Chagas, la enfermedad silenciada

A finales de diciembre la OMS informaba de que el número de muertes causadas por  la gripe A ascendía a 12.220. En sólo un año la enfermedad apareció, fue catalogada de pandemia y sembró el terror en gran parte de la población mundial, incluso después de que, en cuestión de meses, se lanzase una vacuna para combatirla. El 2009 también fue el año en el que se conmemoró el centenario del descubriminto de la triapanosomiasis americana, más conocida como la enfermedad de Chagas, causante de 14.000 muertes anuales según datos de Médicos Sin Fronteras.

Pese a los números, el Mal de Chagas es una enfermedad silenciosa, que pasa desapercibido en gran parte del mundo debido a que es propia de países de América Latina. Las zonas más afectadas son las rurales y las más pobres, ya que el principal transmisor del parárito es un insecto, conocido como vinchuca o chinche picuda, que infesta las paredes y techos de las casas construídas con barro, ramas, paja y otros materiales naturales. También se contagia a través de transfusiones sanguíneas, de madre a hijo durante el embarazo y, más raramente, al comer alimentos contaminados o tras un transplante de órganos.

En total, se calcula que hay entre 10 y 15 millones de portadores de la infección y que una cuarta parte de la población de América Latina, 100 millones de personas, corre el riesgo de contraerla. Pese a ello, sólo exiten dos medicamentos efectivos contra la enfermedad (el benznidazol y el nifurtimox), desarrollados hace más de 35 años y no diseñados específicamente como cura para el Chagas.

Entre las limitaciones de estos fármacos está el hecho de que no pueden utilizarse en mujeres embarazadas, que provocan efectos secundarios (sobre todo en adultos y, no se sabe por qué, en mujeres en edad fértil) y que gran parte de los afectados no tienen acceso a ellos. Además, no se tiene la certeza que sea beneficioso cuando la infección ya ha dañado algún órgano vital (generalmente el corazón).

Tampoco existe un método de diagnóstico rápido y los países más afectados a menudo carecen de recursos para realizar las pruebas. Es por ello que, de no ser por los proyetos de Médicos sin Frontera en Honduras, Guatemala, Nicaragua y Bolivia, miles de personas vivirían infectadas sin saberlo durante años, hasta que el Chagas les provocase un fallo cardíaco.

Las enfermedades olvidadas
El Chagas forma parte de la lista de enfermedades que MSF cataloga como "olvidadas". Son dolencias para las que o bien no existe tratamiento, o el que existe deja bastante que desear, no porque sea imposible encontrar una cura sino porque no se hace el esfuerzo (sobre todo económico) necesario. Son enfermedades que afectan casi en exclusiva a países pobres, principalmente de América Latina y África, y carecen de interés para la industria farmacéutica, que se centra en enfermedades del Norte para desarollar medicamentos que le puedan reportar el máximo beneficio.

Otras enfermedades olvidadas son la malaria, que mata a un niño cada 30 segundos debido a que el tratamiento efectivo es demasiado caro y el barato no garantiza la curación, y la meningitis, que también afecta sobre todo a niños y causa grandes epidemias en África debido a la escasez de vacunas, acabando con 170.000 vidas cada año. También forma parte de la lista la enfermedad del sueño, una amenaza para los 60 millones de personas que viven en zonas donde se puede transmitir la enfermedad, repartidas por 36 países del Äfrica Subsahariana. Los tratamientos que se conocen pueden provoca muchos efectos secundarios y en algunas zonas se aprecia un aumento de la resistencia a los fármacos.

Completan la lista la leishmaniasis, que contagia a medio millón de personas cada año, y la tuberculosis. En el caso de la primera los medicamentos que se utilizan par tratar a los 12 millones de enfermos que existen en la actualidad no garantizan la cura, son tóxicos, caros y provocan efectos secundarios. En lo que refiere a la tuberculosis, la cura es efectiva y barata, pero exige un tratamiento largo que combina varios medicamentos. Si se suspende antes de tiempo el paciente puede desarrollar una tuberculosis multirresistente, que lo obliga a tomar durante dos años fármacos distintos de precios exorbitados. Debido a ello, en los países pobres mata cada año a dos millones de personas.

Problema de todos
Desde MSF critican el olvido de estas enfermedades y recuerdan que, aunque no afecten direcamente a los países del Norte, erradicarlas debería ser problema de todos, especialmente de los que tienen los recursos para hacerlo. En casos como el mal de Chagas, la enfermedad nos toca cada vez más de cerca, literalmente.

Debido al aumento de la emigración desde países de América Latina, cada vez se diagnostican más casos en países no endémicos. Donde se han reportado más casos es en Estados Unidos, pero el número de enfermos también ha aumentado en Australia, Japón y Europa, sobre todo en España. El hospital Clínic de Barcelona estima que podría haber unas 68.000 personas afectadas por la enfermedad, cifra que gana peso si consideramos que antes del 2003 sólo se habían diagnosticado dos casos.

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