Cuál es la solución? El compromiso de la sociedad y de la industria en gestionar los materiales que nos rodean y son nocivos para nuestra salud deben estar mejor regulados y se deben evitar. 

Cada vez son más las empresas que buscan una certificación que avale su calidad y la ausencia de componentes dañinos para la salud. Porque, aunque actualmente se vive en una época en la que la información corre como la pólvora, la necesidad de frenar y entender qué se ingiere es vital.

Casos como las jarras de la empresa gallega Alkanatur, que apuestan por la eliminación este tipo de componentes, pasan rigurosos controles para conseguir el aval que las certifica como libres de cualquier sustancia nociva tal como ha certificado el propio IBS son los menos.

Además, hay que contar no solo con las repercusiones en la salud sino con el lastre que el exceso de plásticos está suponiendo para los océanos, donde animales que luego son consumidos también se alimentan de ellos, llegando incluso a envenenarse. 

El plástico, su gestión residual y sus componentes se empiezan a convertir en un problema global del que aún no se conocen sus consecuencias. 

Sin duda, una de las alternativas tiene que pasar por buscar alternativas a la ingente cantidad de envoltorios de este producto que den pasos a alternativas más sostenibles que no contaminen a este nivel ni perjudiquen la salud de los mares y humanos.

La propuesta de Alkanatur
"No hace falta buscar la referencia en un estudio internacional. Ya mostramos hace unos meses junto con el doctor Nicolás Olea de la Universidad de Granada las consecuencias de los productos con disruptores endocrinos. El problema, en muchos casos, es la sobreexposición a la que la población está sometida sin apenas saberlo a este tipo de productos químicos que pueden alterar el equilibrio hormonal. Y mucho más cuando se trata de algo tan común como las botellas o jarras de agua, elementos de nuestro día a día que poca gente puede eliminar de sus rutinas" comentan desde  Alkanatur empresa gallega especializada en agua alcalina.

En su caso, su propuesta pasa por las jarras y el filtrado del agua. La principal ventaja es precisamente el hecho de no necesitar comprarla, sino de llenar los recipientes desde el grifo de casa. Al pasar por sus filtros, mientras se sigan los consejos del fabricante, esta compañía garantiza que el agua será de una calidad superior.

¿Por qué? Porque sus jarras están certificadas sin ningún tipo de disruptor endocrino y porque sus filtros son capaces de deshacerse de los microplásticos.

Además, desde un primer momento apostaron por la fabricación en España, algo que les permite el control desde el primer momento en todo el proceso, desde la fabricación, hasta la venta, lo que garantiza los máximos estándares de calidad. 

"Cada filtro tiene una duracción de 400 litros. Al filtrar más de esta cantidad es recomendable sustituirlo. Se aconseja apuntar la fecha de inicio y según su consumo diario proceder al cambio. El pH y la capacidad antioxidante tienen una duración mucho mayor, pero el efecto depurativo (eliminación de cloro, metales pesados…) es lo que primero se agota debido a la saturación del carbón vegetal de coco" comentan desde la compañía.

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