El cielo se va a caer

La Tierra se verá amenazada por un asteroide, pero no será de momento y los científicos trabajan para intentar frenarlo
José María Madiedo, en un observatorio
photo_camera El astrofísico José María Madiedo, en un observatorio.

El 30 de junio de 1908, un asteroide de unos 40 metros de diámetro cayó sobre la región de Tunguska (Rusia). No se encontró cráter. Se cree que no llegó a tocar tierra, que solo rozó la atmósfera, pero la explosión al atravesarla fue suficiente para arrasar unos 80 millones de árboles en un área de 2.150 kilómetros cuadrados de bosque. Hay constancia de que murieron al menos tres personas. En la conmemoración de este suceso y para llamar la atención sobre la importancia de vigilar los movimientos en el espacio, cada 30 de junio se celebra el Día del Asteroide. 

Los astrónomos coinciden en que a corto plazo no hay peligro del que preocuparse, pero también advierten que si en estos momentos un asteroide se dirigiese hacia la Tierra no podríamos pararlo. 

Saben que en el futuro un cuerpo con tamaño suficiente para destruir el planeta pondrá en jaque a la humanidad. Por estadística, calculan que llega uno cada 50.000 años y de momento no se ve venir, pero están seguros de que lo hará. Confían en que dé tiempo a desarrollar una estrategia de defensa planetaria efectiva o, incluso, creen posible que el hombre se extinga antes por sus propios medios. 

José María Madiedo, investigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía, es uno de los encargados de vigilar que el cielo no se nos caiga encima o, al menos, que no nos coja desprevenidos. 

A través de la red de cámaras Smart, situadas estratégicamente en distintos lugares, este astrofísico monitoriza la atmósfera terrestre para detectar las rocas que entran en ella. Estudia su procedencia, trayectoria, composición y determina si pueden impactar. En este trabajo cuenta con la colaboración del astrónomo sarriano Borja Tosar, que desde la Casa de las Ciencias de A Coruña vigila una de esas cámaras. 

Madiedo también tiene sus ojos puestos en la Luna. Con la red de telescopios Midas, de la mano de la Agencia Espacial Europea (Esa), estudia los impactos de cuerpos en la superficie del satélite. 

Con los datos que obtiene de ambas investigaciones intenta afinar las estadísticas que predicen el riesgo de impacto de un asteroide en la Tierra. Su trabajo ha conseguido desmontar los modelos de predicción de la Nasa. 

LA NASA SE EQUIVOCABA. Madiedo evita colgarse medallas, así que lo explica desde la humildad: "Antes no había datos suficientes para una estimación precisa". Pero lo que realmente ha descubierto mediante su observación es que "la estadística que barajaba la Nasa hasta hace unos años es errónea y que el riesgo de impacto de un asteroide contra la Tierra es el triple del estimado". Lo ilustra con un ejemplo: "Se creía que una roca de 30 metros de diámetro podría llegar a la Tierra cada 150 años. Nuestros datos dicen que la probabilidad es incluso tres veces mayor: puede llegar una cada 50 años". 

Cada 50.000 años llega un asteroide destructivo a la Tierra

El sesgo al calibrar los riesgos afecta a asteroides de cualquier tamaño. "Uno de 500 metros ya sería una catástrofe. Los cálculos anteriores estimaban que llegaba a la Tierra uno cada 140.000 años, pero según nuestra estadística sería antes de los 50.000". Los pequeños son mucho más frecuentes y el riesgo de impacto se multiplica también por tres según las últimas estimaciones. 

A pesar de los giros vertiginosos del conocimiento científico, José María Madiedo asegura que "por ahora no hay nada preocupante" en el firmamento. Las agencias espaciales tienen localizados unos 2.100 objetos potencialmente peligrosos. Se consideran así los asteroides de más de 140 metros de diámetro que en algún momento pueden acercarse a menos de 19,5 veces la distancia entre la Tierra y la Luna. "Están vigilados y ninguno va a causar problemas en los próximos 100 años. Lo preocupante es que se estima que hay 5.000, es decir, hay cerca de 3.000 que aún no hemos localizado". 

