EL PRIMER libro de Antía Díaz ‘El extraterrestre humano’ está protagonizado por su alter ego, que a través de situaciones cotidianas, en las que se siente incómoda o fuera de lugar, como una extraterrestre, lleva a la reflexión y el aprendizaje desde el humor.
En Twitter se llama ‘extraterrestre’, ¿su película favorita es ET?
Ja, ja, ja. No, me gustan más las películas de terror. Es un apodo con el que me he identificado toda la vida porque me sentía fuera del flujo normal que lleva la gente.
¿Y qué le distingue de ese flujo normal?
Ahora, con casi 32 años, veo que nada. Este apodo lo uso desde los 18 y entonces me sentía especial, pero he visto que todos nos sentimos raros en algún momento de la vida. No soy un extraterrestre.
¿Cuándo se dio cuenta de que quería ser ilustradora profesional?
Realmente nunca he dejado de dibujar. De pequeñita, antes que un juguete prefería que me regalaran rotuladores y libretas. No podría decir que soy al cien por cien profesional, porque no vivo de esto. La ilustración, para mí, más que un hobby, siempre ha sido un modo de vida. Siempre estuvo presente.
Dice que lleva dibujando toda la vida, ¿de pequeña le pintó muchas paredes a su madre?
No, la verdad es que siempre fui una niña muy buena. En tal caso, era una niña callada e introvertida.
"Soy la millenial estándar. Es una manera de ver la vida en la que se mezcla el desencanto con un punto de ingenuidad"
¿Y cuándo tuvo la oportunidad de mostrar su trabajo al público de forma más profesional?
Mi instagram era personal. Un día empecé a subir dibujos porque estaba pasando por una mala época y por no decirlo claramente, que me daba vergüenza, me dio por dibujar. Me dibujaba triste. Vi que gustaba y oculté todas mis fotos personales. Ahora solo subo dibujos.
¿Se explica mejor con dibujos que con palabras?
Una manera de expresar mis sentimientos cuando no tengo confianza es de forma satírica, con dibujos, creo que la gente entiende mejor así cómo me siento. De esta forma, estoy desahogándome, pero la gente no lo percibe de esa forma, sino como algo simpático.
¿Cree que dibujantes como usted son portavoces de los millenials?
Estoy segura de que yo sí. Ja, ja, ja. Yo creo que soy la millenial estándar. Es una manera de ver la vida en la que se mezcla el desencanto por el momento que nos ha tocado vivir, con un punto de ingenuidad también. Somos una generación a la que los padres han querido darle todo en la vida y estamos a medio cocer.
Dice que sus inseguridades son protagonistas en sus trabajos, ¿cree que hay una relación especial entre la tristeza y la creación artística?
Para mí fue el detonante total. Siempre he dibujado pero nunca lo enseñaba porque me daba vergüenza. Sentía que no tenía calidad. El detonante fue una época muy mala, que me llevó a tener ganas de expresarme en algún modo. Un bajo estado de ánimo me incita a expresarme más.
¿Cree que con su trabajo ha ayudado a que realidades como la ansiedad estén menos estigmatizadas?
Creo que por lo menos sí ha ayudado a normalizarla un poco y a visibilizarla. Creo que la ansiedad es algo millenial y en mis ilustraciones bromeo con el tema. Por ese motivo suelo acompañarlas de una pequeña reflexión para que se vea que es algo con lo que se sufre, que no es un chiste. Aun así, ha habido personas que se han ofendido.
"La ilustración para mí más que un hobby siempre ha sido un modo de vida"
En la sinopsis de su libro se pregunta, "¿por qué dije esto?", ¿Cuál ha sido su mayor metedura de pata?
Demasiada. Ja, ja, ja. Ahora soy más cautelosa, pero hace unos años no tenía filtro. Si tenía un pensamiento que compartir lo soltabas sin pasar por el filtro de lo que es correcto o no. Luego tenía que explicarme porque la gente me miraba raro. Ahí dije, debo de ser un poco extraterrestre.
También se pregunta, "¿por qué actué así?", ¿Dibujar le ayudó a cerrar heridas?
Muchísimo. Incluso algunas tiras en las que la gente se ríe, yo las dibujé muy afectada por algo. Trato de darle la vuelta para que no sea algo traumático, sino simpático. El solo hecho de sentarme a dibujar para mí es terapeútico, dejo de pensar en todo lo que me afecta y mi estado de ánimo cambia.
En una de sus últimas ilustraciones habla de la resistencia como las personas que leen en papel, ¿usted se siente más cómoda con un lápiz y un folio?
Los dibujos están hechos totalmente a mano, aunque luego haga la composición en digital. Tengo en casa a lo mejor cincuenta libretas llenas de dibujos. Dibujando a lápiz disfruto más, me gusta la sensación de tener el papel en mi mano.
¿Cree que la ilustración se está convirtiendo en un trabajo más feminizado que antes?
Está habiendo un boom de mujeres que dibujan. Noto que la temática de hombres y mujeres suele ser distinta. Es muy normal que la mujer haga tiras más reflexivas, más críticas, y que los hombres hagan algo estético, que no lleva un hilo argumental. Quizás es porque ellos tienen una situación más «cómoda» socialmente, mientra que nosotras tenemos cosas que reivindicar.
¿Cuáles son sus dibujantes favoritos?
Una chica que se llama ‘Pernille Oerum’ y un chico que se llama ‘Animators Life’. Es increíble como con una simple cara pueden contarte una historia.