No había duda, había llegado el día del concierto de Iron Maiden en el Resurrection Fest. Trece años después de su último paso por Galicia, sus seguidores abarrotaban la entrada antes de que abrieran los accesos, uniformados con las camisetas del grupo en las que aparece su icónica mascota, Eddie The Head.
La banda británica regresó a Galicia después de trece años; movilizó a fans de todas las edades, con un lleno absoluto en el recinto
«La Doncella - maiden significa doncella en inglés- sigue siendo un grupo con mucho tirón, porque son todo un clásico. Es bonito ver cómo grandes sabios del rock siguen vivos y mejor que nunca. Por lo que leí ha venido gente de distinos sitios del mundo; es una especie de congregación del hard», comentaba Xurxo Fernández que, a sus 63 años, se había desplazado desde Santiago. Pero la banda británica cuenta con seguidores de todas las edades como Fran Aneiros, que vino desde Gran Canaria especialmente para verlos. «Este año iré también a su concierto en Madrid».
Álvaro Saavedra y Aida Mauri, son dos grandes apasionados del grupo de heavy metal. Para ella, «esta es la decimoséptima vez» y para él es la cuarta. «Siempre dan un gran espectáculo. Yo les llevo siguiendo toda la vida porque cuando tenía cinco años mi hermano los escuchaba y a mí me empezaron a gustar. Tienen un estilo único», recuerda Álvaro.
La comunidad de fans de los Iron Maiden contaba ayer por decenas de miles. En fans absolutos como María, David y Carlos,llegados desde Palencia y Valencia, respectivamente, porque no querían perdérselo. «El festival está muy bien organizado. Tanto los conciertos como las acampadas y los servicios de autobuses funcionan a la perfección», recalcan. Para los tres, la de ayer fue su primera vez. La primera oportunidad de ver a la banda. «Esperamos que sigan manteniendo por muchos años el nivel que han tenido hasta ahora», aseguraban horas antes de la cita. Lo que más les gusta de Maiden son canciones como «Fear of the Dark, The Troopero Run to the Hills», grandes clásicos en la historia de la banda.
Con todo, la devoción de algunos va un paso más allá, como en el caso de Elma Álvarez, de Gijón. «Cuando los veo lloro como una enana. Me cambiaron la vida porque cuando tenía once años cogí uno de sus discos y pensé: Yo quiero ser como estos señores, así que cuando cumplí 18 no lo dudé ni un momento y como no podía ir a su concierto en España me fui a verlos a Bélgica. Esta ha sido la segunda vez que he podido verlos en directo y que vinieran a Viveiro ha sido casi como tenerlos en casa. Una sensación brutal».