Hay 2.100 cuerpos potencialmente peligrosos vigilados, pero están lejos

Esos cuerpos que no se han detectado puede que se dirijan hacia la Tierra por la cara diurna, ocultos por el Sol, o que estén compuestos por un material tan oscuro que no refleje la luz, por lo que no brillan y no se pueden ver. "Cuando consigues verlos ya están relativamente cerca", explica. Y para reaccionar hace falta tiempo. "Si se descubriese un objeto peligroso habría que estudiarlo, determinar la órbita, organizar una misión espacial con varias naciones implicadas, poner a varios gobiernos de acuerdo para invertir miles de millones... tardaríamos más de un año en reaccionar, no es subirse a una nave como en las películas". 

LEJANO, PERO INEVITABLE. Madiedo llama a la calma porque no hay una amenaza inminente, pero advierte de que los proyectos de defensa planetaria están en una fase muy temprana y conviene avanzar. "La realidad es que en la actualidad no tenemos ni tecnología ni técnica para evitar el impacto de un asteroide". 

En la actualidad, no habría tecnología ni técnica para evitar un impacto

Borja Tosar coincide con Madiedo: "Perigo como para agobiarse non hai. Controlamos todos os asteroides de tamaño grande e non se espera un coma o que extinguiu os dinosaurios nos próximos séculos. Iso si, se viñese non temos xeito de paralo". El astrónomo sarriano mira también de reojo a los asteroides más pequeños. "Son máis perigosos do que pensabamos e eses si que se aproximan con frecuencia. Aínda que a posibilidade de que impacten contra a Terra é baixa, si se está comprobando que supoñen un perigo maior do que se estimaba. Se cae un pequeno non nos imos extinguir, pero pode facer moito dano, por exemplo, se impacta nun lugar poboado". 

Los científicos se niegan a esperar sentados. "A solución é investir en sistemas de detección. Canto antes se detecten os asteroides mellor se poderá organizar a estratexia de defensa. Nos últimos anos as axencias espaciais veñen traballando ben neste sentido e hai que manter os programas por se vén un grande. Ninguén pensaba que nun ano iamos estar vacinados contra o coronavirus. É impresionante o que a ciencia é quen de facer a pesar dos políticos. A investigación é fundamental". 

Javier Licandro, con el emblema de la misión Osiris-Rex

OSIRIS-REX. Y en esta investigación está inmerso Javier Licandro, del Instituto de Astrofísica de Canarias. Participa en varios programas de la Nasa y de la Agencia Espacial Europea. Su trabajo se centra en la caracterización física de los asteroides. Estudia su composición, su rotación, todas las características que ayuden a predecir su comportamiento. 

El equipo de Licandro está participando activamente en la misión Osiris-Rex, de la Nasa. Consiste en el envío de una sonda al asteroide Bennu para recoger muestras y traerlas a la Tierra. La sonda fue lanzada en 2016, llegó a Bennu en 2018 y desde entonces ha enviado imágenes e información sobre el asteroide. Antes de emprender el viaje de regreso, recogió muestras. Se espera que lleguen en 2023 al desierto de Utah. 

La investigación para identificar los asteroides avanza con el fin de predecir su comportamiento

Desde la Tierra, el equipo de Licandro sigue con detalle los movimientos de Osiris-Rex y descifra la información que va enviando desde el espacio. "Nos ocupamos del procesamiento de imágenes e interpretación de los mapas de color. La conclusión es que Bennu es un objeto homogéneo cubierto de rocas, un pedregal con cráteres de impacto. Sorprende la homogeneidad y las rocas extremadamente porosas», explica el astrofísico. 

MISIÓN CLAVE. Licandro colabora también en las misiones Dart y Hera, promovidas por la Nasa y la Esa para dar un salto de gigante en materia de defensa planetaria. Esto es lo más parecido a una película de Hollywood en asuntos de investigación espacial. 

La Nasa ha lanzado una sonda para intentar desviar un satélite en 2022

El objetivo de Dart es impactar contra el satélite Dimorphos, que orbita alrededor de Didymos, para intentar desviar su órbita. Dimorphos no supone peligro alguno para la Tierra, simplemente se intentará modificar su trayectoria como ensayo por si fuese necesario hacerlo ante una amenaza real. 

Está previsto que Dart impacte en 2022. Los científicos tendrán entonces una cantidad ingente de información y muchos años de análisis por delante. Hera viajará a continuación a Didymos, para estudiar las consecuencias del impacto de Dart. 

