Cientos de profesores gallegos esperan años por las sustituciones

Las dificultades del mercado laboral en numerosas titulaciones universitarias y de FP provocan que el ámbito docente sea visto por muchos gallegos como una oportunidad para encontrar un trabajo estable. Y ante la falta de plazas para todos en la enseñanza pública, las sustituciones temporales son una salida mientras no aparece otro trabajo. También suponen la puerta de entrada para alcanzar la ansiada plaza definitiva de profesor, puesto que esa experiencia laboral aporta puntos en el concurso-oposición.

Según datos de la Consellería de Educación, en Galicia hay unas 31.300 plazas de profesorado en la enseñanza pública. Esta cifra incluye maestros, docentes de secundaria, Formación Profesional, escuelas de idiomas, conservatorios o escuelas de artes plásticas. De ese total, menos de un 6% de las plazas --unos 1.800 profesores, aproximadamente-- se cubre con interinidades, uno de los porcentajes más bajos de toda España. Suelen ser contratos de un año de duración con los que, por ejemplo, se reemplazan las excedencias.

Pero en el día a día de la actividad docente gallega también aparecen numerosas bajas de todo tipo. Enfermedades, bajas por maternidad o asistencias a cursos obligan a la Consellería de Educación a recurrir a las listas de sustitutos para tapar esos huecos y evitar que los alumnos queden sin profesor. El problema está en que hay tal cantidad de demandantes que pueden tardar varios años en recibir su primera llamada.

20.700 inscripciones
Un vistazo a las listas de sustituciones sitúa en más de 20.700 las incripciones registradas actualmente. Esta cifra no se corresponde con el número total de opositores, porque algunos forman parte de más de una lista. En todo caso, sí evidencia el importante número de titulados que aspiran a conseguir una plaza como docente en la enseñanza pública, pese a que a las listas sólo se accede tras presentarse a las oposiciones.

Los que las han vivido relatan la dureza de las primeras sustituciones. Y es que los mejor colocados --siempre en función de la primera vez que fue a examen-- optan a contratos de larga duración. Pero en las últimas posiciones no queda más remedio que aceptar las sustituciones menos atractivas, en zonas poco pobladas y, en algunos casos, de ocho o nueve días. Si las rechazan y no justifican esa renuncia --pueden hacerlo si tienen otro trabajo, por ejemplo-- no vuelven a ser llamados.

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