Estos son proyectos de investigación muy ambiciosos que requieren inversiones elevadísimas y obligan a acertar a la primera. Un segundo intento no es viable económicamente. 

CHELYABINSK ALERTÓ. La carrera espacial se reactivó notablemente cuando en 2013 un asteroide explotó sobre Chelyabinsk, en Rusia, y le recordó al mundo que hay que mirar al cielo. 

El bólido de Chelyabinsk medía 17 metros de alto por 15 de ancho y se calcula que pesaba 10.000 toneladas cuando entró en la atmósfera. Se desintegró a unos 20.000 metros del suelo, con una explosión equivalente a 30 bombas atómicas como la de Hiroshima. Al suelo llegaron diversos fragmentos, el más grande de 650 kilos. La explosión provocó daños en más de 7.000 edificios y resultaron heridas unas 1.500 personas. La onda expansiva rompió ventanas incluso a 93 kilómetros de distancia. 

Las amenazas no se pueden detectar si se aproximan por la zona que el Sol impide ver

El impacto de este asteroide no se pudo prevenir por una razón muy simple: llegó por el cielo diurno y solo podemos observar el nocturno. Esta cuestión dejó intranquila a la comunidad internacional y desde entonces la investigación se encaminó a corregirla. 

La Nasa ultima la puesta en órbita de un satélite que permita vigilar desde el espacio la zona que el Sol impide ver desde la Tierra. La Agencia Espacial Europea también tiene un proyecto similar, en el que participa Javier Licandro, pero todavía está en estudio y tardará años en hacerse realidad. El objetivo es que nada se acerque sin ser detectado. 

Borja Tosar, con una cámara Smart para observar la atmósfera

UNA PELÍCULA. El astrónomo sarriano Borja Tosar vivió intensamente el suceso de Chelyabinsk. "Aquí era de madrugada e chamoume o director da Casa das Ciencias para dicirme que acababa de caer algo en Rusia. Eu sabía que ese día pasaba outro asteroide do mesmo tamaño pola órbita da Lúa e nun primeiro momento pensei que poderían formar parte dun grupo. Durante media hora vivín nunha película, temendo que empezaran a chegar máis. O susto durou ata que puiden comprobar que as órbitas dos asteroides eran diferentes, que non formaban parte de ningún grupo e que ese día non ía caer nada máis". 

Los científicos coinciden en que solo la inversión en investigación puede evitar tragedias. Licandro lo resume: "No hay duda de que va a ocurrir, la pregunta es cuándo. No es cuestión de meterle miedo a la gente, sino de tomar medidas para que no suceda una catástrofe. Sabemos lo que hay que hacer y tenemos herramientas. Hay que invertir para desarrollar todo eso. Necesitamos tecnología para evitar el impacto, pero también planes de contingencia, de evacuación, redes de protección civil... Sería criminal no estar preparados porque sabemos que en algún momento algo va a impactar".                              

CURIOSIDADES
Para estar al tanto 
▶ La web www.spaceweather. com ofrece un listado actualizado de los asteroides que se acercarán a la Tierra en las próximas semanas. 

Ya no hay ovnis 
▶ Las cámaras del proyecto Smart, liderado por José María Madiedo, han acabado con el avistamiento de ovnis. Esta red de vigilancia identifica con rigor todo lo que transita por la atmósfera terrestre y evita especulaciones. 

Bajo el suelo lunar 
▶ Tras observar con detalle los impactos de asteroides en la Luna, José María Madiedo considera que los posibles asentamientos del hombre en el satélite deberían hacerse bajo el suelo. "No hay atmósfera ni gravedad que frenen la velocidad. Cualquier impacto, aunque sea de un grano de arena, provoca mucho daño". 

Museo de meteoritos 
▶ Madiedo tiene una colección particular de más de mil meteoritos y ha creado un museo virtual para compartirlos y contribuir a su divulgación. Puede visitarse en www.museodemeteoritos.es. 

Precios astronómicos 
▶ Hay asteroides muy diversos. El 16 Psyche, de 210 kilómetros de diámetro, está valorado en diez trillones de dólares. Este valor es hipotético, pues solo sería atribuible si se pudiese traer a la Tierra y aprovechar el hierro y níquel que lo componen. Está entre Marte y Júpiter.

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